Читать книгу El por venir del homo tecno - Diego Carlos Romero - Страница 17
VII. La crisis como posibilidad
Оглавление—.Si alguien le pregunta a alguna persona en este mundo actual por sus lecturas preferidas, sin duda alguna, responderán por las novelas de ciencia ficción, hasta los libros de autoayuda. Pero, ¿qué podemos buscar en estos tiempos post pandemia para salir de la crisis aparte de la ayuda y la evasión necesarias para lograr la subsistencia? Es que ahora vivimos tanto de ideas, como de imaginación, que a veces colabora y en otras, entorpece. La lectura crea imaginación, conocimiento y cultura. La imaginación permite “creatividad”, pero también es la crea la “increatividad distractora”, o como lo denunciara la espiritualidad al decir “que la imaginación es la loca de la casa”. Imaginación no equivale a inteligencia. La imaginación puede activar a la inteligencia. No obstante, cuando ella se asocia al delirio, es la que permite junto a las ansias de poder, notoriedad, prestigio, todo tipo de infortunios, hasta armado de confabulaciones eficaces, contra cualquier nombre que pueda obstaculizar algún ansia de logro.
Las palabras “crisis”, “preocupación”, “acuerdos”, “que se vayan”, “te voy a denunciar”, “atacar primero”, “insultos” “miedo”, “inseguridad”, “corrupción”, son las que están de moda en estos tiempos. Y, el lenguaje, o las palabras que utilizamos diariamente, que son en la mayoría las que leemos en los diarios, son las que mejor manifiestan aquello de fondo que nos daña y nos explota. Nunca engañan subjetivamente, más allá de la apreciación del intelectual. No obstante, estas palabras nunca permitirían la idea superadora de “crisis como posibilidad”, o de “la de historia como posibilidad”, (tan presente en Ortega y Gasset u Paulo Freire (1921-1997 pedagogo), que nos eleven de esta penuria de siempre. Al contrario, crean la idea de chatura, mediocridad, de que nada puede cambiar, o de que la idea que instala “la cultura dominante”, es la pura verdad.
Lo que alimenta estas ideas es la gran idea de ansiedad. Al menos presiento que el ser tecnológico de hoy es preso de la esclava incertidumbre, un ser efímero, sin sueños, que necesita de estimulantes ficticios, que casi han reemplazado a la Biblia del antiguo pueblo hebreo. El triunfo de Freud, porque la verdadera conciencia consiste no sólo en hacer consciente lo inconsciente, sino en crear reflexión, inteligencia y futuro. Se ve la necesidad del ansia de autoayuda para activar la cultura de soñar. En esta cultura del descarte en lo tecno el maestro, o cualquier profesión, busca ser absorbida por el internet a distancia. O, como así también el obrero, pretende ser absorbido por el “robot”, que cumple todo como una fiel máquina. Es que en este tipo de pensamientos andan la mayoría de las mentes que toman la decisión de millones de personas. El sistema del por venir del homo tecno para reinventarse más descaradamente no necesita de mentes soñadoras, sino sólo de máquinas útiles, que (les) sean esclavos eficaces. Y, donde la política tradicional, termina siendo la parte del engranaje central, que ya no regula la economía a gran escala, sino que abraza a los poderosos que hacen un buen negociado.
Oportunamente, “los esquemas de las crisis” (va entre comillas porque es atribuido a Ortega y Gasset), necesitan de la violencia, del hambre, guerra, sometimientos, abusos, fundamentalismos, racismos, caos climático actual, del cual pocos se hacen cargo, pero de los cuales algunos resurgen victoriosos. Este nuevo discurso reinventado de estos tiempos juega a hacerse el distraído frente a la realidad del hambre mundial, ya sea porque no puede, no sabe, o no quiere resolver lo actual. No obstante, resurge enarbolando la bandera negativa negra, vacía, conformista, adormecedora de las luchas, en las ideas cíclicas y eternas del lenguaje muerto de que “no hay otra salida” “es esto o el caos”, “el fin del trabajo”, “el fin del mercado” “el fin de la paz” o la “del fin de la historia”. Siempre es la lectura del fin, pero al fin y al cabo es el mismísimo fin del blá blá, porque ya llegan los tiempos del verdadero fin, si esto no logra virar hacia la esperanza. Es que ahora es la imaginación de la ficción improvisada en la máquina con el estímulo de la psique, la hacedora mundo, pero sin la conciencia plena filosófica de fondo, que es la verdadera reformadora mundo.
Schopenhauer (1788-1860) tenía una visión pesimista de las cosas, y auguraba que los constantes esfuerzos del ser humano por cambiar, solo eran apariencia, porque se volvía a caer en los mismos errores sin salida que eran los que inspiraban, a los más grandes inventores de sistemas y científicos, a hallar una salida. En cambio, para Ortega la salida estaba en generar un gran proyecto en el que las partes se sintieran contenidas y apoyadas, un dejar de lado los “particularismos”, de un ser resentido, disgregador, que no quería sentirse parte de los demás. Estaba convencido que sólo “las ideas de grandes cosas por hacer engendra la unificación nacional” ¿Cuáles son las grandes cosas o proyectos por hacer del homo tecno? ¿Cuál es la salida a lo que siempre vemos en la calle o siempre nos pasa? ¿Por qué nos sentimos engañados, resentidos, dolidos permanentemente, hartos de que siempre nos digan lo mismo y nunca pasa nada?
El resentimiento aflora en la piel creando nuestra incultura de hoy. El achatamiento, el desgano, la descalificación al que piensa distinto o me puede hacer algún daño. Ortega habla en su obra “La rebelión de las masas”, como un sujeto que se pierde, se desintegra su personalismo cuando es absorbido por la masa, dejándose llevar por el pensamiento del resto. Es que la masa y el poder es lo que más atrae, pero ahuyenta a la vez. Es que la masa nos permite estar integrados sin que nada se interponga entre nosotros, y a la vez, es un querer hacer algo, tener una meta, una motivación.
Al respecto, el ser tecno de hoy, se siente cómodo y tenso. Se siente cómodo frente a la masa que decide sobre su individualidad, cuando es cada vez más atacado y cosificado. Y, a tal punto, que podría llegar a existir el ser sin empleo reemplazado por los robots inteligentes. Y, a la vez, está tenso, con un temor a lo desconocido, a aquello extraño que irrumpe de repente, y que nos preocupa, porque desnuda la realidad de que nunca estuvimos lo suficientemente ocupados.
No obstante, es tanto el temor actual, la angustia asfixiante, que casi todos buscan el aire del internet salvador. Y, cuando más contacto virtual tenga, más se creará la sensación de la salvación. Pero, la sensación liberadora del ser actual está lejos de la máquina. El problema para hallar una salida no está en lo tecno, sino en el abuso que el ser de hoy hace de ello, ante la incertidumbre. Hoy urge el crear confianza, empatía, solidaridad, la de crear ideas juntos, sin imposición, sino con respeto, para que los individuos no se teman los unos a los otros.