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A) LISTA DE LOS PRINCIPALES FACTORES MEDIOAMBIENTALES

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Los factores de nuestro entorno son extremadamente numerosos. Por ello, esta lista no es exhaustiva, y se limita a los principales factores, aquellos que parecen más susceptibles de atacar a la salud de los humanos.

1. Radiaciones

1) Los rayos solares tienen efectos beneficiosos para el hombre, que, instintivamente, busca exponerse al sol, pero también tienen efectos peligrosos, más importantes desde que algunos productos químicos creados por ciertas industrias han destruido una parte de la capa de ozono. Los rayos ultravioleta B y, probablemente, A favorecen el desarrollo de cánceres de piel: epiteliomas basocelulares y espinocelulares, y melanomas.

2) Los rayos X son peligrosos para quienes se exponen a menudo a este tipo de radiación. Pueden destruir o modificar ciertas células. Provocaron numerosas leucemias en los primeros radiólogos, que no disponían de suficiente protección. La agresividad de los rayos X puede utilizarse en terapéutica, para intentar eliminar células malignas (radioterapia en los cánceres) o para suprimir las células causantes de la respuesta inmunitaria (irradiación corporal total antes de un trasplante de médula ósea para evitar su rechazo).

3) Las radiaciones nucleares pueden matar a los humanos, con rapidez si son muy intensas, o con lentitud cuando lo son menos, en forma de aplasias medulares, leucemias y cánceres. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y el accidente de la central de Chernobyl lo han demostrado fehacientemente. Sin embargo, esta energía es la mejor solución para el futuro, ya que es inagotable, a diferencia del carbón o del petróleo, que están en vías de extinción. Oponerse a la construcción de centrales nucleares, como hacen algunos ecologistas, no me parece una buena solución. Hay que mejorar la seguridad de estas centrales para hacerlas casi perfectas y poner al día métodos válidos para tratar los residuos radiactivos. En cuanto a la radiactividad natural, muy baja, es inofensiva.

4) Las radiaciones electromagnéticas provienen de fuentes muy variadas (Platt, 1999):

• Satélites de comunicación.

• Emisoras de televisión.

• Teléfonos celulares.

• Teléfonos móviles.

• Ondas de radio de diversas frecuencias.

• Receptores de televisión.

• Aparatos electrodomésticos.

• Hornos microondas.

• Redes eléctricas.

• Líneas de alta tensión.

• Líneas de transporte de tracción eléctrica.

• Pantallas de ordenador catódicas.

Los efectos de estas radiaciones sobre nuestra salud son poco conocidos. Se ha achacado a las líneas eléctricas de alta tensión ser la causa de algunas leucemias. Deberían llevarse a cabo estudios epidemiológicos para confirmar o invalidar esta creencia. Las radiaciones electromagnéticas de menor intensidad, emitidas por los televisores o los ordenadores, ejercen a corta distancia una acción nociva en los seres vivos, como comprobaron Youbicier-Simo y col. (1996) con embriones de pollo.

2. Agentes climáticos y físicos

Sin mencionar los accidentes, como un rayo o la electrocución, estos agentes tienen un gran impacto en el organismo humano. El frío puede provocar la enfermedad de Raynaud, espasmo paroxístico de los pequeños vasos de los dedos. La altitud causa una poliglobulia, o fabricación de un número mayor de glóbulos rojos. La humedad acentúa los dolores reumáticos. El calor, la lluvia, el viento y la nieve también ocasionan alteraciones. Sin embargo, son relativamente menos importantes.

3. Contaminantes del aire

La actividad humana ha introducido en el aire numerosos componentes anormales. Algunos de estos componentes permanecen localizados en lugares restringidos:

• El polvo, liberado en algunas canteras y en algunas minas. Los mineros que extraen el carbón pueden inhalar partículas de carbón y de sílice, y desarrollar una antracosis o una silicosis, que pueden provocar una insuficiencia respiratoria mortal.

• El amianto, utilizado en la construcción de algunos edificios, es el causante de algunos cánceres de pulmón y de pleura.

Otras sustancias se extienden en la atmósfera. Provienen principalmente de la industria y de la circulación de los automóviles (BoissavyVinau, 1995). Los contaminantes más importantes son los siguientes (Aubier y Marthan, 1997):

• Dióxido de azufre = SO2.

• Óxidos de nitrógeno = NO, NO2,NOx.

• Monóxido de carbono = CO.

• Ozono = O3.

• Compuestos orgánicos volátiles, de los cuales los más peligrosos son las partículas diésel.

• Aerosoles que emiten partículas muy finas.

• Metales pesados: plomo, cobre.

Los hielos polares constituyen extraordinarios archivos de la historia de la atmósfera (Boutron, 1996). Gracias a muestras glaciares recogidas a distinta profundidad, podemos conocer la composición del aire en diferentes épocas. Así, hemos aprendido que la polución por el plomo data de hace 3.000 años y la del cobre, 2.500 años.

De forma práctica, Bignon (1997) separa:

• Las partículas grandes, generadas por la combustión incompleta de carbones.

• Las partículas finas, generadas por las centrales eléctricas no nucleares, algunas industrias y el gas de escape de los vehículos, principalmente los de motor diésel.

Se acusa a los contaminantes atmosféricos de favorecer el asma (sin razón, como veremos en el capítulo 25), la bronquitis, la rinitis, la conjuntivitis, el cáncer de pulmón y de agravar las insuficiencias respiratoria y cardiaca.

La presencia de estos productos (sulfatos, nitratos) produce lluvias ácidas, que destruyen algunos árboles y contaminan el suelo. Además, la polución atmosférica tiene otras dos consecuencias graves: la destrucción de la capa de ozono y el efecto invernadero. Estos dos fenómenos se tratan en el capítulo 31.

4. Contaminantes del agua

El agua, como el aire, contiene muchos productos procedentes de la civilización industrial:

• Los residuos provenientes de ciertas fábricas.

• Las aguas fecales vertidas por las alcantarillas.

• Los fosfatos, que se han utilizado como suavizantes en los detergentes, pues neutralizan muy bien el calcio. Algunas empresas, respaldadas por científicos poco escrupulosos, han hecho creer durante mucho tiempo que los fosfatos eran inofensivos (Barroin, 1995). En realidad, modifican la calidad de las aguas y ocasionan una excesiva proliferación de algunos vegetales: fitoplancton, cianobacterias, algas y hierbas.

• El plomo, que puede contaminar el agua potable, sobre todo cuando es el material del que están hechas las canalizaciones que llevan esta agua al grifo. Afortunadamente, esta clase de canalizaciones está en vías de desaparición.

• El mercurio, que está presente bajo su forma metilo, peligrosa en ciertas zonas de lagos, mares y océanos, donde el agua está acidificada y es pobre en oxígeno (Cossa, 1995). Los peces absorben y acumulan el mercurio a medida que envejecen.

• Los nitratos, procedentes de algunos abonos y que a veces encontramos en las capas freáticas, son, en cambio, inofensivos, contrariamente a una opinión muy extendida. Este punto ha sido demostrado por L’Hirondel y L’Hirondel (1996). Por otra parte, toleramos muy bien algunas verduras como las espinacas, mucho más ricas en nitratos que cualquier agua. No obstante, las bacterias pueden transformar los nitratos en nitritos, que son nocivos.

5. Contaminantes del suelo

Este tema, indisociable de las aberraciones de la agricultura y de la ganadería, se trata de manera más detallada en el capítulo 4, sección F.

6. Tabaco

El hábito de fumar se extendió ampliamente a principios del siglo pasado, cuando se ignoraban los daños de la hierba de Nicot. Desde hace una treintena de años, las consecuencias del tabaco son conocidas. Pero, a pesar de las grandes campañas antitabaco, el número de fumadores decrece muy lentamente en los países occidentales. Es difícil dejar de fumar, ya que la nicotina actúa como una droga y estimula las mismas regiones cerebrales que la cocaína, la heroína o las anfetaminas.

El tabaco contiene otras sustancias peligrosas, como los alquitranes, que son hidrocarburos cancerígenos, o las nitrosaminas, igualmente cancerígenas, así como pequeñas cantidades de cianuro. Los riesgos del tabaco se mencionan en el capítulo 5, sección G.

7. Alcohol

El alcoholismo agudo provoca embriaguez, que puede tener graves efectos cuando el bebedor conduce un vehículo y arriesga su vida, la de los pasajeros y la de los desafortunados con los cuales puede colisionar.

El alcoholismo crónico tiene otros inconvenientes:

• Favorece, en asociación con el tabaco, los cánceres de vías respiratorias y de la parte superior del tubo digestivo.

• Puede llegar a producir cirrosis, transformación fibrosa del hígado, siempre mortal.

8. Medicamentos

Los europeos son grandes consumidores de medicamentos, a veces necesarios para el restablecimiento de nuestra salud, lo cual es beneficioso. Pero casi nunca son totalmente inocuos. Basta consultar un vademécum farmacológico para descubrir que todos los medicamentos presentan contraindicaciones que pueden ocasionar incidentes y accidentes.

Conviene, pues, adoptar algunos criterios de sentido común:

• Para el enfermo, evitar la automedicación y seguir los consejos de un médico competente.

• Para el médico, comparar sistemáticamente los peligros de la enfermedad con los del medicamento. La terapéutica moderna es consciente del riesgo calculado de los mismos.

• Siempre que sea posible deben evitarse los tratamientos prolongados con un mismo medicamento.

El consumo de medicamentos se desarrolló progresiva y ampliamente en los países occidentales después de la segunda guerra mundial. Es sorprendente comprobar que, a partir de esta época, ciertas enfermedades poco frecuentes se han extendido de forma progresiva, como el asma o la enfermedad de Crohn, que han multiplicado su frecuencia por 100, mientras que algunos cánceres (mama, próstata, colon o recto) cada vez son más numerosos. Esto indica una presumible relación de causa-efecto.

De la inmensa lista de medicamentos comercializados en Europa, los antibióticos ocupan, en mi opinión, el primer lugar entre los sospechosos. La práctica totalidad de los europeos ha tomado antibióticos en alguna ocasión. Actualmente, los niños menores de seis años, con infecciones casi permanentes de bronquios o de la esfera ORL (gastrointestinal), contaminados en las guarderías y en los colegios, son tratados con antibióticos de forma repetida.

Me temo que todos estos antibióticos, además de alterar de manera continua la flora bacteriana del tubo digestivo y seleccionar bacterias resistentes (Boye, 2000), resultan agresivos para la mucosa del intestino delgado y la permeabilizan demasiado. Considero que esta hiperpermeabilidad tiene una importancia fundamental en el desarrollo de numerosas enfermedades. El uso abusivo de antibióticos puede originar algunos círculos viciosos, como los que se ilustran en la figura 16.

No estoy en contra del empleo de antibióticos, que son medicamentos irreemplazables en el tratamiento de las infecciones bacterianas. Desafortunadamente, se prescriben demasiado a menudo en situaciones en las que resultan inútiles, en particular en las infecciones virales, mucho más extendidas que las infecciones bacterianas. Bien sea porque el médico quiere prevenir una sobreinfección bacteriana eventual, o bien porque duda entre los dos diagnósticos.

Figura 16. CÍRCULOS VICIOSOS CREADOS POR LA INGESTA FRECUENTE DE ANTIBIÓTICOS


9. Alérgenos

Las enfermedades alérgicas, antes relativamente raras, están muy extendidas hoy en día. Se denomina alérgeno a toda sustancia antígena capaz de desencadenar manifestaciones alérgicas. Los principales alérgenos son los siguientes:

• El polvo de casa.

• Mohos.

• Ácaros.

• Escamas y pelos de animales, principalmente de gato, perro, caballo y roedores.

• Insectos, principalmente cucarachas.

• El polen de los árboles (de finales de enero a finales de abril), gramíneas (de mediados de mayo a mediados de julio), herbáceas (de principios de junio a finales de noviembre).

• Venenos de himenópteros (abejas, avispas).

• Ciertos alimentos y aditivos alimentarios.

• Numerosos medicamentos.

• Productos utilizados en algunas profesiones.

10. Parasitosis

Los parásitos, numerosos y peligrosos en los países tropicales, son raros y generalmente benignos en nuestras regiones. Los principales parásitos en Europa son:

• La triquina, pequeño gusano nematodo cuyas larvas enquistadas se transmiten a través de la carne, cruda o insuficientemente hecha, de cerdo o de caballo infectados.

• La tenia, cuyas larvas o cisticercos se transmiten a través del consumo de carne, cruda o insuficientemente hecha, de cerdo (tenia solitaria) o de caballo (tenia inerme).

• El anasakis, a menudo presente en el pescado crudo, pero que raramente se implanta en el hombre.

• El distoma de hígado, cuyas larvas enquistadas se encuentran en los berros, diente de león y en la planta milamores, en ciertas zonas geográficas.

• El botriocéfalo, proveniente del pescado crudo.

Hay que vigilar principalmente la triquina y el distoma de hígado, ya que en una minoría de casos pueden resultar mortales.

11. Hongos

Aunque las especies de hongos microscópicos son muy numerosas en la naturaleza, muy pocas agreden el organismo humano. Los más importantes son dos:

Aspergillus, que es saprofito en un individuo normal y patógeno en los afectados de graves déficits inmunitarios (sida, radioterapia intensiva, quimioterapia intensiva).

Candida albicans, cuya actividad, en general desdeñada, es seguramente subestimada. Besson (1994) afirma que la candidiasis crónica provoca fatiga permanente, una sobrecarga ponderal, problemas digestivos y muchos otros síntomas. Cuando adopta una forma micelar, puede activar prolongamientos entre las células de la mucosa del intestino delgado y aumentar la permeabilidad de la barrera intestinal (figura 16).

12. Bacterias

Desde el descubrimiento de los antibióticos, las bacterias interesan menos a los científicos. Creemos que siempre podremos vencer a una bacteria con un nuevo antibiótico. Sin embargo, el abuso de éstos ha tenido dos consecuencias no deseadas:

• La selección de cepas bacterianas resistentes, particularmente abundantes en el medio hospitalario (recomiendo leer sobre este tema la excelente revisión general de Boye, 2000).

• El trastorno de la flora intestinal de los pacientes, que favorece la proliferación de Candida albicans.

En mi opinión, el error es tratar únicamente las infecciones generadas por las bacterias y sus toxinas. Hay que tener también en cuenta las macromoléculas procedentes de las bacterias, péptidos y lipopolisacáridos en particular. Nuestra flora intestinal contiene una fuente importante de estas macromoléculas. Intentaré demostrar que están implicadas en tres áreas patológicas: autoinmunidad, ensuciamiento y eliminación.

13. Virus

Constituyen un tema de actualidad, ya que muchos virus son patógenos para el hombre y han resistido hasta el presente todos los ensayos terapéuticos. Podemos vacunarnos contra algunos virus, pero somos incapaces de destruir un virus cuando contamina al hombre.

Verdaderamente, el problema es difícil. ¿Cómo llegar al virus en el interior de una célula? ¿Cómo eliminar el virus sin dañar a la célula? La reciente expansión mundial del sida ha hecho que las investigaciones sean aún más exhaustivas. El descubrimiento de medicamentos eficaces contra este virus probablemente traerá consigo progresos en el tratamiento de otros virus. Recordemos que una terapia triple que combina dos inhibidores de la transcriptasa inversa y un inhibidor de proteasas ha invertido por primera vez la evolución fatal del sida en un gran número de enfermos (Corey y Holmes, 1996).

Además de algunas infecciones agudas de las cuales son las causantes, los virus han estado a menudo vinculados a otras patologías:

• La mayoría de cánceres y de leucemias, cuando su origen es desconocido.

• Las encefalopatías espongiformes transmisibles, cuyo ejemplo es la enfermedad de las vacas locas.

• Los trastornos autoinmunes.

Como una virosis aguda no encaja como causante de estos estados crónicos, se ha propuesto la existencia de virus «lentos», capaces de residir en el organismo humano durante varios años e incluso toda la vida. La existencia de tales virus se ha puesto de manifiesto en algunas situaciones, pero en la mayoría de los casos esta concepción es difícil de sostener, cuando no se detecta ADN viral, ARN viral, ni anticuerpos contra virus.

Finalmente, el papel de los virus ha sido probado únicamente en la mayoría de los cánceres de cuello uterino y en raros cánceres anorrectales (papilomavirus), en el linfoma de Burkitt (virus Epstein-Barr), en ciertos cánceres del hígado (virus de las hepatitis B y C) y en algunas afecciones malignas menos frecuentes. Para las encefalopatías espongiformes, se duda todavía entre la teoría de la proteína prión patógena (Prusiner, 1995) y otras teorías (molécula chaperona, virus, virino). Para las enfermedades autoinmunes, propondré más adelante un mecanismo diferente y, en mi opinión, con más eficacia.

14. Alimentos

En la actualidad, la gran mayoría de médicos, a excepción de algunos pioneros, subestima su importancia. Mientras que para comercializar un nuevo medicamento se exige el cumplimiento de numerosos criterios de eficacia y de inocuidad relativa, se toman muchas menos precauciones en materia nutricional. Y ello a pesar de que la alimentación humana ha cambiado mucho en el transcurso de los siglos, y en la actual se dan dos características inquietantes:

• El consumo en gran cantidad de nuevos productos que nuestros ancestros prehistóricos no comían.

• Las modificaciones perjudiciales impuestas por las técnicas modernas de agricultura, ganadería e industria.

A lo largo de este libro se describen las extraordinarias consecuencias, favorables o desfavorables, que se derivan de nuestra manera de alimentarnos.

15. Estrés

El estrés es la respuesta del organismo a un estímulo. En el lenguaje corriente, el estrés se asimila a esa estimulación y, en la práctica, a las diversas agresiones a las cuales nos enfrentamos. Dado que las agresiones externas son particularmente frecuentes e intensas en la vida de la mayoría de los occidentales del siglo XXI, numerosos autores creen que existe una relación entre el estrés y el desarrollo de algunas enfermedades psicosomáticas.

Creo que el papel del estrés se ha exagerado. Es cierto que las emociones que sentimos pueden intervenir en el desencadenamiento o en la aceleración de un proceso patológico, pero, por sí solas, no provocan una enfermedad. Es un alivio pues, si tenemos en cuenta la cantidad de acontecimientos estresantes que afrontamos, casi todos los humanos sufriríamos de manera precoz de múltiples afecciones. Explicaré las razones de esta opinión en algunos capítulos ulteriores.

Alimentación, la tercera medicina

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