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4. La obediencia como participación en el misterio redentor de Cristo
ОглавлениеJunto con la humildad, la obediencia es la expresión totalizante de las relaciones del hombre con Dios. Ella no es sólo el sometimiento de la voluntad a un mandato, sino la disponibilidad permanente el monje a conformarse con la voluntad divina manifestada a través de los hombres. Implica entonces en primer lugar la desconfianza en propio juicio y la docilidad a los maestros espirituales; en segundo lugar, la apertura total al Anciano a través de los lazos de filiación espiritual; y finalmente la obediencia sin demora al mandato ordenado.
Además de dedicarle la Vª Conferencia entera, Doroteo insiste a cada momento en que el monje debe desconfiar de su propio juicio y criterio. El fue el primero en poner esto por obra: “Tal vez el pensamiento me dijera: el anciano ¿no te dirá tal cosa? ¿Para qué importunarlo? Pero yo replicaba: Anatema a ti y a tu discernimiento, a tu inteligencia, a tu prudencia y a tu ciencia. Lo que tú sabes lo sabes por los demonios”46. En el camino de la vida espiritual los pensamientos apasionados tienen la capacidad de transformar en luz los designios más oscuros, y por ello Doroteo lanza un anatema sobre el tan preciado discernimiento (diacrisis) evagriano, para confiar solamente en la guía de Dios por medio de un hombre. “De hecho si alguien busca sinceramente, de todo corazón, la voluntad de Dios, Dios no lo abandonará jamás y lo guiará en todo según su voluntad. Así si alguno dirige su corazón hacia la voluntad de Dios, Dios iluminará hasta a un niño para hacérsela conocer. Pero si por el contrario, no busca sinceramente la voluntad de Dios, podrá consultar a un profeta: Dios pondrá en la boca del Profeta una respuesta conforme a la perversidad de su corazón”47. Esto explica los profundos lazos de dirección espiritual que encontramos en este monacato de Gaza. Doroteo y sus padres, Barsanufio y Juan. Dositeo, como modelo de apertura y docilidad del discípulo. El hecho mismo de que el principal escrito que nos ha legado esta generación de monjes sea un millar de cartas con preguntas y respuestas de dirección espiritual, son un testimonio del rol central que tenía para ellos esta relación padre-hijo espiritual. Ella se concretaba en una total apertura interior y docilidad a un guía. “La salvación se encuentra en el mucho consejo”, decía Doroteo a sus monjes48 . Para él la necesidad de tener un consejero es una ley absoluta de la vida espiritual. “Por mucho consejo no se quiere decir que es necesario consultar a todo el mundo, sino hacerlo en todo con aquel en quien debemos depositar nuestra plena confianza, no callando ciertas cosas y manifestando otras, sino revelando todo y en todo pidiendo consejo. Para el que obra así la salvación se encuentra en el mucho consejo”49. La apertura es la clave terapéutica para las enfermedades del alma. “Aquel que busca cerciorarse de la utilidad de lo que pretende hacer, no ha realizado aún nada, pero el enemigo, aún antes de saber si observará o no lo que le sea aconsejado, muestra su odio al hecho mismo de preguntar y escuchar un consejo útil. Detesta el solo sonido de tales palabras y huye. ¿Por qué? Porque sabe que su maquinación será descubierta por el sólo hecho de preguntar y de dialogar sobre la utilidad de lo que proyecta hacer”50.
Todo esto nos muestra que la obediencia no es para el maestro de Gaza un simple requisito organizativo de la vida comunitaria. Es el modo de participar en la misma filiación de Cristo, por el cumplimiento de la voluntad del Padre. Y por ello, más que un instrumento ascético, la obediencia encierra la relación salvífica que hace retornar al monje a Dios, de quien se había apartado. Y el ejemplo más vivo de ello fue Dositeo. Años después de su muerte, Doroteo decía de él: “Fíjense en el bienaventurado Dositeo. Provenía de una vida relajada y sensual, y no había oído hablar ni una palabra acerca de Dios. Sin embargo, todos ustedes conocen las cumbres a que lo llevó en poco tiempo la fiel práctica de la obediencia y la negación de la voluntad propia. También todos ustedes saben cómo Dios lo ha glorificado y no ha permitido que tal virtud cayese en el olvido. Dios se lo ha revelado a un anciano que vio a Dositeo en medio de todos los santos, gozando de su felicidad”51.