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I. El ser del porvenir y el ser del caos

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El ser debería revalorizar la simple estructura de ser cada vez más humano para no dejarse aniquilar por la misma máquina.

—.“El hombre paga su delito en el encierro ¿Y el pájaro? ¿Qué nos debe?”, escribió José Narosky (1930 escritor argentino de aforismo poesía). El ser tecnológico paga su precio por lo que libremente desde la tecnología está construyendo. En este capítulo haremos un análisis de la implicancia del ser tecnológico. El pensador Nietzsche conocido como el filósofo del martillo había hablado “del último hombre”, un hombre sin creencias, tradición, sin arraigo, familia, cultura, sexo, ni edad. Además, Marx anunció que el capitalismo “ha hecho que todo lo sólido se disuelva en el aire”. El ser tecnológico posmoderno, post estructuralista ha triunfado. El capitalismo reina ¿Qué piensan los pregoneros de la Fe? La estructura del sistema salvaje que subyace de fondo nos emboba. Es que cuando hablo de “estructura” me refiero a aquello que hay de fondo atrás de cada noticia. Los filósofos que debatieron el estructuralismo (corriente surgida en 1960 con un método único para el análisis del lenguaje, la cultura y la sociedad) fueron Sartre (1905-1980), Levi Strauss (1908-2009), Foucault (1926-1984), Lacan (1901-1981 con el aporte teórico que hizo al psicoanálisis, incorporando elementos de estructuralismo) y Althusser (partido comunista francés 1918-1990) con tesis marxistas inéditas. Se viven horas de enorme tensión y expectativas por los casos de abandono que salpican a todos. El auge Blade Runner, de alguien que corre en la era del biorobot, cambios climáticos, desempleo, inseguridad y violencia que en vez de ocuparnos, sólo nos preocupan. Ya los teólogos de la liberación nos advertían que no basta con hablar de ética. Ahora, vivimos es un mundo tan estructuralmente dañino, que no hace falta hacer daño para ser dañino. Oportunamente, ahora con el post estructuralismo, “El ser tecno” resucita la cara del emprendedor, que en acciones encuentra ayuda para realizar sus proyectos, y en otras se las tiene que arreglar con poco dinero o casi nada, con la contracara del sin sentido, de la promesas de cara bonita, pero incumplidas.

No obstante, me atrevo a hacer un paréntesis, pero sin ningún sentido moralizante. Algunos intelectuales de estos tiempos han denunciado “el terrorismo estructural”. La palabra estructura se escucha en sus mensajes. Es que la palabra estructura se refiere a aquello de fondo que nos daña y nos explota como seres sociales. Sin embargo, en este contexto, otros comentadores se detienen siempre girando en torno al mismo problema.

“El homo tecno” necesita del vicio del internet y el consumo desmedido para poder subsistir. La misma estructura del vicio genera ganancias, que permite que a algunos les sobre y a muchos les falte. Allí radica el origen de muchos males y vacíos estructurales de fondo actuales. Es decir, para redondear, veamos estas ideas abstractas en un ejemplo concreto: Detenerse en hablar horas y horas de una persona que puso una bomba, y no detenerse en pensar la estructura de fondo que hay atrás de ese hombre que puso la bomba, esa es la cuestión. La estructura misma del terrorismo mismo viene del sin sentido, de la violencia, falta de políticas de fondo, deshumanización, exclusión, indiferencia, fundamentalismos religiosos y del hambre. Detenerse horas en hablar de las tomas de terrenos y no ver la importancia de fondo detrás de esas tomas. El ser humano tecno encerrado en las estructuras de su pensamiento no encuentra alas para poder volar. El propósito de este libro es encontrar posibles alas del por venir en lo tecno.

Además, piénsese por ejemplo, que la corrupción le saca la producción, comida, y el sueño a la gente. Precisamente, atacar la estructura misma de la corrupción significaría devolverle al trabajador aquello que consiste en que sea trabajador. Devolverle al educador aquello que lo hace ser un educador. Devolverle a la persona lo que le hace ser persona. Devolverle el trabajo productivo será esencial para el ser humano post pandemia. Salir del ser de las promesas vacías para empezar a cumplir una vocación y un propósito. El abuso del celular, internet, exitismo, máquina, hace que nuestro cerebro carezca de sensibilidad y conciencia. La cultura del individualismo apela a la “fuerza simplista de la voluntad” de Nietzsche, que cada cual se las tiene que arreglar en este inhumanismo, pero en un mundo que no necesita de “lobos solitarios”, sino de “lobos solidarios”. Cambiar las estructuras significaría empezar a ver el poder como un servicio para ponerme en el lugar del otro, no para sacar alguna ventaja del otro, como un robot, casi explotado, nómade, solitario, y sin familia.

El sistema salvaje (el capitalismo originario termina desvirtuándose cuando nadie puede regularlo para distribuir las riquezas, y ello, alimenta todo tipo de bronca y reacciones frente a lo injusto), ha despojado al hombre de su dignidad por la especulación financiera (toda inversión a corto plazo que busca obtener ganancias en capital). En la era tecnológica actual se persigue el confort y el dinero. Habrá que empezar a pensar más seriamente sobre ese costo de ese auge de calidad de vida Y, cuando las máquinas empiezan a verse por todos lados y se hacen cada vez más complejas, el hombre debería revalorizar la simple estructura de ser cada vez más humana, para no dejarse aniquilar por la misma máquina. Precisamente, en este contexto del hombre tecno, postmoderno, post estructuralista, de la post verdad: ¿Si atacáramos aquello de fondo que nos explota no cambiaríamos la visión del mundo y del comportamiento actual?

El por venir del homo tecno

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