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CAPÍTULO 3 Educación y prevención para la salud de la mujer 3.1. Antecedentes

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A la educación se le puede definir como una serie de acciones planificadas, basadas en valores humanos dirigidos hacia el entendimiento y el aprendizaje del alumno y concierne al educador que esté calificado para el ejercicio pedagógico. La educación del adulto se mantuvo en un bajo perfil hasta mediados del siglo XX, cuando se vio la necesidad de replicar la enseñanza fuera del sistema educativo formal, con el fin de optimizar los recursos humanos para el Estado. Inició, entonces, una redefinición de la educación del adulto a la que se le definió como andragogía.

En el ámbito pedagógico, ser “adulto” equivale a haber alcanzado una madurez social que le permite catalogar el aprendizaje, potenciar su dignidad y cultura. Esto conlleva algunas diferencias que deberán ser tomadas en cuenta en los programas educativos tendientes al aprovechamiento de la experiencia del adulto para incrementar su pensamiento, la autogestión y su calidad de vida en el entorno social en el que se encuentra.

En el último lustro, la Unesco ha mantenido una posición de apoyo al sistema educativo mediante el programa Educación para Todos, en el que incluye al adulto. Existe una estrecha correlación entre la alfabetización de adultos con la mejora de la salud, el aumento de los ingresos, la mayor participación en la vida cívica y la educación de los niños. Ello debe ser un estímulo poderoso para que los Gobiernos brinden el mayor apoyo al déficit que actualmente existe en materia de alfabetización.

Los orígenes de la andragogía han influido en las teorías psicológicas y filosóficas que conciernen al papel conductor del individuo en el desarrollo social y personal. La andragogía, como teoría de aprendizaje del adulto, fue creada en 1970 por Malcom Knowles, Smith y Jarvis, quienes lo definieron como el arte y ciencia de ayuda al aprendizaje del adulto (Knowles et al., 2005). Los autores sostienen que existen premisas para considerarse adulto. De acuerdo con el concepto, existe una transición que va desde un ser dependiente de la personalidad hasta un ser humano que actúa por sí mismo. El adulto acumula en su crecimiento un acervo de experiencia que llega a ser una fuente de conocimiento en aumento. Además, tiene aptitud para aprender a orientarse progresivamente en las tareas de desarrollo de su papel cambiante.

Los adultos están listos para aprender cuando perciben la necesidad de saber o hacer algo para desempeñarse más eficazmente en algún aspecto de sus vidas. Su disposición a aprender puede ser estimulada ayudándoles a evaluar las diferencias entre dónde están ahora y dónde quieren y necesitan estar. (Knowles et al., 2005, p. 294)

Los programas de educación no deben ser elaborados con la idea de establecer la competitividad individual. Por el contrario, el énfasis debe estar en aspectos sociales relacionados con el aprendizaje. El contenido de los programas de educación debe centrarse en el proceso antes que en el producto y procurar el conocimiento útil para resolver problemas en los que la persona está comprometida en el lugar de trabajo y en la comunidad.

Educación y prevención para la salud sobre cáncer de cuello uterino

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