Читать книгу La zanahoria es lo de menos - David Montalvo - Страница 35

Quinto hábito: procrastinar

Оглавление

Hay una gran diferencia entre darle tiempo a las cosas para que sucedan y en nunca darse el tiempo para que pasen. Lo primero es paciencia, lo segundo es postergar.

El hábito de procrastinar parece ser es el más inofensivo de todos, porque a simple vista no hace daño. ¿Qué importa si atraso un poco mis metas y mis proyectos? ¿Qué tiene de malo?, te podrías preguntar. Algunos hasta dicen de broma: «No dejes para hoy lo que puedes hacer mañana».

El problema comienza cuando pasan los días, los meses y los años y no hay ningún avance en nuestro trabajo, en nuestros emprendimientos, en nuestra salud, en la relación con nuestra pareja, en nuestras finanzas.

Seguimos igual que siempre, parados en el mismo sitio, con las mismas quejas y con resultados similares a los ya obtenidos.

Procrastinar es la acción de posponer actividades o situaciones importantes, que sabemos que necesitamos realizar, y elegir otras más irrelevantes o que nos pueden llegar a agradar más, como estar en Facebook para no trabajar en los pendientes de la oficina; encender la televisión para evitar esa plática tan necesaria con tu esposa; decir que el lunes empiezas la dieta, aunque eso se repita cada semana; pasar el rato viendo videos irrelevantes en Internet con tal de no cumplir con tus obligaciones.

Todo sea por estirar más el tiempo para que eso no llegue o no se realice, ya sea por miedo, ansiedad, saturación aparente, desánimo o apatía.

Postergamos cosas tan cotidianas como arreglar nuestro cuarto, limpiar nuestra bandeja de correos, pagar una multa, sacar la basura, lavar la ropa, pasear al perro, hasta algunas más trascendentes como nuestros tiempos de descanso, algunos encuentros y aun nuestras tristezas.

Afortunada o desafortunadamente para muchos, hay cosas que son inevitables y que aunque queramos postergarlas, tarde o temprano llegarán, y nunca salen bien cuando no se les da la importancia requerida en tiempo y forma.

Aunque en el hábito de la prisa una de las principales excusas es no tener tiempo, paradójicamente, procrastinar es un problema de administración y organización del mismo.

Existen dos causas por las que considero que adoptamos tan fácilmente este mal hábito: por evasión y por autosabotaje. Lo primero porque, como lo decía anteriormente, lo más fácil siempre será quedarse paralizado y no hacer lo que nos corresponde. A veces nos da miedo realizar algunas actividades porque sabemos que al hacerlas, ello nos traerá nuevas responsabilidades y exigencias, por eso mejor nos inventamos mil excusas.

También para muchos la procrastinación es su mejor salida, porque esa situación que tienen enfrente la conceptúan como algo difícil, desafiante o algunas veces hasta tedioso, y el solo hecho de pensar en encararla les genera ansiedad, inquietud, preocupación o incertidumbre, y mejor deciden evitar experimentar estos sentimientos. Como evitar pedir un aumento por el miedo a que me encomienden más tareas de las que ahora tengo.


El problema inicia cuando pasan los días, los meses y los años sin avance en nuestro trabajo, en nuestros emprendimientos, en nuestra salud, en la relación con nuestra pareja, en nuestras finanzas.

Pero existen situaciones que definitivamente no podemos postergar a la ligera. Una vez conocí el caso de dos hermanos distanciados por problemas con una herencia. Tal era su orgullo de no sentarse a platicar, porque realmente la situación se podía resolver hablando y sincerarse frente a frente, que cada vez que alguien intentaba reunirlos, cada uno por su lado se inventaba una excusa para cambiar la fecha del encuentro. Así estuvieron por años.

Lo triste es que esa reunión nunca se dio. Uno de ellos falleció en un accidente automovilístico y solo se pudieron reencontrar en el funeral, ya no de la forma que hubieran querido, puesto que se la pasaron evadiendo lo que ambos sentían y posponiendo su reconciliación.

Y la segunda causa, el autosabotaje, es porque inconscientemente existe un patrón mental de miedo al fracaso, y sabemos que mientras más nos tardemos en emprender una acción más prolongaremos ese desafío, y por eso preferimos la comodidad. Aunque sea algo que nosotros siempre hayamos deseado. Nosotros mismos somos nuestro principal obstáculo.

El caso de una persona que no tiene empleo y justo cuando le hablan para una importante entrevista, llega tarde. O cuando a alguien le ofrecen un proyecto pero tarda demasiado tiempo en decir que sí, no porque no lo quiera, sino porque no sabe cómo lidiar con la oportunidad.

La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia, dijo Albert Einstein. Tu vida se mueve según tú te muevas. Entre más dejes que el tiempo avance, más complicado será retomar y darle prioridad a lo que es importante para ti.

Hay que hacer un análisis profundo de este hábito y recordar que, como dijo Robert Frost, el célebre poeta estadounidense: «Para salir de un camino, hay que atravesarlo».

La zanahoria es lo de menos

Подняться наверх