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El aire puro y los resfríos

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Muchos son víctimas de la idea errónea de que si se han resfriado deben excluir el aire exterior y aumentar la tempe­ratura de su habitación hasta que sea excesivamente alta. El organismo puede estar descompuesto, los poros pueden estar cerrados por el material de desecho, y los órganos internos más o menos inflamados, porque la sangre se ha retirado de la superficie y se ha ido hacia ellos. En estos casos, más que en otros, no se debiera privar a los pulmones de aire puro y fresco. Si hay un momento en que el aire puro es necesario, es cuando alguna parte del organismo, como los pulmones o el estómago, se enferma. Un ejercicio juicioso llevaría sangre a la superficie y aliviaría los órganos internos. Un ejercicio vigorizante, aunque no violento, al aire libre, con espíritu alegre, activará la circulación, dando un brillo saludable a la piel y enviando la sangre, vitalizada por el aire puro, a las extremidades. El estómago enfermo se aliviará con el ejer­cicio. Con frecuencia los médicos aconsejan a los enfermos visitar países extranjeros, ir a las termas o navegar con el fin de recuperar la salud; cuando, en nueve casos de diez, si se alimentaran moderadamente e hicieran un ejercicio saludable con ánimo alegre, recuperarían la salud y ahorrarían tiem­po y dinero. El ejercicio, y un aprovechamiento generoso y abundante del aire y de la luz solar –bendiciones que el Cielo brinda liberalmente a todos–, darían vida y fuerza al extenua­do enfermo...

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