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Recuperación de la retórica

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La noción de isotopía y sus dispositivos operativos arrojan nueva luz sobre los procedimientos retóricos. Los dos grandes campos de la retórica están constituidos por la metáfora y por la metonimia. La metáfora trabaja por condensación; la metonimia, por desplazamiento.

Cuando, en un discurso cualquiera, se trunca la línea isotópica clasemática, se producen efectos de sentido que van desde el chiste y el juego de palabras hasta la metáfora. La ruptura de la isotopía constituye una operación de producción de sentido que genera la irrupción de lo inesperado en el discurso. Cuando esa irrupción degrada el nivel isotópico del sentido, se produce el chiste. Así por ejemplo:

Vecino, lo siento; pero mi gata ha matado a tu perro.

No puede ser, hermano; mi perro es un doberman.

Sí, pero mi gata es hidráulica.

La línea isotópica iniciada por “gata animal” se trunca inesperadamente para ser sustituida por el semema “gata mecánica”. La sustitución, no obstante, no es completa, pues la segunda “gata” conserva en memoria la primera; por eso surge el chiste, precisamente. Se ha producido una condensación de las dos isotopías, pero la irrupción inesperada de la segunda se ha impuesto sobre la primera, sin anularla por completo. La instancia de discurso ha actualizado la segunda y potencializado la primera.

En un afiche publicitario de Luz del Sur, se lee:

Todos los días

de 6:30 a 10 de la noche abusan de ella; y en tu propia casa.

Fotografía

en la que se

aprecian rayos

y haces luminosos.

Este abuso puede oscurecer tus días.

No desperdicies luz, especialmente entre las 6:30 y las 10 de la noche.

La isotopía que dirige la lectura del texto comienza apoyándose en el clasema sexual: el abuso del que se habla conduce a pensar en un “abuso sexual”, puesto que en ese contexto el pronombre “ella” es, salvo indicación contraria, un pronombre personal; por tanto, el abuso es un abuso de persona, y de persona femenina. Con el agravante de que el abuso se produce en la propia casa del enunciatario.

Pero, en ese momento, la imagen se encarga de truncar la isotopía sexual, introduciendo el clasema /energético/ y con él una nueva isotopía, que se impone igualmente sobre la primera. Este juego de palabras es muy utilizado en el discurso publicitario.

En los dos casos comentados, podemos observar que la línea de lectura (=isotopía), de un nivel considerado superior, /animal/ en el primer ejemplo, /personal/ (= /humano/) en el segundo, pasa a un nivel considerado inferior, /mecánico/ en el primer caso, /energético/ en el segundo. Graficando:


En la metáfora, en cambio, la ruptura de isotopía se produce generalmente hacia arriba:

La luna vino a la fragua con su polisón de nardos.

F. García Lorca

En este caso, la condensación es completa; casi no nos permite imaginar la isotopía que ha sido sustituida, y el enunciado nos ofrece solamente la isotopía sustituyente. La luna se nos presenta ataviada con vestidos de mujer: el polisón o miriñaque adornado de flores. La fuerza expresiva de la metáfora consiste precisamente en eso: en crear una condensación casi total entre los clasemas /astronómico/ y /vestimentario/, que arrastra tras de sí el clasema más genérico /femenino/. La luna, destacando en la bóveda celeste, tachonada de estrellas, se convierte de golpe en una dama con polisón de nardos. En este caso, la segunda isotopía es más noble que la primera, y trasunta la materia original en una figura elegante y enérgica:


Sin embargo, por la condensación producida, las dos isotopías trabajan juntas y enriquecen la densidad de la significación, con los efectos estéticos correspondientes.

La metonimia, en cambio, se acoge al esquema discursivo (III), según el cual la isotopía se apoya en la redundancia de los semas nucleares. Por la yuxtaposición de dos núcleos sémicos, se produce un desplazamiento de sentido entre uno y otro, manteniendo el mismo clasema organizador del contexto.

En el socorrido ejemplo de metonimia…

Te invito a tomar una copa,

… la contigüidad existente entre el núcleo sémico de “copa” (/continente/) y el núcleo sémico de “vino” (/contenido/) permite desplazar el rol actancial /objeto/ de “vino” a “copa” y de “copa” a “vino”. El /objeto/ “copa” es actualizado pero no asumido por el enunciador, mientras que el /objeto/ “vino” es asumido aunque está potencializado; el /objeto/ “vino” es actualizado y asumido por el enunciatario, mientras que mantiene al /objeto/ “copa” en estado virtualizado.

En un spot publicitario de la firma Pfizer, aparecen tres encuadres sucesivos: En el primero vemos en primer término unas cuerdas o barras que cruzan la pantalla de lado a lado, horizontalmente; y empezamos a escuchar un tintineo metálico particular en off, sobre un fondo difuminado, en el que se mueven unas masas informes. En el segundo encuadre, se aprecia la cabecera de una cama, de la cual cuelga una correa cu ya hebilla golpea suavemente sobre el catre, produciendo, ahora en in, el sonido que antes percibíamos, mientras que al fondo las masas amorfas siguen moviéndose. En el tercero, aparece una joven pareja terminan do de hacer el amor, con sonrisas de satisfacción. La hebilla ya no se oye. Pfizer es la firma que fabrica el producto viagra, que favorece la función eréctil y por tanto proporciona un acto sexual satisfactorio. Modelo, sin duda, de metonimia visual. Por la contigüidad entre los núcleos sémicos de “correa” y “cuerpo humano” (masculino), el sentido se desplaza de unos a otros, sin abandonar el clasema /sexual/. Desde el punto de vista de la profundidad existencial, el movimiento y el sonido de la hebilla están realizados en la puesta en escena, pero no son asumidos por la instancia de discurso, pues la “mira” está puesta en el movimiento y sonido de los cuerpos, los cuales, a su vez, se encuentran actualizados y asumidos como causa del movimiento de la hebilla. En un avance más de la yuxtaposición, la plenitud de felicidad, realizada en los rostros sonrientes de la pareja de la última secuencia, es asumida por el enunciatario, destinatario final del mensaje publicitario. El desplazamiento de sentido se apoya igualmente aquí en el traslado de roles actanciales: el movimiento del cuerpo se traslada a un accesorio del cuerpo.

Como en el primer caso, la energía de sentido corre de lo /material inerte/ [hebilla] a lo /corporal/ [acto sexual] para terminar en lo /espiritual/ [satisfacción]. El juego semiótico ha sido consumado.

En todos los casos, la fuerza de la asunción y el modo de existencia que la instancia de enunciación [enunciador/enunciatario] otorga a las unidades semióticas del discurso, determina la morfología y la sintaxis de la estructura de significación.

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