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IV. Una cuestión de fondo de los tiempos modernos

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El capitalismo requiere de un crecimiento constante de la producción y del consumo para sostenerse. Y, esta simple idea, requiere de un sistema de programas caros en lo que concierne a lo tecnológico, el cambio climático, escasez de recursos naturales, la deuda externa de países periféricos cada vez más sometidos a las reglas del mercado, terribles diferencias entre nuevos ricos más ricos, y pobres cada más pobres, comunidades olvidadas. Es decir, todo ello sólo convierte a la gente en mercancía, y a las relaciones humanas, en un simple flujo de dinero.

¿A qué o a quiénes les conviene que todo esté atado al dios dinero? Si uno observa los grandes campos, viñedos, chacras, caña de azúcar, trigo, carne, petróleo, florecen como ricos recursos naturales de nuestro país, aunque en ocasiones, empobrecidos. Y, en ello se obtiene una postal de antaño, cuando la agricultura era pensada para la subsistencia simple cotidiana, obtenida con mayor esfuerzo, y en menor costo. Ahora, la técnica ha reemplazado toda simpleza en complejidad, para especular en mayor cantidad de ofertas, para la exportación ¿Pero qué pasa en un mercado que tendía a la globalización con la apertura de fronteras, y ahora fija límites territoriales, evitando migraciones? En las crisis, aunque se vea morir la última gota de esperanza, hay que seguir adelante.

Oportunamente, no nos conformamos con andar en auto, sino en volar en un avión, nos cuesta tomar un vino modesto, porque aspiramos a un champagne (del fino francés) Veuve Clicquout La grande Dame. Es decir, progresar no está mal, pero antiguamente el andar a menor velocidad hacia disfrutar de lo que se veía y observaba detenidamente, ahora con el volar no solo que perdemos capacidad de registro, sino que ni siquiera sentimos a aquel que no logra lo necesario para la subsistencia. “¡Imaginen sus sentimientos cuando las ecuaciones diferenciales que había formulado le mostraron que los campos electromagnéticos se difunden de ondas polarizadas y con la velocidad de la luz!”, escribía Einstein (1879-1955 físico) sobre la sensación que debió embargar a Maxwell (1831-1979 científico de la física matemática) al darse cuenta del alcance del descubrimiento. El ser tecno mira a la velocidad científica de la luz, pero no observa con detenimiento filosófico para ver su por venir. El pobre molesta, aún interpela, y porque está ahí e ignoramos como incluirlo en el sistema competitivo, resulta más fácil atacarlo, diciéndole que no piensa bien, es ignorante, y que sólo él es el culpable de su pobreza. Es decir, en estos tiempos las nuevas costumbres, las ideas, el lenguaje, marketing, consumo, tecnología, nos ofrecen la seguridad que antiguamente la religión nos ofrecía: La cuestión de fondo. ¿Pero no son acaso mucho más hegemónicos los emblemas culturales de nuestro tiempo dictaminados por algunos?

Oportunamente, la pregunta para los países mas desarrollados del universo ya no debería ser la de cuanto nos deben, sino la de ¿cómo este mundo en un nueva normalidad debería ser cambiado paulatinamente por uno mejor? Muy pocos comprenden por qué la política en algunos momentos supo llegar, en otros no tanto, con sus errores y sus aciertos. No obstante, cuando fue eficiente, no lo fue tanto con los puentes del mundo globalizado reinventado, del volar de los Boeing Jumbo, las máquinas del mundo globalizado, sino con un pedazo de carne roja con pan, en llenar a aquél que todavía vive de a pie. En generar cultura de vida para que los jóvenes puedan proyectar una vocación a la que se sientan llamados a realizar. En respetar al otro que piensa distinto o vive en otra cultura de raza o religión. A veces, se cree que uno tiene la verdad de las cosas desde el momento en que se llega a algún puesto clave. Pero ahora lo prioritario invitará a reflexionar sobre el uso que se le da a lo tecno. Si la tecnología permite el encuentro con el Otro, libertad, responsabilidad, o genera más sometimiento y control. El por venir del homo tecno se edificaría desde la libertad, y no tanto desde la maquinización de las cosas, de los sistemas heredados.

No obstante, El liberalismo quedó expuesto durante la pandemia, y muchos países neoliberales olvidan que también pueden caer, sólo sosteniendo con el ser tecno dos cosas: Una, la capacidad del libre mercado para reinventarse en solucionar a futuro las enormes diferencias que causan deliberadamente, con la confianza en las tecnologías para remediar los problemas de recursos del presente. Otra, en controlar los puestos laborales, y ahora se le agregaría la de pretender controlar a las personas en lo que hacen o piensan. Y, teniendo todos los elementos tangibles temen, porque lo intangible, la esencia del actuar, lo que no se puede comprar, escasea en los más fuertes. La esperanza y la certidumbre se piden a gritos. La irrupción de otro sistema superador a lo histórico se estaría necesitando.

Al respecto, en mi opinión, nada serviría tanto como la justicia social, confianza, para una política, que ponga a los intereses humanos en el centro. El otro que irrumpe, pero no como algo a conquistar desde ideas individualistas, sino en un proyecto colectivo ¿Hay un proyecto común?

El por venir del homo tecno

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