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2. El itinerario del amor de sí a la caridad

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En la Carta de envío con que las Conferencias de Doroteo son enviadas al monje que las había solicitado, dice: “Doroteo, a través del renunciamiento aprendió el mejor camino al cielo: la humildad, y en conformidad con lo que dicen los santos Ancianos, haciendo suya en la práctica aquella sentencia: ‘Sé misericordioso y manso’, fue revestido con todo tipo de virtud. Por eso el bienaventurado tenía siempre en su boca esta palabra de los Ancianos: El que ha llegado a desprenderse de la voluntad propia ha llegado al lugar del reposo. Su continua búsqueda lo llevó a descubrir que todas las pasiones tienen por raíz el amor de sí mismo (filautia), y que éste está ligado al amargo dulzor de nuestra voluntad; por eso se sirvió de ese remedio enérgico e hizo perecer junto con la raíz todos sus brotes malditos”39.

En este escrito de un discípulo anónimo, tenemos una síntesis insuperable del pensamiento de Doroteo, amor de sí (filautia) y voluntad propia, por un lado, y humildad como únicos remedios que arrancan de raíz esas pasiones, por el otro.

Este primado del amor de sí dentro del mundo pasional es el que permite anticipar el itinerario y el fin al que apunta el crecimiento espiritual según este maestro de Gaza. La caridad como amor a Dios y a su voluntad, y el amor del prójimo (de los hermanos) va a ser la meta a la cual tiende todo el esfuerzo ascético del monje.

A su vez este amor de sí revela por su misma naturaleza la intensa fuerza con que el monje y todo hombre está vuelto sobre sí y sus cosas, y lo doloroso que puede resultar por momentos el camino de la humildad, el cual lleva al hombre a salir de ese falso centro para hacerlo crecer en la verdadera caridad.

Finalmente, por este camino, la vida espiritual descrita por Doroteo se va desarrollando en el ámbito circunscripto por dos amistades: la amistad (filía) consigo mismo (autia); y la amistad con Dios y los hermanos (caridad).

En todo esto Doroteo se mantiene fiel seguidor de uno de sus Padres preferidos: Evagrio. Este, habiendo elaborado la doctrina de los ocho pensamientos (vicios) capitales, estableciendo su orden y jerarquía, afirmaba: “El primero de los pensamientos apasionados es el amor de sí mismo (filautia); de él siguen los otros ocho”40.

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