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Los que van a morir te saludan

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Historia de una masacre.

Escuela Santa María, Iquique, 1907

Desde varios años atrás la zona del salitre (pampa y costa) venía siendo fuente de conflictos en la República que se acercaba al centenario. La cuestión social allí seguía una dinámica relevante por su nitidez y su fuerza. La acción de las mancomunales, en particular la de Iquique desde 1901, de los centros de estudio anarquistas, del Partido Demócrata, no eran simplemente en vano. Se desarrollaban estas organizaciones en un feraz caldo de cultivo; su labor hacía hervir este caldo con mayor intensidad. La creación de periódicos, de centros de atención médica, de cooperativas, de escuelas, de grupos culturales; su penetración en las filarmónicas, en las organizaciones mutuales, en las municipalidades; la presencia en los centros de trabajo, su permanente agitación de las masas, la edición de folletos explicativos, son maneras todas de ir creando un espacio y ocupando un lugar, de ir mostrando un camino y haciéndose guías de un movimiento que estaba allí, pero que no sabía claramente hacia dónde rumbear.

Esta perpetua agitación, la toma de conciencia por parte de grandes grupos obreros en la posibilidad de reclamar mejores condiciones de vida y trabajo, la insistente baja del peso respecto a la libra esterlina, cosa que encarecía ciertos productos de consumo –disminuyendo el valor real de los salarios–, la paulatina maduración de una mentalidad proletaria de orfandad y de poder, la exasperación en una existencia odiosa por lo sufrida y lo mentida, todas estas cuestiones, decimos, iban a confabularse a fines de 1907, dando forma a una coyuntura favorable a la unidad y a la protesta de gremios, oficinas y regiones; mítines, reclamos y huelgas.

Tres son, por lo menos, las fuentes de tensión que agitaban la provincia de Tarapacá a fines de 1907. La devaluación progresiva del peso –con los consiguientes desequilibrios– parece ser la más importante causal de un malestar colectivo que todos los grupos trataron de descargar sobre el Gobierno. La agudización de las contradicciones entre operarios y patrones, como producto de la pérdida del poder adquisitivo y la reivindicación de mejoras salariales, es una segunda tensión que se manifestó quizás de modo más claro. La pugna específicamente política entre gobiernistas y opositores, la lucha por el poder y los puestos públicos, es la tercera dimensión de este escenario. Descontento e inseguridad por la debilidad de la moneda, agudización de contradicciones de clase y lucha política son las tres dimensiones que enmasan los sucesos que se iban a vivir y que nos hemos propuesto narrar.

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