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La formación de la iglesia y su misión (1863-1881)

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El foco principal de las visiones de Elena de White en la segunda mitad de la década de 1840 fue guiar, al pequeño grupo de creyentes, hacia un fundamento bíblico para su fe. Durante la década de 1850, sus consejos incentivaron la obra de las publicaciones y la organización de la iglesia. Después del establecimiento de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, el 21 de mayo de 1863, sus visiones se enfocaron en otros aspectos de la preparación de la iglesia para la misión mundial.

La visión de la Reforma Prosalud integral

El viernes 5 de junio por la noche, solo quince días después de la organización de la Asociación General, Elena recibió una visión mientras visitaba a la familia de Aaron Hilliard en Otsego, Michigan. Esta visión es conocida como “la visión de la Reforma Prosalud integral”. En varias visiones anteriores, en 1848 y en 1854, se había indicado que el consumo de tabaco, té y café era peligroso para la salud; pero la visión de 1863 inauguró un mensaje prosalud integral, como ayuda para el crecimiento intelectual y espiritual (Ms 1, 1863; SG 4a:153; RH, 8/10/1867; RH, 2 y 30/4/1914).103

“Se me mostró que era un deber sagrado prestar atención a nuestra salud y hacer ver a otros su propia responsabilidad, en lugar de cargar su caso sobre nosotros. Seguimos teniendo el deber de hablar, de manifestarnos, contra la intemperancia de todo tipo –en el trabajo, en la comida, en la bebida y en el uso de medicamentos–, para luego remitir a las personas hacia los maravillosos remedios divinos: agua, pura agua blanda, para las enfermedades, para la salud, para la limpieza y por gusto. [...] Vi que, no debemos callar acerca del tema de la salud, sino despertar las mentes al respecto” (Ms 1, 1863, en MI 5:124).

Ella enfatizaba que la Reforma Prosalud no solo era un asunto personal, sino también tenía implicancias sociales y misioneras.104 “Cuanto más perfecta sea nuestra salud, más perfecta será nuestra labor” (ibíd.). Esta visión llamó a la iglesia a aprender sobre las leyes de la salud, y acerca de la relación entre la salud y la espiritualidad. Los primeros adventistas no presumían que las reformas físicas recomendadas fuesen originales, pero el enfoque de que el cuidado de la salud era una responsabilidad religiosa era nuevo para la mayoría de las personas de la época.105 En consecuencia, los White comenzaron a practicar la Reforma Prosalud en su propia familia. En su casa, adoptaron una dieta ovo-lacto-vegetariana, aunque hacían excepciones cuando viajaban y en emergencias.

A fines de noviembre de 1863, los White perdieron a otro de sus hijos. Henry, el mayor, se resfrió y pronto tuvo una “fiebre pulmonar” (neumonía). Llamaron a un médico que le administró medicamentos, pero Henry Nichols White falleció el 8 de diciembre de 1863. Elena recordó: “Pero cuando murió nuestro noble hijo Henry, a los 16 años; cuando nuestro dulce cantor fue llevado a la tumba y ya no escuchamos más sus cantos, nuestro hogar quedó muy solitario. Ambos padres y los dos hijos que quedaban, sentimos el golpe en forma muy fuerte” (TI 1:100; NB 162). Aunque la vida cristiana de Henry no siempre había sido la más satisfactoria, afortunadamente había sido revitalizada durante su último año.106

Solo dos meses después, su tercer hijo, Willie, contrajo la misma enfermedad. Esta vez no llamaron a ningún médico. En cambio, Elena decidió atenderlo ella misma, usando “hidropatía” (hidroterapia) y oración constante hasta que la crisis pasó (SG 4a:151-153).107 Este éxito en su primer experimento directo con la hidroterapia la animó, indudablemente, a continuar escribiendo lo que había visto en visión el 5 de junio de 1863. Su primera publicación integral del mensaje de esa visión fue en 1864, y se encuentra en una sección de 32 páginas en el tomo 4 de Spiritual Gifts (SG 4a:120-151).

El servicio militar y la Guerra de Secesión

Los problemas y las perplejidades aumentaron con el estallido de la Guerra Civil estadounidense el 12 de abril de 1861. La “fiebre de guerra” disminuyó el interés público por las reuniones de evangelización y el tema de la participación de los adventistas en la guerra se convirtió en un gran dilema.

Los adventistas estaban en contra de la esclavitud, pero también creían en la observancia del sábado y que estaba mal quitarle la vida a otro. Del 12 de agosto al 21 de octubre de 1862, el periódico denominacional Review and Herald publicó puntos de vista a favor y en contra de la participación adventista en la guerra.108 En enero de 1863, Elena envió a las iglesias el Testimonio Número 9 respecto de “la guerra y nuestro deber en relación con ella”.109 Allí, ella predijo que, al final, el Norte ganaría el conflicto. Reprendió a los que decían que preferían morir antes que someterse al reclutamiento, enfrentando amenazas, prisión o la muerte. Elena afirmó que esto no sería un acto de fe, sino “tan solo presunción fanática” (TI 1:319). Era mejor hablar poco, orar por sabiduría y, si alguien les preguntaba, solo responder que no simpatizaban con la rebelión. Su deber sería obedecer las leyes del país mientras que estas no estuvieran en conflicto con las leyes de Dios. Sin embargo, todavía no había reclutamiento; y tampoco había ningún recurso legal para los no combatientes o para los guardadores del sábado.

Cuando se aprobó una ley de reclutamiento en 1863, todavía existía la opción de proporcionar un sustituto voluntario o pagar un derecho de conmutación de trescientos dólares. Aunque los adventistas estaban dispuestos a ayudarse mutuamente a pagar este derecho, cada vez se hacía más difícil. El 4 de julio de 1864, el Congreso aprobó una enmienda a la ley de reclutamiento, revocando la cláusula de exención del derecho de conmutación excepto para los que “se opusieran a portar armas por motivos de conciencia”. Ahora era necesario que los adventistas del séptimo día actuaran y fueran reconocidos como no combatientes. Esto se pudo lograr en el Estado de Michigan primero y, después, en otros. Desde entonces, hasta donde era posible, los adventistas sirvieron en funciones de no combatientes en el ejército. Sin embargo, la situación resultó ser cada vez más difícil. Por lo que la Asociación General reservó el período del 1º al 4 de marzo de 1865 para dedicarse a la “oración fervorosa y pertinaz”. En esos días, se debían suspender las actividades, y las iglesias debían ofrecer cultos diarios a las 13 y dos cultos en sábado. Un mes después, la guerra prácticamente había terminado.110

La educación de Edson y Willie

Aunque Elena de White era una líder profética, escritora prolífica y poderosa oradora, también tenía las responsabilidades cotidianas de una madre.111 Una anotación en su diario, del 28 de enero de 1868, muestra que sus tareas domésticas competían con las de escritura.

“El Hno. [J. O.] Corliss [un joven converso] me ayudó a preparar el desayuno. Todo lo que tocábamos estaba congelado. Todas las cosas en nuestro sótano estaban congeladas. Preparamos nabos y papas congelados. [...] Cociné ocho ollas, barrí los cuartos, lavé los platos, ayudé a Willie a poner nieve en la caldera, que requiere muchos baldes. No tenemos pozo de agua ni cisterna. Ordené mi ropero [armario]. Me sentía cansada; descansé unos minutos. Hice la cena para Willie y para mí. Justo cuando terminábamos, llegaron mi esposo y el Hno. Andrews. No habían cenado. Empecé a cocinar de nuevo. Pronto les hice algo para comer. Casi todo el día se pasó así, no escribí ni una línea. Me siento triste por esto. Estoy extremadamente cansada. Mi cabeza está cansada” (Ms 12, 1868).112

Ella amaba profundamente a sus hijos y quería que su hogar fuera “el lugar más agradable de todos” para ellos.113 Durante los primeros años de su maternidad, lograrlo era difícil porque la familia era extremadamente pobre (no vivieron en una casa ellos solos hasta mediados de la década de 1850); y tenían que dejar a sus hijos al cuidado de otros, a veces por seis, ocho o diez semanas cada vez. En medio de esta vida ajetreada, la salvación de sus hijos era su preocupación suprema.114 Ella escribió en 1858: “Muchas veces me pregunto: Mis queridos hijos, ¿serán salvos en el reino?” (Ct 3, 1858, en AY 44).

Cuando Edson tenía cinco años, Elena le comentó a una amiga: “Ya viste a Henry; bueno, Edson tiene más vida y es más tempestuoso que Henry, así que, deben saber que estoy ocupada” (Ct 5, 1854, en MR 6:297). Sin embargo, no era la energía de Edson lo que le causaba pena, sino su “inclinación a la desobediencia” y al engaño (Ct 4, 1865, en MI 4:163).115 Cuando Edson entró en la adolescencia, ella tuvo razones adicionales para preocuparse. Notó que era rebelde aun en la iglesia, se colocaba “en una posición cómoda” y tomaba “una siesta cuando debía estar escuchando la instrucción dada de la Palabra de Dios” (Ct 21, 1861, en MR 13:35).116 Edson tenía una fuerte influencia sobre su hermano menor, Willie, porque era el mayor de los dos hijos que le quedaban a James y a Elena.

Cuando ella trataba de hablar con Edson, él parecía “distanciado” de ella, como si sus “palabras fueran inútiles” (Ct 15, 1868, en MI 3:112). Además de su desobediencia y deshonestidad, él también era derrochador. Cuando era adolescente, se compró un abrigo nuevo, que usaba solo para ir a la oficina de la Review and Herald, por un precio que equivalía al sueldo mensual de un obrero. Su madre después reconoció que, además de la mala conducta de Edson, los errores parentales en puntos decisivos de su vida también habían entorpecido su desarrollo (Ms 12, 1868; Ct 12, 1878).117

Cuando estaba en casa, Elena a menudo dejaba a un lado su trabajo para la Iglesia, para pasar tiempo con sus niños leyéndoles, trabajando en el jardín con ellos y mucho más.118 Cuando viajaba, los tenía en mente. Cuando Edson tenía 17 años, ella le envió en otoño “ropa cómoda para el invierno”, diciéndole: “Espero que te de tanto placer usarla como el placer que me tomé en hacerla para ti. Me estuve quedando hasta tarde y levantando temprano, antes de que los demás se despertaran, para hacértela. En estas prendas están cosidas oraciones para que puedas estar vestido con la justicia de Cristo” (Ct 5, 1866, en Bio 2:155).

Avances ulteriores sobre salud

En agosto de 1864, salió de la prensa el cuarto tomo de Spiritual Gifts, de Elena de White, que incluía una sección sobre salud de 32 páginas (SG 4b:120-151). Poco después, James y Elena visitaron Our Home on the Hillside, una institución de Reforma Prosalud en Dansville, Nueva York, dirigida por el Dr. James C. Jackson. James White describió la razón de la visita de la siguiente manera: “En el mes de septiembre de 1864, la Sra. [White] y yo pasamos tres semanas en la institución de salud de Dansville, condado de [Livingston], Nueva York, llamada ‘Our Home’. Nuestro objetivo al visitarlo no era hacer un tratamiento, ya que disfrutábamos de mejor salud que lo habitual, sino ver qué podríamos ver y oír para poder darles un informe definitivo a muchos amigos inquisitivos”.119

Uno de los médicos era el Dr. Horatio S. Lay, un adventista del séptimo día con quien Elena había hablado después de su visión sobre la Reforma Prosalud de 1863. Animado por la visión, el Dr. Lay llevó a su esposa enferma a Dansville para que pudieran tratarla y para poder estudiar las terapias que se usaban ahí. Pronto, la institución lo contrató como parte del personal, donde tuvo mayores oportunidades para aprender más. Cuando James y Elena llegaron a Dansville, en 1864, se hicieron tratamientos, cenaron en el comedor de la institución, observaron la ropa de las mujeres del lugar y hablaron libremente con el Dr. Jackson. A ambos les agradó la “atmósfera general, el programa dietético y los planes de tratamiento”. Pasaron tres semanas en Dansville, y encontraron una “práctica aplicación de los principios de vida sana que les serviría” para ser maestros de la Reforma Prosalud. En las semanas siguientes, James y Elena visitaron iglesias; hablaron de las enfermedades y sus causas, y de las reformas en los hábitos de vida.120 En los primeros meses de 1865, James editó y publicó seis folletos con el título Health: or How to Live.121 Además de contener seis artículos de la pluma de Elena de White, estos folletos también incluían capítulos escritos por muchos reformadores prosalud contemporáneos, demostrando que los White no eran ignorantes del movimiento más amplio de Reforma Prosalud de su época.122 En el sexto y último artículo de Elena, “La enfermedad y sus causas”, ella declaró: “Hermanas mías, es necesaria la reforma del vestido entre nosotras. Hay muchos errores en el estilo actual de vestimenta femenina” (HR, 1/2/1872). Ella criticó los estilos comunes de vestimenta de la época por razones de salud, modestia e influencia.123

La segunda visita de los White a Dansville fue precipitada cuando, el 16 de agosto de 1865, James White sufrió el primero de varios accidentes cerebrovasculares cuyos efectos lo atormentaron por el resto de su vida. El 14 de septiembre, los White ya estaban en camino hacia “Our Home”, en Dansville,124 acompañados por J. N. Andrews, que también se encontraba enfermo. Se quedaron en la institución por tres meses. Elena no cumplía con algunas de las reglas y restricciones del instituto porque no estaban en armonía con los principios que se le habían revelados en visión. Por ejemplo, el Dr. Jackson exigía a sus pacientes que habían estado bajo tensión mental que hicieran reposo completo. En lugar de hacer alguna clase de trabajo, él recomendaba diversiones como “la danza, los juegos de cartas, ir al teatro” (RH, 20/2/1866).125 Como la sal era considerada un veneno, su uso estaba prohibido también. Andrews seguía las reglas y rehusaba usar sal. Un día, Elena le puso un poco de sal a la papilla que tenía en su plato. Cuando Andrews vio lo que estaba haciendo, le dijo con voz solemne: “Hermana White, ¿no sabe que la sal es una sustancia mineral que nunca debe incorporarse al cuerpo humano?” Con tono igual de solemnidad, ella respondió: “Mi Biblia dice que la sal es buena”. Eso terminó la discusión.126 Es más, los médicos le aconsejaron a James que dejara de orar porque pensaban que su religión era la fuente del estrés que había dañado su salud. Sin embargo, Elena no podía concordar con este razonamiento. Al contrario, ella creía que, para recuperarse, James necesitaba trabajo físico útil, oportunidades para usar el cerebro y una fe activa en Dios (Ms 1, 1867).127 Por consiguiente, decidieron salir de Dansville.

Visión sobre el instituto de salud

En algún momento de diciembre de 1865, James y Elena viajaron a la casa de unos amigos cerca de Rochester, Nueva York. En Navidad, mientras estaban allí, Elena recibió una visión que le informaba cómo impulsar la recuperación de James. La visión también indicaba que los adventistas debían establecer una institución de salud similar a la de Dansville en lo médico, pero sin las diversiones que se le mostraron a ella que eran perjudiciales para el bienestar espiritual y que, por lo tanto, hacían que la institución de Dansville estuviese lejos del ideal para que los adventistas se atendieran allí al largo plazo (TI 1:426, 429, 433). La necesidad de una forma de vida más sana no era difícil de reconocer porque, ese año, la mayoría de los pastores adventistas estaban enfermos o incapacitados. La junta directiva de la recién organizada Asociación General no se reunía por falta de quórum, pues dos de sus tres miembros estaban demasiado enfermos para reunirse.128 Sin embargo, la visión de Navidad de 1865 también integró la Reforma Prosalud con la religión, porque “la Reforma Prosalud es parte del mensaje del tercer ángel y está tan íntimamente ligada a él como el brazo y la mano lo están al cuerpo humano”. Además, el mensaje prosalud debía ser fundamental para preparar a los adventistas “para el fuerte clamor del tercer ángel” y para la segunda venida de Cristo (TI 1:427). De allí que “la Reforma Prosalud debía ser un medio para un fin antes que un fin en sí mismo”.129 Algunos, aparentemente, no entendieron y, por eso, Elena tuvo que aclarar, en 1867, que “la Reforma Prosalud está estrechamente relacionada con la obra del mensaje del tercer ángel, [pero no es el mensaje]. Nuestros predicadores deberían enseñar la Reforma Prosalud; sin embargo, no deberían hacer de esta el tema principal en lugar del mensaje”. Más bien es una parte de “la obra preparatoria para hacerles frente a los acontecimientos presentados por el mensaje” (ibíd., p. 487). Esto explica por qué ella puso tanto énfasis en el equilibrio correcto y por qué advirtió repetidamente en contra volcarse hacia los extremos.

Establecer las instrucciones de salud fue prioridad dominante de Elena durante el siguiente año (Bio 2:118-125, 128-144, 154-159).130 En el Congreso de la Asociación General de mayo de 1866, Elena enfatizó la necesidad de una institución de salud. La joven denominación aceptó el desafío doble de educar sobre salud y de tratar la salud. Para agosto de 1866, los adventistas habían lanzado un nuevo periódico, The Health Reformer y, en septiembre, abrieron el Instituto Occidental de Reforma Prosalud en Battle Creek.131

La salud de James mejora

Por ende, para diciembre de 1866, la iglesia había logrado uno de los principales objetivos de la visión de Navidad de 1865: fundar el Instituto Occidental de Reforma Prosalud. Sin embargo, a Elena le parecía que habían progresado muy poco en la batalla por la salud de su esposo. James tenía una conducta pasiva al respecto y ella temía que, si no se lo estimulaba a usar la mente y los músculos, perdería el potencial de recuperación. Entonces, después de mucha oración, decidió llevarlo en gira de predicación, aunque era invierno, esperando que la actividad detuviera su deterioro mental. El 19 de diciembre, durante una tormenta de nieve, contra el consejo de casi todos, Elena llevó a su esposo y a su hijo Willie en un carruaje abierto a Wright, Michigan, donde comenzaron inmediatamente reuniones de reavivamiento. Durante las siguientes seis semanas, Elena predicó veinte veces; y James, doce. Aunque primero ella tuvo que persuadirlo para que lo hiciera. Elena recordó: “Después de muchos ruegos, se convenció de pararse tras el púlpito y hablar a la gente. Mi corazón estaba lleno de alegría, pero no podía llorar en voz alta. Sabía que la victoria se había ganado, que las sensibilidades y los poderes morales se habían despertado. Mi esposo se había salvado” (Ms 1, 1867).132 La salud de James respondió tan bien al cambio de ambiente que, para abril de 1867, habían comprado una granja y tenían una casa en construcción en Greenville, Michigan. Construyeron en primavera y cultivaron en verano; y para el otoño, James había recuperado relativamente la salud, mientras Elena ideaba toda clase de formas de incentivar a su esposo a hacer ejercicio físico (ibíd.).133

En septiembre de 1867, los White partieron en un viaje de veinte semanas.134 Durante ese tiempo, recorrieron 5.150 kilómetros (3.200 millas) en tren, y 965 kilómetros (600 millas) a caballo y en calesa; y realizaron 140 reuniones. James informó que “en más de cien de estas reuniones”, Elena había “hablado entre media hora y dos horas”.135 Durante 1867, Elena predicó casi el doble que James. Arthur White observó que la invalidez de James White “impulsó a Elena a hablar en público sin vergüenza, al punto de que ella podía entrar en una iglesia y dirigirse al público en el culto divino el sábado de mañana” (Bio 2:185). En enero de 1868, los White regresaron a Greenville. Los tres meses siguientes, se dedicaron a escribir durante la semana y, los fines de semana, a viajar para predicar en las iglesias que se encontraran a un día de distancia de Greenville. Así, Elena confirmó por experiencia lo que había aprendido por sus visiones: que ella y James debían equilibrar su vida agotadora de ministerio con ejercicio físico, un sueño adecuado, e intervalos de descanso y relajación.

Cuando James White regresó al trabajo a principios del verano de 1868, se encontró con los obreros de la Review and Herald. Ofreció una oración pidiendo a Dios que bendijera la casa editora para hacer de cada página del periódico un medio para salvar almas; y que permitiera que cada impresor, editor y obrero pudiera ver, en la Tierra Nueva, los frutos de su labor. Durante su oración, James se quebró y lloró. Uriah Smith, entonces editor del periódico, recordó: “Por un momento lloramos todos juntos en silencio, excepto por algunos sollozos audibles y por la respuesta efusiva de los presentes”.136

Si bien James y Elena reanudaron sus viajes, visitando casi cada congreso campestre adventista de Norteamérica cada uno o dos años, ahora comenzaron a incluir vacaciones en sus planes. Al “comienzo del año” 1870, compraron una casa de campo en Washington, Iowa, como un “escondite” donde pudieran “relajarse y seguir escribiendo”. Pasaron una semana allí a principios de junio, antes de asistir al congreso campestre de Iowa, seguido por los congresos de Illinois, de Minnesota, y de Wisconsin en las semanas siguientes (Bio 2:290).137 En 1870 también que se publicó el primer tomo de The Spirit of Prophecy.138

La boda de James Edson y Emma

En el verano de 1869, James y Elena se enteraron de que Edson, que todavía no tenía veinte años, estaba pensando en casarse. A ninguno de sus padres les agradó la noticia. Elena le escribió: “Papá llora por este tema. Pero ninguno de los dos sabemos qué decir o qué hacer al respecto. Pensamos igual. En este momento no estás en condiciones de tener una familia porque, a nuestro criterio, eres un niño; en dominio propio, eres un niño”. Sin embargo, ella no quería darlo por perdido, a pesar de su falta de esperanza. “Mi corazón sangra por ti. No puedo perder la esperanza en ti” (Ct 6, 1869).139 El matrimonio de Edson White y Emma McDearmon se realizó en Battle Creek el 28 de julio de 1870, día en que Edson cumplía 21 años. James ofició en la boda, que también le dio a la familia un descanso en la ocupada programación del congreso campestre. Después James, Elena, Willie, y Lucinda Hall, la mejor amiga de Elena que en ese entonces la ayudaba con las tareas generales del hogar y era su asistente literaria, subieron al tren para asistir a los congresos campestres de Nueva York y de Massachusetts.140 Aunque Edson y Emma no tuvieron hijos, su matrimonio fue exitoso y duró hasta que Emma falleció en 1916.

Verano en las Montañas Rocallosas

En 1872, la salud de James White se estaba deteriorando otra vez, así que James, Elena, Willie y Lucinda Hall partieron hacia California (Ct 5, 1872; Bio 2:341; Ct 10, 1872; Ct 11, 1872; Ms 4, 1872).141 Salieron de Battle Creek el 23 de junio y esperaban llegar a California en una semana, pero los demoraron las escalas que hicieron en Missouri y en Kansas; por lo tanto, cuando llegaron a Denver, Colorado, habían estado viajando por tres semanas. James estaba tan débil, que se desmayó en la estación del tren. Descansó en el piso, demasiado débil para caminar, mientras Willie buscaba a su prima Louisa Walling, hija de Caroline Harmon Clough, hermana de Elena. El esposo de Louisa, William Walling, trajo un carruaje e invitó a los White y a Lucinda a quedarse en Denver por un tiempo. Como James no estaba en condiciones de seguir viaje, decidieron descansar inmediatamente y “probar el aire de montaña” en las altas Rocallosas, en ese entonces mayormente vírgenes de las comodidades de la civilización moderna. Una variedad de experiencias de vacaciones –como acampar, cazar, pescar, cabalgar, hacer montañismo, y cosechar frambuesas y grosellas– hicieron que el verano pasara rápidamente (Ct 30, 1872).142

Consejos sobre la reforma educativa

Mientras estaba en las Rocallosas, Elena describió los ideales de la educación adventista que ella había visto en una visión previa. Los consejos se publicaron por primera vez en su Testimonio número 22, bajo el título “La educación apropiada”. Después, fueron nuevamente publicados, esta vez en seis partes en el Health Reformer (diciembre de 1872; y de abril a julio, y septiembre de 1873).143 Ella comenzó diciendo: “Tratar con las mentes juveniles es la obra más hermosa [más delicada] en la que se hayan empeñado jamás hombres y mujeres”. Según ella, la educación apropiada “abarca más que tener simplemente un conocimiento de los libros”. Elena sugería, en cambio, un enfoque equilibrado e integral de la educación, que “abarca todo lo que es bueno, virtuoso, justo y santo”; y “la práctica de la templanza, la piedad, la bondad fraternal, y el amor mutuo y hacia Dios”. Esto se podía lograr solo prestando atención a “la educación física, mental, moral y religiosa de los niños” (TI 3:147). Aunque las sugerencias y los programas educativos de Elena no era únicos comparados con las ideas y los programas de otros reformadores de la educación de aquel tiempo, “sus conceptos estaban adelantados a las prácticas educativas generales de la época”;144 por lo que ella no era ilusa al decir: “Somos reformadores”. Sin embargo, el principio de crear sinergias entre el trabajo mental y las ocupaciones físicas no surgía del antiintelectualismo, como a veces se encuentra entre los cristianos conservadores, pues ella también declaró: “La ignorancia no aumentará la humildad ni la espiritualidad de ningún profeso seguidor de Cristo. Las verdades de la Palabra divina pueden ser apreciadas mejor por un cristiano intelectual. Cristo puede ser glorificado mejor por aquellos que le sirven inteligentemente” (TI 3:177, 178).

Un invierno de grandes esfuerzos llegó a su punto culminante con la organización de la Asociación de California. En marzo, los White regresaron a Battle Creek para asistir al Congreso de la Asociación General de 1873 y promover el colegio que, más adelante, llegaría a ser el Colegio de Battle Creek (Bio 2:371). Tras seis semanas de intensa actividad en Battle Creek, el 22 de abril de 1873, James White sufrió un cuarto derrame cerebral y, el 13 de mayo, un quinto derrame. Estos dos ataques fueron una señal de que debían escapar de las presiones de la sede e ir a los ya conocidos lugares de descanso de Iowa y de Colorado. James y Elena predicaron en el congreso campestre de Iowa y planificaron asistir a otros tres congresos. Pero, unos días en su “hogar de refugio” en Washington, Iowa, los convenció de faltar a los congresos campestres e ir directo a Colorado (Bio 2:381-384; Ms 8, 1873).145

Durante el verano de 1873, los White se quedaron más de cuatro meses en Colorado. James y Elena se dedicaron a descansar y a escribir. Willie disfrutaba andar en bote, pescar y cazar. Elena contó sobre una excursión vespertina de Willie que se convirtió en una aventura nocturna: “El Hno. Glover y Willie salieron a pescar una noche, pero el viento era tan fuerte que [...] se vieron obligados a acampar toda la noche del otro lado del lago”. Hicieron una fogata y la alimentaron toda la noche. Elena le escribió a Edson y a Emma: “Estuvimos muy angustiados por ellos hasta que volvieron a casa, al campamento, a la mañana siguiente. Hasta ahora todos los peces que pescamos fueron con un cebo plateado. El Hno. Glover ya se fue, después de la puesta del sol del sábado, a probar suerte de nuevo” (Ct 13, 1873). Una semana después, la persona que tenía que llevarles provisiones no apareció y los acampantes se quedaban sin comida. Elena registró en su diario: “Hace algunos días que nuestros suministros son muy pocos. Se terminaron muchas de nuestras provisiones; no hay manteca, ni ninguna salsa, ni harina de maíz ni integral. Tenemos un poco de harina blanca y eso es todo. Esperábamos provisiones hace tres días, pero no llegó nada. Willie fue al lago a buscar agua. Escuchamos su arma y descubrimos que había cazado dos patos. Es una bendición, realmente, porque necesitábamos algo de qué vivir” (Ms 12, 1873). Mientras pensaban en qué “podrían hacer si no llegaba ayuda ese día, el Sr. Walling llegó cabalgando” con provisiones limitadas. “Nos trajo manteca y harina blanca”. Willie agregó a las provisiones esa noche al pescar lo que Elena describió como “catorce de las truchas más grandes que había visto” (ibíd.).146

Durante parte de ese tiempo, James invitó a Dudley M. y Lucretia Canright a acompañarlos en las montañas. Tres semanas en una cabaña atestada tuvieron como desenlace una discusión entre James y Dudley. Canright dijo después que él comenzó a perder la fe en el liderazgo de Elena cuando ella se puso de parte de su esposo en aquella ocasión. (Ver *Colorado y *Dudley M. Canright.) Los White permanecieron en las Rocallosas, Colorado, hasta principios de noviembre; luego regresaron a Battle Creek para un congreso de la Asociación General; y finalmente, fueron a California en diciembre.

Fundación de la Pacific Press

Durante un invierno californiano lluvioso, mientras esperaban impacientes que mejorara la salud de James, los White estudiaron y oraron para saber cuáles eran los próximos pasos que debían seguir. El 1º de abril de 1874, Elena tuvo una visión sobre el poder de la prensa, que desafiaba a los líderes de iglesia a no tener “ideas demasiado limitadas de la obra”, sino a “tener una visión más amplia”. Ella preveía una expansión de la obra adventista en el oeste de los Estados Unidos, y también en el extranjero (NB 206, 207).147 Mientras analizaban juntos este mensaje, se convencieron de que debían publicar un periódico semanal en Oakland, California. Por lo tanto, los White se mudaron allí en abril; en mayo, comenzaron reuniones evangelizadoras en carpas; y para el 4 de junio, fundaron la casa editora Pacific Press Publishing Association y publicaron la primera edición de Signs of the Times. James renovó sus ganas de vivir al sumergirse de nuevo en las publicaciones, como lo había hecho antes. Sin embargo, los obstáculos financieros eran grandes. Al orar por soluciones, Elena informó que “fue como si una voz audible dijera: ‘Vayan a las iglesias y pidan dinero a los que yo hice mayordomos de recursos’ ”, a la vez que veía a un ángel señalando hacia el este, del otro lado de las Montañas Rocallosas. Ella “esperó el consentimiento de su esposo”, quien se lo dio con lágrimas en los ojos, pues él no podía ir con ella y dejar el nuevo periódico. Elena empacó y partió apresuradamente el mismo día en que el nuevo periódico salió, por temor a que él cambiara de idea. Viajó sola hasta que Willie se encontró con ella unos días después. Elena habló en cuatro congresos campestres: Iowa, Illinois, Wisconsin y Minnesota. Después del congreso campestre de Minnesota, Elena y Willie pasaron unos días en la casa de Washington, Iowa, antes de regresar a Battle Creek el 3 de julio (ST, 4/6/1874; Ms 4, 1874; Bio 2:419, 420; Cts 34, 36, 38, 40, 1874).148

Ante una gran audiencia, cuando Elena habló en una reunión de temperancia en Battle Creek, el 14 de julio, Willie la acompañó a la plataforma. Elena le contó a James: “Willie me esperó en el púlpito, y se sentó conmigo allí y me puso el abrigo sobre los hombros cuando terminé de hablar. Parece que entiende su parte” (Ct 43, 1874). La ayuda de Willie incluía acompañarla en visitas personales, y brindarle ayuda como secretario y como editor. Elena le escribió su esposo: “Acabamos de terminar Sufferings of Christ. Willie me ayudó y ahora lo llevamos a la oficina para que Uriah [Smith] haga la reseña. Creo que saldrá un folleto de 32 páginas” (Cts 41, 44, 1874). En agosto, James se reencontró con ella para asistir juntos en el congreso campestre de Michigan y para la inauguración del colegio.

El primer colegio adventista

El Colegio de Battle Creek se inauguró oficialmente el 24 de agosto de 1874. Surgió a partir de la escuela que Goodloe Harper Bell había comenzado con doce alumnos en el verano de 1872. Al principio del año escolar de 1873, el consejo escolar reemplazó a Bell por Sidney Brownsberger, de 28 años, que tenía un título de maestría de la Universidad de Michigan. Los White estaban comprometidos incuestionablemente con la idea de un colegio que capacitaría a obreros denominacionales. Sin embargo, James y Elena no estaban contentos con la ubicación elegida para el colegio; y una lectura cuidadosa del artículo “La educación apropiada” (TI 3:147-178) muestra que un lugar rural habría sido preferible a una ciudad como Battle Creek. Pero, finalmente, otras consideraciones tuvieron más peso en la decisión definitiva de la ubicación del campus. En el otoño, ella leyó “La educación apropiada” ante el consejo escolar, enfatizando la necesidad de combinar el trabajo físico con los estudios intelectuales. Sin embargo, aunque Brownsberger admitió que no tenía conocimiento sobre esa clase de educación ni experiencia en el área, el consejo escolar consideró que el título académico de él era demasiado valioso como para descartarlo en favor de las innovaciones que Elena sugería. Ella quedó profundamente decepcionada pero, con James, “continuaron apoyando el colegio y trabajando por su éxito”.149 Elena reconocía la importancia de las “ciencias”, una referencia a los demás cursos académicos, pero insistía en que “la Biblia debe ser central en toda instrucción”.150 Tres años después, ella reiteró el propósito del colegio: “El colegio de Battle Creek fue fundado con el propósito de enseñar ciencias y, al mismo tiempo, llevar a los alumnos al Salvador, origen de todo el conocimiento verdadero. La educación adquirida sin la religión de la Biblia está privada de resplandor y gloria. [...] El gran objetivo de la fundación de nuestro colegio fue dar visiones correctas y mostrar la armonía de la ciencia con la religión de la Biblia” (TI 4:269).

Durante el verano y el otoño de 1874, se había construido un nuevo edificio y, en diciembre, el colegio se pudo mudar a él. La dedicación del colegio se planificó para el 5 de enero de 1875, pero Elena estaba enferma de gripe. Cuando J. H. Waggoner, Uriah Smith y James White fueron y oraron por ella, recibió una visión,151 después de la que “ella [...] le dijo a sus oyentes que, en no mucho tiempo, debemos enviar pastores a tierras extranjeras, que Dios bendeciría sus labores y que, en muchos lugares, habría un trabajo de publicación de la verdad presente. Ella dijo que, en la visión, había visto imprentas funcionando en muchas tierras extranjeras, imprimiendo revistas, folletos y libros que contenían verdades sobre la santidad del sábado y la pronta venida de Jesús. En este punto, papá [James] interrumpió y dijo: ‘Elena, ¿puedes decirnos los nombres de esos países?’ Ella vaciló un momento y después dijo: ‘No, no sé los nombres. La imagen de los lugares y de las imprentas es muy clara y, si llegara a verlos, los reconocería. Pero no escuché los nombres de los lugares. Oh, sí, recuerdo uno, el ángel dijo Australia’ ”.152 En ese momento, la denominación tenía dos casas editoras y una institución sanitaria, y estaba por dedicar su primer colegio. La iglesia acababa de enviar a J. N. Andrews a Europa, pero pasarían años antes de que la Iglesia Adventista tuviera imprentas en Europa u otro tipo de obra en Australia.

Dificultades con su esposo

James y Elena de White tenían una relación inusual para los Estados Unidos del siglo XIX. Las tensiones normales de un equipo ministerial –estar juntos, a menudo, casi 24 horas al día, siete días por semana– se intensificaban por el conflicto potencial entre la autoridad de James como presidente de la Asociación General y la de Elena como profetisa. (Ver *Casamiento de James y Elena de White y *Mujer, Problemáticas relacionadas con la).153

James tenía una personalidad enormemente enérgica, talentosa, dedicada y perseverante. Sin su empuje y liderazgo, probablemente no existiría la “Iglesia Adventista del Séptimo Día como la conocemos hoy”. Su energía y persistencia llevaron a implementar las ramas “publicadora, administrativa, médica y educativa” del programa adventista. Sin embargo, su personalidad dominante, combinada con su mala salud después de 1865 (a lo largo de los años, tuvo por lo menos cinco accidentes cerebrovasculares), hacía de él una persona con la que, a menudo, era difícil convivir. Después de su primer ataque, “su incapacidad para confiar en otros, para tomarse las cosas con calma o para delegar autoridad influenció el resto de su vida”.154 Aunque, a veces, sufría de depresión grave, e hizo “declaraciones y acusaciones imprudentes”, él continuó haciendo “grandes contribuciones” a la iglesia, logrando “más [de lo] que tres o cuatro hombres combinados” conseguirían. Sin embargo, sus problemas afectaron su relación con otros líderes de la iglesia, así como también con su esposa y sus hijos.155

Un período de tensión grave en el matrimonio White empezó en la primavera de 1874, cuando ellos estaban en Oakland, California. Elena sintió un fuerte llamado a viajar al este y dirigir congresos campestres, pero era reacia a hacerlo sin James. Sin embargo, él tenía la intención de lanzar el nuevo periódico Signs of the Times. Además, su estado de ánimo era tan impredecible, que Elena creía que él no estaba en condiciones de enfrentar la tensión pública del circuito de congresos campestres.

Cuando James se dio cuenta de la grave falta de fondos de la Pacific Press, Elena propuso asistir a los congresos campestres y usar la oportunidad para recaudar fondos para la Pacific Press. James no quería verla partir pero, cuando el impasse fue planteado de esta manera, accedió y ella partió ese mismo día (4 de junio), antes de que él pudiera cambiar de idea. (Ver sección anterior, “Fundación de la Pacific Press”.) Durante siguiente mes, Elena le escribió una carta o una postal por día. Para el 7 de julio, James se sentía mucho mejor y, el 4 de agosto, se reunió con ella en Battle Creek, donde reanudaron su equipo ministerial. Habían trabajado por separado por solo dos meses.

Un período similar de tensión ocurrió en la primavera de 1876. Esta vez, fue Elena quien estuvo instalada cómodamente durante unas semanas en las que tuvo la rara oportunidad de escribir ininterrumpidamente, y se dedicó al manuscrito “Life of Christ”, que había comenzado en 1872 (Bio 3:22). Al destinar mucho tiempo a escribir, pudo publicar, en los dos años siguientes, los tomos 2 y 3 de The Spirit of Prophecy, que abarcan grandes partes de la vida de Jesús en la Tierra.156

Por su parte, James partió el 22 de marzo de 1876 para cumplir con responsabilidades administrativas en Battle Creek, seguidas de congresos campestres. Instó repetidas veces a Elena para que lo acompañara, pero ella quería continuar escribiendo sobre la vida de Cristo. Elena sentía que, bajo sus actuales circunstancias, era mejor que estuvieran separados, pues ella no podía explicar los cambios repentinos de humor y de sentimientos de su esposo. Elena le confió a su amiga cercana, Lucinda Hall que, frecuentemente, James se enojaba y se quejaba, se ponía nervioso, censuraba y criticaba. Ella tenía la impresión de que él quería darle órdenes como si fuera una “niña”. Cuando estaba de ese humor, él hablaba con tanta aspereza, que ella no se sentía “feliz en su presencia” y dudaba realmente de que su esposo deseara la suya. Elena ya no sentía “la libertad de orar con él” como habían disfrutado antes. Es obvio que ella estaba exhausta cuando le escribió a Lucinda Hall, diciendo: “No he perdido el amor por mi esposo, pero hay cosas que no puedo explicar” (Cts 64, 65, 67, 1876, en HD 324-330, 333; Bio 3:22).

Aunque Elena le escribía diariamente a su esposo, siguió dedicándose a su propio trabajo. El 14 de mayo le informó que su primer tomo sobre la vida de Cristo (SP, t. 2) estaría listo en cuatro semanas y que, entonces, se reuniría con él en el congreso campestre de Minnesota. Sin embargo, solo una semana después de escribir esta nota, ella empaquetó sus escritos y tomó el tren al este para encontrarse con su esposo en el congreso campestre de Kansas, el 27 de mayo. Pasaron el resto del verano hablando en congresos campestres, catorce en total. Ella trabajaba en el libro mientras viajaban y lo terminó en noviembre (Cts 26, 27, 1876, en HD 333, 334).157

El congreso campestre de Groveland

Uno de los congresos campestres del verano de 1877 se destaca por varias razones. La administración logística del congreso en Groveland, Massachusetts, indudablemente tuvo una actuación magistral. El lugar del campamento era una arboleda de pinos y robles, con las vías del Ferrocarril Boston y Maine al lado de la arboleda. Como el lugar también estaba cerca de un río, durante el día era posible para la gente trasladarse hacia las reuniones en ferris.158 En la mañana del domingo 26 de agosto, Elena habló sobre el tema de la temperancia cristiana al grupo más grande frente al que hubiera hablado alguna vez: 20.000 personas. Cada día pasaban 18 trenes, y paraban en el campamento para traer y llevar gente. El tren de las 14:30 del domingo tenía quince vagones llenos de gente. Un periódico informó que “esta dama [Elena de White] es una oradora contundente e impresionante, y controla al público con su enunciación clara y con su lógica convincente”.159

Salvación por medio de Jesucristo

En junio de 1878, Elena viajó en un barco de vapor desde San Francisco hacia Portland, Oregon. Después de distribuir algunas publicaciones adventistas, ella oyó a un pastor que le hablaba a un grupo de personas en relación con los folletos escritos por ella. Él insistía en que era imposible guardar la Ley, y dijo: “La Sra. White es pura ley, ley; ella cree que debemos ser salvos por la ley y que nadie puede ser salvo a menos que guarde la ley. Pero yo creo en Cristo. Él es mi Salvador, solo Cristo puede salvarnos y, sin él, no podemos ser salvos”. Elena no podía ignorar la acusación de que ella dependía de la Ley para ser salva. Ella declaró: “Eso es falso. La Sra. White nunca asumió esa postura. Hablaré por mí y por mi pueblo. Siempre tomamos la posición de que, en la Ley, no había poder para salvar a un solo trasgresor de la Ley. La Ley declara al pecador culpable y lo condena, pero no está en su terreno perdonar ni el menor ni el mayor de los pecados. Si pecamos, tenemos un abogado con el Padre, Jesucristo el justo” (ST, 18/7/1878).160 Después de una explicación minuciosa de la relación entre la Ley y el Evangelio, ella concluyó con el pedido de que su crítico “nunca vuelva a expresar la tergiversación de que nosotros [los adventistas] no dependemos de Jesucristo para la salvación, sino que confiamos en la Ley para ser salvos” (ibíd.).

Esta era una batalla que ella libró una y otra vez en su vida, tanto fuera como dentro de su iglesia. Su interpretación de la salvación era completamente wesleyana, enfatizando las “grandes verdades” de la “justificación por medio de la fe en la sangre expiatoria de Cristo, y el poder regenerador del Espíritu Santo en el corazón, que lleva fruto en una vida conforme al ejemplo de Cristo” (CS 299). Debido a su insistencia en que la fe viva y la conversión real siempre darían el fruto de una vida como la de Cristo, la acusaban de legalismo. Pero Elena seguía sosteniendo que el único camino a la salvación es “depender de los méritos de la sangre de Cristo y reclamar su fuerza salvadora”. Cuando surgían momentos de duda y desesperanza, ella les aconsejaba a los creyentes “confiar, depender en los méritos exclusivos de la expiación y, en toda nuestra irremediable falta de méritos, arrojarnos sobre los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nunca pereceremos mientras hagamos esto, ¡nunca!” (RH, 22/4/1862). James compartía esa convicción.161 Ambos argumentaban vigorosamente que la justificación únicamente se alcanza, por fe, a través de la gracia y que la santificación es el fruto de esa fe.162

Vacaciones en Colorado e invierno en Texas

En agosto de 1878, James estaba de vacaciones con Willie, en Colorado. Elena le escribió y expresó su esperanza de que ambos estuvieran “alegres y contentos” en las montañas. Ella le sugirió a James: “Deja a un lado el trabajo [...]. Saca todo el placer que puedas de este momento”. Después, agregó que él y Willie debían tratar de “ser tan libres como las aves del cielo. [...] Mejórate en los pocos días que tienen juntos ahora. Pasea, acampa, pesca, caza, ve a lugares que no has visto, y a la vez descansa y disfruta de todo. Después, vuelve a tu trabajo fresco y vigoroso” (Ct 1, 1878, en MR 9:317).163

Durante el otoño y el invierno de fines de 1878 y principios de 1879, los White pasaron varios meses en Texas organizando reuniones y evangelizando. Arthur G. Daniells, de 21 años, había ido a Texas a colaborar con la evangelización en carpas. Pronto, estaba ayudando a James White como secretario; y su esposa, Mary Daniells, estaba trabajando como cocinera en la casa de los White.

James era entonces presidente de la Asociación General, y de varias organizaciones publicadoras, médicas y educativas; también era jefe de redacción de la Review and Herald y la Signs of the Times. Para James, era difícil dejar algunas responsabilidades y darles lugar a otros en el liderazgo. No era consciente de que él y Elena estaban para ese entonces instruyendo a un pastor joven, Arthur G. Daniells, quien dirigiría la iglesia por 21 años (Bio 3:98-108).164 (Ver *Texas y *Caravana de carretas.)

El Tabernáculo de “las monedas de diez centavos”: el último gran proyecto de James White

En la tarde del domingo 20 de abril de 1879, la iglesia de Battle Creek dedicó su cuarto templo. El “tabernáculo de las monedas de diez centavos” era el templo adventista más grande que se hubiera construido hasta esa fecha. Tenía asientos para 3.200 personas, y “medía 32 x 39,62 metros [105 x 130 pies] con reloj y campanario de 32 metros [108 pies] de altura sobre la entrada principal”. El nombre de la iglesia se debía al método de financiar su construcción. Se le pidió a cada miembro que, “para construirlo, contribuyera con una moneda de diez centavos por mes durante un año”. Esta novedosa forma de recaudar fondos fue lo que le dio nombre a la iglesia: “tabernáculo de las monedas de diez centavos”.165 Como en ese entonces la membresía de la iglesia en todo el mundo era de menos de 15.000, es de esperar que no pocas personas criticaran el ambicioso proyecto. Cuando la crítica se volvió muy fuerte, Uriah Smith, editor de Review and Herald, escribió un editorial como respuesta:

“El tema de su discurso ahora es el nuevo tabernáculo: ‘¡No creemos en la construcción de grandes casas de reunión!’ ¿Cuáles fueron sus textos en el pasado? Fueron estos: ‘No creemos en la organización’, ‘No creemos en la dadivosidad sistemática’, ‘No creemos en grandes casas editoras con prensas de vapor’, ‘No creemos en congresos campestres’, ‘No creemos en establecer un instituto de salud’, ‘No creemos en fundar un colegio’, ‘No creemos en actividades misioneras con folletos’; y ahora: ‘No creemos en la construcción de tabernáculos’ y, si es que lo hacemos, ‘No creemos en los arbolitos de Navidad para recaudar fondos para pagarlos’; y si alguna vez estos queridos que ‘no creen’ llegan al cielo, es de esperar que los oigamos decir, mientras las grandes multitudes salen de la tierra y del mar: ‘No creemos en una multitud tan grande’, ‘No creemos en hacer tanto revuelo para establecer el Reino de Dios’ ”.166

Como consecuencia, Smith finalmente preguntó: “¿Dónde estaría la causa ahora si las opiniones y los sentimientos de estas personas hubieran prevalecido?” Sin embargo, James White no sabía que el edificio del “tabernáculo de las monedas de diez centavos” sería el último gran proyecto de su vida.

El último año de James White

Mientras la salud de James White seguía deteriorándose, a sus intervalos de descanso, le seguían reiterados períodos de exceso de trabajo, y mayor deterioro de su salud física y mental. En los primeros meses de 1881, Elena compartió con Willie sus perplejidades sobre James: “Papá estuvo en un estado anímico tal que temí que perdiera la razón. Pero está terminando de dejar las responsabilidades de los asuntos de oficina y se dedicará a escribir. Espero que lo haga [...]. A veces, estoy tan perpleja y afligida, que deseo la jubilación o la muerte, pero después recupero el valor otra vez” (Ct 1a, 1881). Hacia mediados de mayo de 1881, estaban criticando tan fuertemente a Elena en Battle Creek, que hasta sus amigos más cercanos quedaron afectados. Ella lamentaba que hasta Lucinda Hall “se distancie de mí como si fuéramos apenas conocidas. [...] Hay una gran distancia entre nosotras” (Ct 4a, 1881). W. C. White admitió después que hubo veces en que él ni siquiera quería estar muy relacionado con su madre por la forma en que la criticaban.167 La habían criticado antes, pero esta vez era completamente distinto.

Durante 1881, en los meses previos a la muerte de James White, las críticas a Elena fueron las más feroces que ella recordara haber recibido hasta ese momento (Ct 4a, 1881; Ct 5a, 1881; Ct 8a, 1881).168 La gente afirmaba que no se podía confiar en Elena porque estaba “influenciada” por varias personas cercanas a ella. Casi exhausta, ella les explicó a Willie y a Mary que James White estaba usando los escritos de ella para desvalorizar a G. I. Butler y a S. N. Haskell, que servían como presidente y secretario de la Asociación General desde el retiro de James por un derrame. Luego, surgió un conflicto entre James y el Dr. J. H. Kellogg, y ambos usaron palabras de ella como munición verbal. El doctor hasta iba a ella “para obtener expresiones de [ella] respecto de asuntos de la causa” en los cuales ella “no podía apoyar” a su esposo, solo para usarlas en contra de James para destruir su influencia (Ct 5a, 1881). En un sueño que había tenido el año anterior, ella había visto que Kellogg juntaba piedras –“los errores del pastor White”– para apedrearlo “a muerte”, y que James juntaba una pila similar para apedrear al doctor (Ms 2, 1880, en MR 12:10, 11). En resumen, personas destacadas estaban utilizando los testimonios de Elena de White para autojustificarse mientras, al mismo tiempo, dudaban de la validez de las palabras de ella cuando otros las citaban. Elena dijo: “Esta falta de armonía me está matando. Tengo que hacer caso a mi propio consejo y no confiar en nadie” de Battle Creek. Todos debían “trabajar en favor de la armonía. Que no haya divisiones entre nosotros. Debemos presentarles un frente unido a nuestros enemigos y a nuestro pueblo. Esta separación es obra de Satanás. Debemos cerrar la puerta a las estratagemas de Satanás. Debemos desear el afecto y el amor. Nos estamos volviendo duros, incomprensivos. [...] Dios no se complace con estas actitudes duras, críticas, férreas entre nosotros como pueblo. Es hora de que este asunto termine y que se aprecie otro espíritu más semejante a Cristo. Necesitamos que Jesús, en cada momento, nos enternezca el corazón y nos haga más bondadosos, compasivos y corteses” (Ct 5a, 1881).

Por meses, Elena se sintió “aplastada y abatida” pero, finalmente, pudo entregar su carga a Jesús y hallar paz. En la tarde o noche del 16 de julio de 1881, les leyó en privado una “gran cantidad de páginas” a Kellogg y a su esposo. Tres días después, llamó a “todos los hombres responsables de la iglesia y de las instituciones”, y leyó de nuevo el documento sobre J. H. Kellogg y sobre James White.169 Como resultado de esas y de otras reuniones realizadas en el lapso de una semana, se logró un avance dramático en la iglesia de Battle Creek (Ct 8a, 1881).170 Toda la situación había sido un conflicto de presunta “influencia”. Cuando Elena reprendía los males existentes, algunos presumían que ella estaba influenciada por su esposo; mientras que su esposo suponía que los demás le habían inculcado prejuicios en su contra cuando ella lo reprobaba por sus males (ibíd.).171 Por esta época, James tenía algunas premoniciones de que ocurriría un gran cambio y, teniendo eso en mente, le dijo a Elena: “Confieso mis errores y pido tu perdón por cualquier palabra o acto que te haya causado pena. No debe haber nada que estorbe nuestras oraciones. Todo debe estar bien entre nosotros, y entre nosotros y Dios” (Ms 6, 1881, en Fl 168 47).

El sábado 30 de julio, James “inició el culto” en la iglesia de Battle Creek “con cantos y oración”, y Elena predicó el sermón. Dos días después, el 1º de agosto, James sufrió un grave resfrío, que se pensó que era fiebre palúdica. El miércoles lo llevaron al Sanatorio de Battle Creek y, un día después, tuvo otro derrame. Murió a las 17 del sábado 6 de agosto de 1881, dos días después de cumplir sesenta años (ibíd., pp. 50, 52).172 Se decidió que el funeral sería el sábado 13 de agosto, para que pudieran asistir Willie y Mary, que estaban en Oakland, California. La semana siguiente al funeral, Elena habló una vez más en el tabernáculo. Después, ella y su nuera partieron a Colorado, dejando que Willie y Edson se ocuparan de los asuntos financieros de James White (Bio 3:181, 182).173 Ciertos “amigos” de Elena querían levantar una “columna quebrada como monumento” en la tumba de James, como muestra del hecho que había muerto con apenas sesenta años. Ella replicó: “¡Nunca!, ¡nunca! Ha hecho sin ayuda la obra de tres hombres. ¡Nunca se pondrá sobre su tumba un recordativo quebrado!” (Ms 8, 1904, en MS 1:127).174 Más allá de los desafíos que James y Elena vivieron en su matrimonio después de los derrames de él, ellos se amaban mutuamente. Un año antes de su muerte, James escribió que Elena había sido su “corona de alegría” a lo largo de su vida matrimonial (LS80 126, 127). Cinco semanas después de la muerte de James, ella escribió: “Estoy convencida de que mi vida estaba tan entrelazada o entretejida con la de mi esposo que es casi imposible para mí ser de alguna importancia sin él” (Ct 17, 1881).175 Y 18 años después, Elena escribió: “¡Cómo lo extraño! ¡Cómo anhelo sus palabras de consejo y sabiduría! ¡Cómo anhelo oír sus oraciones fundiéndose con las mías pidiendo luz, dirección y sabiduría para saber cómo planificar y trazar la obra!” (Ct 196, 1899).176 Ella sentía que James era “el mejor hombre que hubiera caminado sobre la Tierra” (Ms 131, 1906, en Bio 1:84).

Enciclopedia de Elena G. de White

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