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Ressourcement desde la periferia

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El término ressourcement se lo debemos a Charles Péguy. Representa un llamado a pasar de “una tradición menos profunda a una más profunda”.68 Este giro fue adoptado por los dominicos en la llamada “escuela de Salchoir” como Ives Congar y Marie-Dominique Chenu, y por los jesuitas del “grupo de Fourvière” como Henri Bouillard y Henri de Lubac. El regreso de la menos profunda tradición del neoescolasticismo a la más profunda tradición de los padres de la iglesia fue rechazado enérgicamente por influyentes teólogos como Reginald Garrigou-Lagrange, para quien esta nouvelle théologie era simplemente una nueva cepa del virus del modernismo contra el que la iglesia necesitaba ser inoculada. La “nueva teología” evitó los sistemas demasiado deductivos y cerrados de lo que se llamó la “teología de Denzinger” y bebió de las tres fuentes de la teología: las Escrituras, la liturgia y los padres. Los teólogos del ressourcement se caracterizaron por combinar este retorno a las fuentes de la doctrina cristiana con un compromiso con el mundo contemporáneo. Este compromiso se demostró en la valiente respuesta de muchos de estos teólogos a la amenaza nazi en Europa.69 Al vincular la teología y la vida, el trabajo de estos teólogos del ressourcement sentó las bases para muchas de las “nuevas” direcciones que tomó la iglesia en el Vaticano II.

En este estudio de la visión teológica de Romero, pondremos en práctica lo que los teólogos latinos de los Estados Unidos denominan el ressourcement desde los márgenes.70 Implica un retorno a las fuentes de la teología (las Sagradas Escrituras, la liturgia divina y los padres de la iglesia) pero desde la periferia. Se abordan las fuentes cristianas, no con preguntas europeas como la religión secular o la muerte de Dios, sino con cuestiones latinoamericanas como la explotación y la muerte de los pobres. El Ressourcement desde los márgenes no se limita a acercarse a las fuentes cristianas tradicionales con preguntas desde una ubicación social diferente; también aprovecha nuevos pozos donde abrevar. Los teólogos y teólogas latinos de los Estados Unidos (el movimiento se denomina Latino/a theology) deben aprender, en palabras de Bernard of Clairvaux, a “beber de sus propios pozos”.71 El Espíritu Santo también hace brotar la vida en América Latina. La iglesia en estas tierras puede ser una iglesia fuente porque el Espíritu ha gestado un pozo en su tierra. Gustavo Gutiérrez afirma: “El agua que brota de él nos limpia continuamente y nos hace eliminar inercias y arrugas de nuestro modo de ser cristianos, al mismo tiempo que suministra el elemento vital necesario para fertilizar nuevas tierras”.72 Los pozos de los padres de la iglesia dan vida, ofrecen agua dulce y también son ejemplos de dónde y cómo cavar o no cavar un pozo. Pero uno no puede vivir de la espiritualidad o de la teología de otra persona. La sed de uno no será saciada porque otra persona beba. Necesitamos beber por nosotros mismos. Un ressourcement latino de los márgenes busca fuentes en las tierras, historias y culturas de América Latina. Michelle González agrega que “mientras los teólogos europeos luchaban por redescubrir las fuentes cristianas tradicionales, los teólogos de la liberación luchaban por descubrir las voces de personas olvidadas y marginadas en la historia cristiana. La suya no fue simplemente un retorno a las fuentes históricas, sino una reescritura activa de la historia y la teología cristianas.”73 Esta reescritura activa es precisamente lo que hace Óscar Romero en un discurso que pronunció en la Universidad de Lovaina el 2 de febrero de 1980. En la ceremonia en la que recibió su segundo doctorado honoris causa, Romero habló sobre la relación entre la fe y la política desde la perspectiva de los pobres. Concluyó su discurso con un ejemplo explícito de trabajo desde los márgenes. “Los antiguos cristianos decían: ‘Gloria Dei, vivens homo’. Nosotros podríamos concretar esto diciendo: ‘Gloria Dei, vivens pauper’”.74 Gloria Dei, vivens pauper: “La gloria de Dios es el pobre que vive”. Este dicho es una adaptación de la frase de Ireneo de Lyon, Gloria Dei, vivens homo, “La gloria de Dios es el hombre que vive”. Volver a Romero es un acto de ressourcement desde los márgenes. Es el giro en el espíritu de que hablaba Péguy que va de la teología “menos profunda” de la neoescolástica latinoamericana a la “teología nueva” más profunda de Medellín. También es un retorno a las fuentes de las Escrituras, la liturgia y los padres de la iglesia motivados por el deseo de comprometerse con el mundo contemporáneo, que en América Latina significa el mundo de los pobres. Finalmente, este ressourcement tiene un componente revisionista. No es que los pozos patrísticos sean insuficientes, sino que el Espíritu que una vez los llenó sigue hoy activo, reponiendo los acuíferos antiguos y creando otros nuevos. Romero no es solo un buen ejemplo del ressourcement desde los márgenes; su recuperación de Ireneo de Lyon muestra que lo está poniendo en práctica de modo magistral.

La intención detrás de reintroducir a Ireneo es doble. Primero, ubica la expresión Gloria Dei vivens pauper retomada por Romero dentro de un discurso cristiano diacrónico. El dicho de Ireneo tiene una historia, y entender esta historia nos ayuda a entender la versión de Romero. Segundo, y más importante aún, agrega credibilidad a la madurez de la iglesia latinoamericana en su desarrollo desde ser una iglesia reflejo hasta convertirse en una iglesia fuente. El arzobispo de San Salvador no está simplemente repitiendo las palabras del obispo de Lyon. Las reescribe para El Salvador. La teología de Romero es evidencia de que el mismo Espíritu que movió a Ireneo a actuar contra las herejías en Lyon está actuando en El Salvador predicando el mensaje apostólico de la vida.

La visión teológica de Óscar Romero

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