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Obrera experimentada (1900-1915)

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Cuando Elena de White regresó a Norteamérica en 1900, ella tenía 72 años.250 Antes de 1891, ella había mantenido un alto perfil en su rol de liderazgo, caracterizado por largos y agotadores itinerarios de compromisos de predicación en congresos campestres y otras convocatorias. Durante los años que pasó en Australia, y continuando hasta principios de la década de 1900, ella redujo gradualmente la frecuencia de sus apariciones públicas y la cantidad de correspondencia personal. En sus últimos años, Elena escribió cada vez menos material nuevo de cualquier tipo y concentró sus fuerzas menguantes en revisar y arreglar la publicación de materiales que había escrito previamente.

Establecimiento de una residencia

Elena de White primero pensó en regresar a la casa que todavía tenía en Healdsburg, California, pero su hijo Willie se opuso a vivir “cerca de cualquier colegio”. Pensaron en ubicarse cerca de la Pacific Press, en Oakland, pero después de pocos días concluyeron que los precios eran demasiado altos y que el clima de Oakland era “demasiado frío y neblinoso” para la salud de Elena, que ya tenía casi 73 años (Ct 121, 1900, en 1888M 1.707, 1.708; Ct 146, 1900; Ct 158, 1900). Visitaron a viejos amigos en el Sanatorio de St. Helena para tomarse un descanso en la búsqueda de casa. Cuando Elena le describió a Jenny L. Ings su desilusión con la “búsqueda de casa”, la Sra. Ings respondió: “Bueno, hay un lugar bajo la colina que le vendría bien”. Al investigar, Elena descubrió una granja con huertos, viñedos, granero, establo y, lo mejor de todo, “una casa completamente amueblada”, lista para ocupar. Ella había obtenido suficiente por la venta de su casa en Australia como para comprar el lugar en St. Helena. Así, a la semana de llegar a los Estados Unidos, Elena encontró una casa lista para mudarse. En una carta a Stephen y Hetty Haskell, se la notaba exultante: “Este lugar no lo estaba buscando. Vino a mí sin una intención o pensamiento propios. El Señor es tan bondadoso y misericordioso conmigo. Puedo confiarle mis intereses a él, que es demasiado sabio para errar y es demasiado bueno para hacerme daño” (Ct 132, 1900, en MR 21:126, 127; Bio 5:30-34). Ella entro en posesión de la casa el 16 de octubre de 1900. Unos tres meses después, la llamó Elmshaven, por los grandes olmos que entonces se erguían frente a la casa (Ct 127, 1900; Bio 5:34-36, 46).251 Al poco tiempo de establecerse ahí, Elena publicó el sexto tomo de Testimonios para la iglesia, así como también el libro Testimonies on Sabbath School Work. Al final, la serie de los Testimonios se completaría en 1909, con el lanzamiento del noveno tomo. Los tomos 7 y 8 se publicaron en 1902 y en 1904, respectivamente.

Congreso de la Asociación General de 1901

Para varios delegados destacados, la apertura efectiva del congreso de la Asociación General de 1901 sucedió el día previo a la apertura oficial. El 1º de abril, Elena de White se dirigió a un gran grupo de líderes eclesiásticos en la biblioteca del Colegio de Battle Creek, y expuso frente a ellos los desafíos que enfrentaba la iglesia. Sin especificar exactamente cómo se debía hacer la obra, ella llamó a una profunda reorganización de la estructura de la iglesia (Ms 43, 1901).252

El presidente en ejercicio, G. A. Irwin, dio comienzo al congreso de manera oficial el 2 de abril. Después del breve discurso de Irwin, Elena subió al púlpito y desafió a los delegados a hacer una obra que “debería haber sido hecha [...] diez años atrás”. Ella dijo que, en el congreso de 1891, “los hermanos habían estado de acuerdo con la luz que Dios había dado, pero que no se hizo ningún cambio especial a fin de generar las condiciones necesarias para que el poder de Dios se pudiera revelar entre su pueblo”. Ahora, ella renovaba el llamado a la reconversión personal y a la reestructuración denominacional. Elena declaró: “Lo que queremos es una reorganización. Queremos comenzar por los cimientos y construir sobre un principio distinto” (GCB, 3/4/1901).253

Aunque no especificó “de qué modo” se “debía lograr” esta reorganización, ella insistió en que las pesadas responsabilidades del liderazgo debían descansar sobre un grupo más grande de hombres. “Debe haber más de uno o dos o tres hombres para abarcar el vasto campo completo. La obra es grande y no hay ni una mente humana que pueda planificar la obra que se debe hacer”. Ella instó a los delegados a tomar en serio la obra que se debía hacer en el congreso. “Que cada uno de ustedes vaya a casa, no a charlar y charlar, sino a orar. [...] Vayan a casa y rueguen a Dios que los moldee según su semejanza divina” (ibíd.). En esta línea, enfatizó la seguridad personal de la salvación de cada uno. “Cada uno de ustedes puede saber por sí mismo que tiene un Salvador vivo, que es su ayudador y su Dios. No necesitan decir: ‘No sé si soy salvo’. ¿Creen en Cristo como su Salvador personal? Si es así, alégrense. No nos alegramos ni la mitad de lo que deberíamos” (GCB, 10/4/1901).

La primera moción que se presentó en la asamblea fue de A. G. Daniells que, el día anterior, había presidido la reunión en la biblioteca del colegio. Hablando por “muchos” que habían estado presentes en esa reunión, propuso suspender “las reglas usuales y los precedentes para la organización y transacción de negocios de la asociación”, y que se designara “una comisión general o central” ampliamente representativa para batallar con los desafíos de la reorganización y preparar propuestas para presentar a los delegados. Después de cierto debate en el que Elena y W. C. White participaron, se aprobó la moción por unanimidad. La comisión central se llamaría “Comisión de consejo” y Daniells fue elegido como presidente (GCB, 3/4/1901).254 El 12 de abril, se votó trasladar el Colegio de Battle Creek a un lugar rural cerca de Berrien Springs, Michigan.255 Elena le dijo a Percy T. Magan: “Es hora de salir, porque pronto ocurrirán cosas grandes en Battle Creek” (Bio 5:92). Durante la última semana del congreso, Elena confrontó al movimiento de la “carne santa”, que había echado raíces en la Asociación de Indiana a lo largo de los tres años previos. El miércoles 17 de abril, en la reunión de las 5:30, ella repudió la enseñanza de que los seres humanos pudieran alcanzar “carne santa” en la vida presente. Ella advirtió: “Si se deja que esta semilla de doctrina llegue un poco más lejos, conducirá a la pretensión de que sus defensores no pueden pecar; porque tienen carne santa, sus acciones son totalmente santas. ¡Qué puerta a la tentación se abriría así!” Ella expresó que esta enseñanza era un “engaño peligroso” y dijo que los que habían “sostenido este fanatismo sería mejor que estuvieran involucrados en un trabajo secular”, donde no “deshonrarían al Señor ni pondrían en peligro a su pueblo” (GCB, 23/4/1901).

Relación con Arthur G. Daniells

Los años de trabajo juntos en Australia habían cimentado la relación triple entre Elena, su hijo Willie y Arthur G. Daniells. Cuando este último llegó a ser el presidente de la asociación local, “comenzó a comunicarse regularmente” con Elena, no para recibir consejo de ella, sino “simplemente para mantenerla informada de las decisiones de la junta y diversos informes de noticias”. Daniells le envió informes regulares por casi dos años antes de empezar a pedirle consejo en forma específica. Entonces, para ahorrarle la carga de correspondencia adicional, formó el hábito de enviar sus comunicaciones por medio de W. C. White. Mientras Willie viajaba hacia los Estados Unidos para el Congreso de la Asociación General de 1897, Daniells comenzó a “consultar directamente” a Elena en vez de a través de su hijo. Al regreso de Willie, Daniells reanudó la comunicación con Elena por medio de él, por respeto a la pesada carga que implicaba para ella dedicarse a la escritura y a otras tareas literarias.256 Para cuando Daniells se convirtió en el presidente de facto de la Asociación General en 1901, había una triple relación bien establecida entre él y los White. Entre 1901 y 1915, escribió con mucha frecuencia y se explayaba sobre prácticamente cada cuestión de importancia con la que debía lidiar. Willie compartía estas preocupaciones con su madre y después le transmitía sus respuestas a Daniells. Así, para 1908, Daniells podía afirmar a William C. White: “Pienso que el hombre que tiene la mayor influencia sobre mí es la persona a la que me dirijo”.257

Incendio del Sanatorio de Battle Creek

El 18 de febrero de 1902, los White recibieron la noticia vía telégrafo de que los edificios principales del Sanatorio de Battle Creek habían quedado reducidos a cenizas. La primera respuesta de Elena fue advertir de no echar culpas apresuradamente (Ms 76, 1903; en SpTB 6:5-10). Ella temía que algunas personas “le dieran su propio sentido a este accidente” y empezaran a condenar a John H. Kellogg (Ct 29, 1902, en Bio 5:151). Elena se reservó su opinión mientras esperaba ver cómo respondería Kellogg a la emergencia. Las cuestiones inmediatas que enfrentaban los líderes médicos eran si reconstruir o no en el mismo lugar, y cuán grande y costoso debía ser el nuevo edificio. Elena, Daniells y otros estaban a favor de mudar el Sanatorio de Battle Creek lejos del ambiente urbano en el que había estado (Ct 110, 1902).258 Más allá de cualquier pensamiento fugaz que Kellogg le haya dado a la opción de mudar el sanatorio, a la semana anunció en la Review and Herald su plan para reconstruir en Battle Creek. Para fines de marzo, la junta de la Asociación General había aprobado el plan de Kellogg. El seguro del sanatorio había pagado 154.000 dólares, los habitantes de Battle Creek habían recaudado 80.000 en efectivo más algunas promesas, y la ciudad aseguró que otorgaría una exención perpetua de impuestos. Las promesas de apoyo, junto con el entusiasmo de Kellogg, convencieron a la junta de reconstruir en Battle Creek. Daniells informó la aceptación de los planes del arquitecto para un edificio “sencillo, pero señorial” y “completamente ignífugo”; cuando estuviera “terminado, amueblado y equipado completamente”, costaría “entre 250 y 300 mil dólares. Pero la junta está decidida a no endeudarse para la construcción de este edificio”.259 La determinación de Daniells de no contraer deudas adicionales sería el foco principal del conflicto entre él y Kellogg antes de que terminara el año.

El principio de la crisis de Kellogg

Kellogg desarrolló la “gran propuesta” de donar el manuscrito y los costos editoriales de un libro nuevo, The Living Temple, y suministrar a la Asociación General 400.000 ejemplares “gratuitos”, siempre que la Asociación General “se encargara de la venta del libro y diera todo lo recaudado a los sanatorios” para cubrir las deudas existentes y pagar el nuevo edificio (Ms 123, 1902).260 Daniells informó a Kellogg en abril que adventistas de distintos lugares estaban entusiasmados con “vender alrededor de medio millón de ejemplares” de The Living Temple. Se hicieron planes para publicar ediciones en idioma alemán y escandinavo “simultáneamente con la edición en inglés”. Sin embargo, Daniells sentía “ansiedad” por un aspecto del plan. Le confió a Kellogg: “Sabe, hay algunos que temen que su pensamiento esté rozando el panteísmo. De hecho, algunos opinan, a partir de sus charlas sobre Dios en el hombre, que usted es prácticamente un panteísta”. “Yo no lo creo”, le aseguró Daniells. “Según lo que he escuchado en sus charlas sobre este tema, yo nunca diría que usted es panteísta. Pero algunos tienen esta impresión. Ahora siento la preocupación de que sus ideas [en The Living Temple] deban ser expuestas con mucho cuidado y sabiduría, a fin de que no haya fundamentos para malas interpretaciones y críticas”.261 Razonó que, intencionalmente o no, nadie querría “diseminar error” y que sería difícil convencer a los miembros de iglesia de vender el libro si ya tenía “mala reputación desde un comienzo”.262 Cuando Kellogg puso la “piedra fundamental” del nuevo sanatorio, lo alabó como un “templo” a la verdad, comparándolo con el Templo de Jerusalén. La retórica de Kellogg era la inversión exacta del consejo que Elena le había dado por escrito diez días antes, de que el edificio de su propuesta era demasiado ostentoso y que “no [se] debía convertir a Battle Creek en una Jerusalén” (Ct 125, 1902, en Bio 5:154).263

En el concilio de otoño de la junta de la Asociación General, que se reunió en noviembre de 1902, se debatió la cuestión de las finanzas y se decidió que todos los emprendimientos en nombre de la iglesia se debían “hacer estrictamente bajo el sistema de contabilidad de caja”.264 Además, se debatió el uso del nuevo libro de Kellogg, The Living Temple, como medio de recaudación de fondos para el nuevo edificio del sanatorio. Una comisión de tres personas, designada para evaluar The Living Temple, dio su informe. J. H. Kellogg y David Paulson recomendaron que se aceptara el libro para la campaña de recaudación de fondos. W. W. Prescott, en un informe de la minoría, evaluó que las porciones teológicas del libro “tendían al daño antes que al bien” y expresó la “esperanza” de que “nunca se publicara”. Como el debate consiguiente reveló que el concilio se inclinaba por el informe de la minoría, Kellogg retiró su libro para que no formara parte de la campaña de recaudación de fondos. Así, se rechazaron las dos preferencias de Kellogg: la política financiera y la publicación de The Living Temple.265 Pronto, fue claro que Kellogg no iba a rendirse en ninguno de estos puntos: intensificó sus esfuerzos para asegurar la aceptación de The Living Temple y comenzó una campaña para derrocar a A. G. Daniells.

Unas seis semanas después, Kellogg se sentó a escribir una carta a Elena de White. Él explicó: “Acabo de terminar una carta de 75 páginas para enviársela, donde expongo la verdad tal como la veo en relación con los asuntos que han estado bajo controversia”. Antes de enviarla, preparó un “resumen” para adjuntarlo a la carta, para que ella pudiera “captar la esencia del asunto” sin tener que leer todo pero que, a su vez, pudiera tener “la declaración completa como referencia si fuera necesario”. El segundo párrafo de la carta de presentación de Kellogg anunciaba que “anoche [30/12/1902] el edificio principal de la Review and Herald y todo lo que había adentro quedó reducido a cenizas, una experiencia exactamente paralela a la del sanatorio”.266

El congreso de la Asociación General de 1903

Para enero de 1903, el plan bien preparado de Kellogg para sacar a Daniells de la presidencia parecía estar ganando impulso. Al omitir el título de “Presidente de la Asociación General”, y darle a la Junta de la Asociación General (en vez de al Congreso de la AG) la autoridad de elegir su propio presidente, la constitución de 1901 había hecho claramente posible tal destitución. Durante el congreso de la Asociación General de 1903, Kellogg trató de hacer “todo esfuerzo posible” para derrocar a Daniells y “hacer presidente a A. T. Jones”. A la vez, desde Battle Creek salía un rumor “muy persistente” de que Elena de White había condenado a Prescott y a Daniells por su actuación en el concilio de otoño.267

El congreso se realizó en Oakland, California, y comenzó el viernes 27 de marzo de 1903. En su sermón del sábado de mañana, Elena tomó todas las cuestiones desconcertantes que enfrentaba la Asociación y las enmarcó en el contexto de la devoción personal a Dios y la culminación de la obra del evangelio en la tierra. Ella veía la construcción de “edificios enormes” como una “trampa”, una distracción que daba la gloria a los hombres y, al final, perjudicaba la obra de Dios que se suponía que ellos debían hacer avanzar (GCB, 20/3/1903). En otro discurso, el lunes de tarde, Elena declaró: “Dios está observando a su pueblo. Debemos buscar qué quiere decir él cuando arrasa con nuestro sanatorio y con nuestra casa editora. [...] [Dios] quiere que busquemos el significado de las calamidades que nos han sobrevenido para que no caminemos en los pasos de Israel y digamos: ‘Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este’, cuando no lo somos para nada” (GCB, 1/4/1903).

Ella habló de lo que “podría haber sucedido” en el congreso de la Asociación General de 1901 si los delegados no solo hubiesen aceptado nuevas estructuras organizativas, sino también hubieran “confesado sus pecados” y “roto” con el statu quo espiritual. Si lo hubiesen hecho, “el poder de Dios habría atravesado el congreso y habríamos tenido un Pentecostés” (ibíd.). De los registros de este congreso de la Asociación General, deriva una de las pocas oraciones impresas de Elena de White. Ella se dirigía a Dios no tanto como “Padre nuestro”, sino que usaba regularmente frases como “mi Padre celestial”, “Oh, mi Padre” y “mi Salvador” (GCB, 2 y 6/4/1903). Para ella, aun las oraciones públicas eran obviamente no solo ejercicios convencionales, sino también “abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo” (CC 79).

El 2 de abril, la Comisión de Planes y Constitución recomendó que tanto la casa editora Review and Herald como la sede de la Asociación General se trasladaran de Battle Creek. Al hablar de este asunto, Elena de White hizo un elocuente llamado a ser justos al tratar con J. H. Kellogg. Ella declaró: “Se convirtieron muchas almas y se lograron muchas curas maravillosas” por la obra de Kellogg y del Sanatorio de Battle Creek. Ella condenó la oposición que él había recibido. Algunos habían tratado de “hacer la obra del Dr. Kellogg lo más difícil posible para elevarse a sí mismos”, y muchos habían rechazado y ridiculizado los principios de Reforma Prosalud que él enseñaba. Ella afirmó: “Dios dio la luz sobre la Reforma Prosalud, y los que la rechazaron también rechazaron a Dios. Algunos, aun sabiendo que no era cierto, dijeron que todo venía del Dr. Kellogg y le hicieron la guerra” (GCB, 3 y 6/4/1903). Sin embargo, mientras ella abogaba por una actitud de apoyo hacia Kellogg y hacia el sanatorio recién reconstruido, ella rehusaba respaldar sus teorías teológicas de él, y exigió que se estudiara de qué modo la Asociación General podría poseer directamente el Sanatorio de Battle Creek. Además, Elena era inequívoca en su apoyo a mudar la casa editora fuera de Battle Creek; dijo: “Nunca pongan una piedra o un ladrillo en Battle Creek para reconstruir la oficina de la Review allí. Dios tiene un lugar mejor” (GCB, 6/4/1903). Se autorizó una comisión para investigar lugares adecuados donde reubicar la oficina de la Review y la sede de la Asociación General.

El congreso de la Asociación General de 1903 revisó la constitución para restaurar el cargo de presidente, reeligió a Daniells y apoyó su política de no endeudamiento. El congreso también aprobó la resolución de que la Asociación Internacional Médico-Misionera y de Benevolencia debía “arreglar su cuerpo constituyente y su constitución” para convertirse en “un departamento de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día”. También se votó trasladar la sede denominacional y la casa editora Review and Herald fuera de Battle Creek a un lugar todavía no determinado (GCB, 14/4/1903).

Traslado de la Asociación General y de la casa editora a Washington D. C.

Desde el 24 de abril de 1903, W. C. White había transmitido a Daniells la convicción de Elena de que Daniells debía “avanzar directamente” con “el traslado de la sede de la Asociación General fuera de Battle Creek. Muchas cosas que no se pueden hacer a las apuradas seguirán naturalmente esta mudanza. Que no haya demora en esto”. Para mediados de junio, llegaron a Elmshaven noticias sobre sitios posibles cerca de Fishkill, Nueva York, y de Washington D. C. El 19 de junio, Willie le comunicó a Daniells que su “mamá es cada vez más insistente sobre nuestro deber de dar a Washington consideración favorable en este momento”.268 A diferencia de Kellogg, que arremetió con sus planes esperando que Elena de White no interfiriera, Daniells se ponía en contacto frecuentemente con ella, rogando su guía.269 Ella recomendó “arreglar lo más rápido posible que la sede de la Asociación General se ubicara en Washington D. C.” y mudar la Review and Herald al mismo lugar.270 Poco después de esto, Willie fue a Battle Creek para reunirse con Daniells y juntos viajaron a Washington para negociar la compra de la propiedad clave.271 Mientras Daniells y Willie compraban la propiedad en la costa este, Prescott preparaba, en Battle Creek, la mudanza de la Review and Herald. El 6 de agosto, informó que todos los “muebles, las máquinas y el equipo de imprenta que podemos llevar de aquí” habían sido cargados en cuatro furgones. El últimos de estos salió de Battle Creek el 6 de agosto. A los pocos días, Prescott y su personal comenzaron a publicar la Review and Herald desde un lugar alquilado en el centro de Washington D. C.272

El clímax de la crisis de Kellogg

El concilio de otoño de la Asociación General se reunió del 7 al 21 de octubre de 1903, en Washington D. C.; y la cuestión de la situación de Battle Creek y del libro The Living Temple no estaban en el programa. A pesar de que el concilio de otoño de 1902 rechazó utilizar el libro a fin de recaudar fondos, Kellogg había avanzado con los planes para su publicación. Cuando las primera planchas fueron destruidas en el incendio de la Review and Herald del 30 de diciembre de 1902, Kellogg dio el manuscrito a otro impresor en Battle Creek, que produjo el libro a principios de 1903. Para el otoño, ya había sido leído ampliamente entre los adventistas; por lo tanto, la llegada de varios médicos de Battle Creek al concilio en Washington hizo que se tratase nuevamente el asunto. Uno de los líderes de este grupo de médicos era David Paulson, quien junto a su esposa, Mary Paulson, fundaría el Sanatorio Hinsdale en el área periférica de Chicago, en 1904.273 El 13 de octubre, se discutió en el concilio la cuestión de The Living Temple, pero no se llegó a ninguna conclusión. Cuando más tarde, esa noche, Paulson acompañó a Daniells desde la reunión, buscó defender la corrección de las opiniones expuestas en The Living Temple.274 En cuanto a Daniells, al llegar a su casa esa noche, encontró que lo esperaban dos cartas de Elena de White. A la mañana siguiente, las leyó al concilio. En las cartas, Elena advertía contra las enseñanzas del libro.275 Inseguro de qué creer, Paulson pasó varias horas hablando y orando con el Dr. Kellogg, y esta conversación convenció a Kellogg de darle crédito al testimonio de Elena de White. Cuatro días después, Kellogg le dijo al concilio que “revisaría el libro” y que deseaba “trabajar en armonía con la Asociación General”; pero este cambio de actitud fue fugaz.276

Poco después, Daniells recibió otra carta de Elena, titulada “Se debe actuar resueltamente ahora”, donde ella explicaba la historia detrás del momento oportuno en el que los testimonios habían sido enviados al concilio de otoño. Esta carta sería un gran punto de referencia para Daniells y Prescott durante los siguientes cuatro años. Elena escribió a Daniells: “Poco antes de enviar los testimonios que usted dijo que llegaron justo a tiempo, yo había leído un incidente sobre un barco en la niebla que se encuentra con un témpano. Durante varias noches dormí poco. Parecía estar aplastada como un carro bajo las gavillas. Una noche, se me presentó claramente una escena ante mí. Un navío estaba en las aguas en una densa niebla. De repente, el vigía gritó: ‘¡Témpano justo enfrente!’ Ahí, irguiéndose por encima del barco, había un témpano gigantesco. Una voz con autoridad gritó: ‘¡Enfréntalo!’ No hubo ni un momento de vacilación. Era un momento de acción instantánea. El maquinista puso el vapor al máximo y el timonel condujo la nave directo al témpano. Chocó el hielo con un estruendo. Hubo una conmoción terrible y el témpano se rompió en muchos pedazos, que cayeron sobre la cubierta con un ruido atronador. Los pasajeros fueron sacudidos violentamente por la fuerza de la colisión, pero no se perdió ninguna vida. El navío estaba dañado, pero nada irreparable. Rebotó del contacto, temblando de proa a popa, como si fuera una criatura viva. Después, siguió adelante en su camino. Bien sabía yo el significado de esta representación. Tenía mis órdenes. Había oído las palabras como una voz viva de nuestro Capitán: ‘¡Enfréntalo!’ Supe cuál era mi deber y que no había que perder ni un momento. Había llegado la hora de actuar resueltamente. Debo obedecer, sin demora, la orden ‘¡Enfréntalo!’ Por esto usted recibió los testimonios cuando los recibió. Esa noche estaba despierta a la una, escribiendo tan rápido como mi mano pudiera pasar por el papel. Todos permanecimos en nuestros puestos como centinelas fieles, trabajando desde temprano hasta tarde para enviar al concilio la instrucción que pensamos que podría ayudarle” (Ct 238, 1903, en Bio 5:301).

Daniells estaba profundamente agradecido por ese mensaje. La tormenta no había terminado, pero se sintió muy fortalecido.277

Seis meses después, se realizó el congreso de la Asociación del Lago Unión en Berrien Springs, Michigan. El miércoles de noche, el primer discurso de Elena de White trató sobre el panteísmo y The Living Temple. Se había programado que Prescott hablara el viernes de noche y, evidentemente con el espíritu de “enfrentar el témpano”, él tenía la intención de seguir con ese tema y predicar otro sermón contra el panteísmo. El viernes de mañana, Elena le dijo a Prescott que “avanzara” con el tema deseado. Sin embargo, después de esta conversación, ella le envió a Prescott una nota diciendo que había cambiado de idea. Ella ya había abordado la cuestión del panteísmo y sentía una “fuerte impresión” de que, si Prescott hablaba del mismo asunto, provocaría a algunos “a pensar que le estaban dando una paliza al Dr. Kellogg”. Le aconsejó que, en cambio, hablara de un tema que “tocara y ablandara los corazones”, y “trajera fe y amor y unidad”. Elena le pidió a su hijo W. C. White que le alcanzara a Prescott la nota de una página, pero Willie le pidió no entregarla, a lo que Elena accedió. Por lo tanto, el viernes de noche, Prescott predicó contra el panteísmo de Kellogg. Como Elena había temido, el ataque de Prescott produjo un contraataque. En la reunión de las 5:45 del lunes, A. T. Jones lanzó una diatriba de seis horas contra Prescott, tratando de demostrar que este había enseñado el panteísmo antes que Kellogg (Ct 165, 1904, en SpTB 2:30-35).278

Toda esta crisis tuvo varias dimensiones importantes. La dimensión teológica quedó reflejada perfectamente en el debate sobre The Living Temple, obra que perdió influencia dentro de la denominación después de que Elena la condenara en el otoño de 1903. El conflicto organizativo entre la Asociación General y la Asociación Internacional Médico-Misionera y de Benevolencia resultó en que, prácticamente, esta quedara disuelta (proceso legal que comenzó en 1904 y se completó en 1905).279 Y el traslado, fuera de Battle Creek, de las oficinas de la Casa Editora Review and Herald y de la Asociación General sirvió para reforzar la separación que había ocurrido y para disminuir la influencia continua de Kellogg en los asuntos de la iglesia.

El establecimiento de nuevas instituciones

En la primavera de 1904, Elena de White, la Sra. J. Gotzian y E. S. Ballenger compraron un centro de salud que había cerrado, cerca de National City, California, que llegaría a ser el Sanatorio de Paradise Valley.280 Varios meses más tarde, después del congreso de la Asociación del Lago Unión, Elena fue a Tennessee, y se unió a sus hijos en el Morning Star, el barco de vapor de Edson. Los tres White, con E. A. Sutherland y P. T. Magan, pasaron unos días descansando y navegando por el río Cumberland, buscando tierra en la que fundar lo que, finalmente, sería el Colegio de Madison.281

De vuelta en California, Elena impulsó fuertemente la compra del Hotel Glendale, cerca de Los Ángeles, que volvió a abrir en 1905 como el Sanatorio de Glendale (ahora Centro Médico Adventista de Glendale). Y por medio su hijo Willie, ella se mantuvo en contacto con los sanatorios de Paradise Valley y de Glendale (California).282

A principios de 1905, Willie hizo cuatro visitas a la nueva planta de la Casa Editora Pacific Press en Mountain View, California, donde estaba arreglando los detalles de la publicación de El ministerio de curación, el nuevo libro de Elena sobre los principios de salud. Ella donó lo recaudado por esa obra para amortizar la deuda de instituciones adventistas de atención sanitaria.

Fue alrededor de este tiempo que Elena, sobre la base de algunas visiones, encargó a John A. Burden que, con diligencia, buscara en la vecindad de Redlands, California, una propiedad adecuada para un tercer sanatorio en el sur de California. Burden encontró un complejo hotelero llamado Loma Linda de 30 hectáreas, pero el precio era demasiado alto. Sin embargo, cuando repetidos descuentos redujeron el monto a un 27 % del precio original, Burden les escribió a Elena y a G. W. Reaser, presidente de la Asociación Sur de California. Ambos se encontraban en el congreso de la Asociación General en Washington D. C., y Willie describió vívidamente el ambiente de las reuniones cuando llegaron las cartas de Burden. Era una atmósfera de alta tensión financiera y de preocupación por el endeudamiento. El hijo de Elena contó: “Recuerdo bien el día en que mamá recibió y leyó la carta del pastor Burden. Ella me la leyó en voz alta y, después, dijo que creía que este lugar era el que se le había mostrado en visión varios años antes. La descripción respondía con mayor cercanía a lo que se le había mostrado que cualquier cosa que hubiera visto. Y como el Señor había estado moviéndose en su mente para que apelara a nuestro pueblo a fin de hacer algo de inmediato para establecer un sanatorio en Redlands y en Riverside, y como este lugar descrito por el pastor Burden parecía concordar tan perfectamente con nuestras necesidades, [...] ella dijo que debíamos actuar en seguida”.283

Aunque, al principio, Reaser estaba en contra de la compra, Elena instó fuertemente a que se comprara la propiedad. Poco después, el cuerpo constituyente y la junta directiva de la asociación votaron aceptar la responsabilidad de comprar y operar el Sanatorio de Loma Linda. Tentativamente, se estableció que abriera en septiembre de 1905; y se le pidió a John Burden, gerente del Sanatorio de Glendale, que asumiera similares responsabilidades en Loma Linda.284 El 15 de abril de 1906, sin deudas, se dedicó el Sanatorio de Loma Linda, que luego llegaría a ser el Centro Médico de la Universidad de Loma Linda. Así, en un año, se establecieron tres nuevos sanatorios adventistas en el sur de California por consejo directo de Elena de White; y los tres se compraron por pequeñas fracciones de lo que fue costo de su construcción.285 Pronto, se hizo evidente que estos eran pasos importantes para compensar la pérdida del Sanatorio de Battle Creek, que fue desvinculado de la denominación por la expulsión de J. H. Kellogg de la iglesia, en 1907.286

Los concilios de Elmshaven

Un patrón que se volvió común en los años finales de Elena fue que, en lugar de que ella hiciera el arduo viaje al este, los líderes de la Asociación General iban a su casa en Elmshaven. En uno de estos concilios, el domingo 26 de enero de 1908, se consideró el conflicto teológico sobre “el continuo” de Daniel 8:12 y 13, y pasajes paralelos. A. G. Daniells y W. W. Prescott representaban a los que favorecían la “nueva opinión”, mientras que J. N. Loughborough, S. N. Haskell y Hetty Haskell estaban presentes para dar voz a los defensores de la “opinión antigua”. W. C. White, C. C. Crisler y D. E. Robinson también se encontraban allí. Estaban abiertos a la nueva opinión, pero tenían la esperanza de mediar para alcanzar un acuerdo entre los dos grupos y así impedir un conflicto divisorio.287 En otra reunión en Elmshaven, poco después, Prescott, Crisler, Robinson y W. C. White pasaron parte del 27 y 28 de enero, y del 2 de febrero estudiando posibles respuestas a una publicación adventista contemporánea crítica de la obra de Elena de White.288

El congreso de la Asociación General de 1909 y el debate por Loma Linda

El congreso de la Asociación General de 1909, el último al que asistió Elena de White, se desarrolló del 13 de mayo al 6 de junio. Las reuniones principales se realizaron en una gran carpa montada en el campus del Seminario de las Misiones Extranjeras de Washington D. C. (ahora, Universidad Adventista de Washington). Elena de White habló once veces, incluyendo tres de los sermones de los sábados de mañana (Bio 6:194).289 Después, ella pasó alrededor de una semana en el hogar de su niñez, Portland, Maine, donde habló varias veces en un congreso campestre.

En 1909, una gran preocupación para los líderes eran las cuestiones de si el Colegio de Evangelistas de Loma Linda debía buscar aprobación estatal, y si debía ofrecer un curso médico de cuatro años, o de solo los dos primeros y que los alumnos terminaran en otros colegios. Estas cuestiones estaban en el programa del concilio de otoño de 1909 que se realizó en College View, Nebraska, del 5 al 15 de octubre. Cuando se acercó la fecha del concilio, John Burden, director de la institución de Loma Linda, le escribió a Elena para pedirle consejo.290 Ella respondió que se oponía a la idea de un programa de dos años, pues eso obligaría a los graduados de Loma Linda a “completar su educación médica en colegios mundanos” (Ct 132, 1909, en PC 301). Respecto de la cuestión de cumplir los requisitos del estado, Elena expuso tres principios. En primer lugar, dijo: “No podemos someternos a regulaciones que sacrifiquen principios; esto pondría en peligro la salvación de las personas”. En segundo lugar, ella advirtió que, por otra parte, los adventistas no debían buscar la exención de reglamentos legítimos, pero aconsejó que “debemos acatarlas siempre que podamos cumplir con las leyes del país sin colocarnos en una falsa posición”. En tercer lugar, observó que algunos requisitos podrían caer entre los dos extremos y se podrían resolver con negociación. “Debemos considerar cuidadosamente las implicaciones de estos asuntos. Si hay condiciones con las que no podemos estar de acuerdo, debemos tratar de hacer ajustes, de tal forma que no se suscite una oposición fuerte contra nuestros médicos. El Salvador nos ordena que seamos sabios como serpientes e inocentes como palomas” (Ct 140, 1909, en MM 134).

La carta que Elena le escribió a Burden el 11 de octubre le llegó cuando él estaba en College View, donde la comisión recomendó al “consejo de administración del Colegio de Evangelistas de Loma Linda que obtenga la autorización para el colegio, a fin de que pueda desarrollarse según las oportunidades provistas por el Espíritu de Dios y sus instrucciones”.291 Cumpliendo con esta decisión, el Colegio de Loma Linda solicitó al Estado de California la autorización legal para otorgar títulos en Medicina. El colegio fue autorizado el 9 de diciembre de 1909, bajo el nuevo nombre de Colegio de Médicos Evangelistas.292

La edición de 1911 de El conflicto de los siglos

En enero de 1910, los White recibieron la noticia de que las planchas usadas para imprimir El conflicto de los siglos desde 1888 estaban muy gastadas y se debía recomponer la tipografía. Elena vio esto como una oportunidad para mejorar el libro, y le escribió a F. M. Wilcox: “Decidí que examinaríamos muy detenidamente todas las cosas, a fin de verificar que las verdades contenidas estaban presentadas de la mejor manera para convencer, a aquellos que no son de nuestra fe, de que el Señor me ha guiado y sostenido en la tarea de escribir sus páginas” (Ct 56, 1911, en MS 3:145). En consecuencia, se invitó a un amplio círculo de personas a “llamarnos la atención a cualquier pasaje que necesitara ser considerado en conexión con la recomposición del libro”.293 Una de estas personas fue W. W. Prescott quien, en abril, envió un registro que contenía 39 páginas de sugerencias. La primera de ellas era que todas las citas de autoridades históricas fueran identificadas con comillas y se les diera el crédito apropiado. El 23 de mayo de 1910, A. G. Daniells y Homer Salisbury, presidente del Colegio Misionero de Washington, se unieron a W. C. White y otros en Elmshaven para considerar todas las sugerencias que se habían recibido de diferentes personas. Cuando se le preguntó a Elena qué se debía hacer sobre las referencias históricas, “ella fue rápida y clara en su opinión” de que se diera “crédito apropiado” donde fuera posible. El asunto de verificar las citas históricas se convertiría en un gran proyecto de investigación, en cuyo curso Clarence Crisler reuniría “varios cientos de páginas de datos históricos”. Gran parte de 1910 y la primera mitad de 1911 sería consumida en esta obra (Bio 6:302-337).294 El 17 de julio de 1911, se recibieron en Elmshaven las primeras copias de la nueva edición. El 30 de octubre, en el concilio de otoño en Washington D. C., W. C. White hizo algunos comentarios significativos sobre la preparación.295 Ese mismo año, Elena también publicó el cuarto tomo de su serie del Gran Conflicto: Los hechos de los apóstoles.

Se acaba el tiempo (1912-1915)

El 9 de febrero de 1912, Elena de White firmó la edición final de su testamento. También se apuraba a publicar cuanto pudiera de sus escritos mientras todavía fuera capaz de supervisar el proceso. Durante ese verano, Elena trabajó con gran urgencia en un nuevo libro sobre historia del Antiguo Testamento, todavía sin título. Esperaba terminarlo para distribuirlo en el congreso de la Asociación General de 1913, pero el proceso llevó más tiempo de lo esperado.296 Para 1914, Clarence Crisler estaba dedicando “casi todo su tiempo” al manuscrito sobre historia del Antiguo Testamento, entonces titulado The Captivity and Restoration of Israel: The Conflict of the Ages Illustrated in the Lives of Prophets and Kings.297

A mediados de mayo de 1914, Elena aparentemente sufrió un derrame que paralizó su “lado derecho por un día o dos”. Ella tuvo unos “problemas” con “el pie derecho por una semana” y con “la mano derecha por dos semanas”.298 El 6 de octubre de 1914, su hijo Willie partió de California hacia Washington D. C. para asistir al concilio de otoño. De camino, iba escribiendo a máquina en el tren para dar directivas al personal de la casa en Elmshaven: Clarence Crisler debía “seguir adelante” en los últimos capítulos de Captivity and Restoration, mientras que D. E. Robinson, Maggie Hare Bree, Mary Steward y Minnie Hawkins Crisler debían “concentrar sus labores en perfeccionar para el impresor” el manuscrito de Obreros evangélicos.

Mientras Willie no estaba, Crisler le informó desde Elmshaven que Elena había sufrido “una de las peores recaídas desde tu partida: la incapacidad, a veces, de captar las circunstancias circundantes y de darse cuenta de que ella se encuentra en donde está. Pero, aun cuando está así confundida con respecto a cuestiones menores y locales, ella parece estar muy lúcida sobre temas espirituales”, agregó. “La mano continúa un poco hinchada y no nos gusta esta condición anormal porque tememos que presagie una repetición de lo que le ocurrió hace un par de meses atrás” (evidentemente una referencia al derrame).299 Dos semanas después, Crisler escribió: “La hermana White parecía bastante lúcida el viernes y pude leerle unas pocas páginas del trabajo adelantado de los artículos sobre el Antiguo Testamento. [...] Hoy leí media docena de páginas con ella de los próximos capítulos y ella parece capaz de captar bastante bien las diferentes líneas de pensamiento. Hace muchos comentarios, pero no podemos conseguir mucho más aparte de lo que ya está en el archivo. En general, hoy ella está como siempre. Todavía está más o menos confundida sobre su paradero. La Srta. Walling me dice que tu madre pasa buena parte de la noche en oración; evidentemente, la mayor parte de las horas de sueño. A veces, parece estar celebrando reuniones de oración. La otra noche, predicó por una hora y estaba usando su voz plenamente; al final, la Srta. Walling pensó en sugerirle que había predicado suficiente tiempo y que ahora debía descansar y dormir, lo cual hizo. [...] Te escribo con libertad para que sepas cómo está a veces tu madre en estas cuestiones menores. Este tipo de situaciones va en aumento. [...] Por otra parte, cuando tocamos temas espirituales, parece que su mente se eleva sobre la confusión. Cuando se cita parcialmente un versículo, a menudo ella lo termina. Lo probé una y otra vez, en especial repitiendo las promesas. Y [...] Jeremías y otros versículos del Antiguo Testamento parecen muy familiares para ella, y ella los capta y hace comentarios y sigue con los versículos, como antes. Considero que, justo ahora, esto es una providencia especial a nuestro favor”.300

La carta citada arriba es un ejemplo típico de los informes casi diarios que Crisler le enviaba a Willie con respecto al estado de su madre. Dos semanas más tarde, Crisler escribió: “Ella dice que no quiere llamar la atención sobre el ser continuamente valiente, aunque ella lo es; y agrega que el mismo hecho de que, a veces, los miembros del hogar sean despertados por ella repitiendo las promesas de Dios y reclamándolas como suyas es prueba de que ella todavía tiene batallas propias que pelear contra Satanás. El enemigo todavía está en la tierra de los vivos y debemos implorar las promesas; pero podemos tener fe firme en el poder de Dios para librar, y nuestro corazón puede estar lleno de valentía”.301

Mientras tanto, Crisler le informó a Willie que estaba “en medio de la obra final de los primeros cuatro de los seis capítulos faltantes” de The Captivity and Restoration of Israel: The Conflict of the Ages Illustrated in the Lives of Prophets and Kings. Cuando se publicó el libro, en 1917, al principio se llamaba así, pero luego sería conocido por las últimas palabras de ese título: Profetas y reyes. El 17 de diciembre, Crisler informó que le había leído a ella dos de los capítulos sobre Daniel. El 23 de diciembre, observó que su “fragilidad [...] se vuelve cada vez más manifiesta y no sabemos cómo podría terminar. Nos alegra, nos alegra profundamente [que] ella parece mantener su lucidez en los temas espirituales, aun cuando está agotada mentalmente y que, al parecer, disfruta de revisar sus libros, las páginas de la Review y los capítulos presentados para consideración”. Sin embargo, Crisler instó a Willie, que estaba en Nashville, a acortar su viaje. “Si tienes asuntos de suma importancia en los que sientes que debes tener el consejo de ella, cada día ganado en el viaje de regreso puede sumar mucho. Estoy seguro de que estás decidido en tu mente a no presumir de la bondad de Dios en mantener de manera tan notable a tu madre”. Willia todavía planificaba visitar Chicago, Nueva York, Filadelfia, Washington D. C., Nashville y College View durante su viaje de vuelta.302 Cuando White llegó a casa el 27 de enero, “lo llamaron inmediatamente a Loma Linda por una semana”. Después, asistió a otras reuniones en Oakland y en Mountain View, California. El viernes 12 de febrero, volvió otra vez a casa y, a la tarde, pasó unos minutos con su madre afuera, en el patio, “caminando al sol brillante y hablando del progreso del mensaje en todo el mundo”.303

Los últimos meses de Elena de White

Al día siguiente, la mañana del sábado 13 de febrero de 1915, Elena de White “entraba a su estudio desde el pasillo” cuando se tropezó y cayó, y sufrió una fractura del fémur izquierdo.304 Se hizo claro que, evidentemente, Elena no podría vivir mucho más. El personal editorial en Elmshaven aceleró su trabajo en la edición final de Notas biográficas de Elena G. de White; y en la información biográfica, las fotografías y los materiales para las notas necrológicas que se entregarían a los medios cuando ocurriese su fallecimiento.305 Ella estuvo confinada a su cama y a una silla de ruedas durante los siguientes cinco meses, aunque sufría poco o nada de dolor. Al acercarse el final, Elena a menudo se encontraba inconsciente. Cuando estaba despierta, sus conversaciones con amigos y familiares durante las semanas finales denotaban una actitud de alegría, un sentido de haber realizado fielmente la obra que Dios le había confiado setenta años antes y una certeza segura de que la causa de Dios “triunfaría gloriosamente”. La noche del viernes 9 de julio, ella tuvo un período de vómitos, después de lo que el médico que la atendía “detuvo los tratamientos”. El viernes 16 de julio de 1915, ella se “quedó dormida sin una lucha” a las 15:40. Tenía 87 años.306 Rodeada por su familia cercana y sus colegas, sus últimas palabras fueron: “Yo sé en quién he creído” (NB 432). “Fue como cuando una vela se consume, tan silenciosa”, dijo su hijo Willie a David Lacey, cuando le escribió a cuatro días después.307

Hubo funerales en tres lugares. El primero se realizó “bajo los olmos frente a su casa”, el domingo 18 de julio por la tarde. Sus vecinos la recordaron como “la pequeña dama anciana de cabello blanco que siempre habla con tanto cariño de Jesús”.308 A la mañana siguiente, se llevó a cabo un segundo funeral en el congreso campestre de la Asociación de California, que se estaba desarrollando en Richmond, una zona residencial periférica de Oakland. El tercer funeral se realizó en el Tabernáculo de Battle Creek, el sábado 24 de julio de 1915. Su tumba está en el Cementerio Oak Hill de Battle Creek (Bio 6:441).

Enciclopedia de Elena G. de White

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