Читать книгу Construir el mundo - Enrique Gracián - Страница 10
PRIMEROS PASOS
ОглавлениеSitúa el casillero bajo una luz y observa detenidamente la numeración de las casillas. Verás que en las filas 6 y 7 la numeración salta del 57 al 72 y del 89 al 104. Aquí es donde habría que colocar el suplemento que no compraste. De momento no lo vamos a necesitar. También verás que en cada una de las casillas hay letras. Luego te explico lo que significan.
De lo que se trata ahora es de rellenar cada una de las casillas con unas bolitas, para lo cual lo primero que tenemos que hacer es construir las bolitas. Haremos dos tipos, las P y las N, que se construyen de la siguiente manera (las llamo bolitas porque son muy pequeñas, pero como odio los diminutivos a partir de ahora las llamaré bolas). De la caja de cuarks coges dos U y un D y los unes con el Super Glue.
Esta es la manera de construir una bola P:
Para construir una bola N has de hacer lo mismo, pero con dos D y una U.
Lo de los colores es muy sencillo. Puedes elegir los que quieras, siempre y cuando en una misma bola no haya dos colores iguales. Es fácil.
Ponte a fabricar bolas P y N hasta que te aburras o hasta que se te acaben los cuarks.
Escucha música.
Ahora sacamos de la bolsa de electrones una de las avispas enloquecidas y la acercamos a una bola P. Verás que enseguida se pone a dar vueltas a su alrededor. El paso siguiente es coger esta bola P con su electrón e introducirla en la casilla número 1. Luego cogemos dos bolas P y dos N y las colocamos en la casilla 2. A partir de aquí es cuestión de paciencia. Se trata de rellenar todas las casillas del tablero. Por ejemplo, en la casilla 32 pondremos 32 bolas P y 32 bolas N (recuerda que cada bola P va siempre acompañada de su correspondiente avispa enloquecida). De momento, a partir de la segunda casilla, pon siempre el mismo número de bolas N que de bolas P1.
Ya veo: tengo que poner tantas bolas P como indica el número de la casilla.
Sí.
Al conjunto de bolas P y N que hay en cada casilla lo llamaremos núcleo.
De las avispas enloquecidas no hay que preocuparse: si el núcleo tiene 16 bolas del tipo P, cuando lo acerquemos a la bolsa de avispas enloquecidas se pondrán a revolotear 16 de ellas, que en ese momento dejarán de estar enloquecidas y bailarán una alegre danza alrededor del correspondiente núcleo.
Y ya está, eso es todo.
Con los elementos del tablero se puede construir una mariposa, un autobús o una galaxia. Cualquier cosa.
Es una pasada.
Sí.
¿Y ya está?
Sí. De hecho, podría acabar este libro aquí, pero voy a continuar un poco más.
Ahora viene lo de las letras que te decía antes. A cada uno de los elementos que hay en el casillero se le ha puesto un nombre. Por ejemplo, al de la casilla 26 se le llama hierro y al de la 47, plata. Verás que las letras correspondientes son Fe para el hierro y Ag para la plata.
¿Estás diciendo que la diferencia que hay entre el hierro y la plata es simplemente que una casilla tiene 21 bolas P más que la otra?
Sí. Ya sé que parece magia.
Cuando en la casilla número 10 coloques las 10 bolas P (con sus correspondientes electrones) y las 10 bolas N tendrás un gas llamado neón, que se utiliza para hacer letreros luminosos. Si ahora le añades 70 más te irás a la casilla 80 y lo que tendrás es un metal líquido con el que se fabricaban termómetros, el mercurio. Piensa que dos cosas tan diferentes, en todos los sentidos, como el oxígeno que respiramos y el oro de la cadenita que cuelga de tu cuello, se diferencian en un número, concretamente en el número de bolas P.
Vivimos en un mundo de números y apariencias. Todo lo que existe en el universo está formado por los elementos del casillero. Es así. Todo lo que has comprado en la tienda sirve para construir la materia.
¿Y lo que no es materia?
Vamos a convenir, de momento, que cuando hablamos, por ejemplo, de la conciencia, la venganza, los sistemas operativos, el miedo, la envidia, la bondad o el instinto homicida no nos referimos a elementos materiales. Es algo que todo el mundo sabe (siempre y cuando no empecemos a darle demasiadas vueltas). De manera que entenderemos por materia todo aquello que se pueda construir con los elementos del casillero.
En cada casilla, además del número que nos dice cuántas bolas P debemos poner, también hay unas letras que sirven para identificar a cada uno de los elementos. Por ejemplo, en la casilla 29 tenemos Cu, que es una abreviatura de cuprum (cobre), palabra latina que a su vez procede del griego kypros, que era el antiguo nombre de la isla de Chipre, lugar en el que había importantes yacimientos de este mineral. O el Hf (hafnio), elemento que fue descubierto en Copenhague, cuyo nombre en latín es hafnia (por cierto, el hafnio es un elemento que se encuentra en lugares tan dispares como en los reactores de los submarinos nucleares o en los procesadores de los ordenadores que tenemos en casa). La mayoría de estos nombres son toponímicos, es decir, que indican su lugar de procedencia. Otros son descriptivos, como Li (litio), que proviene del griego lithos, que quiere decir piedra. Y otros son honoríficos, como el copernicio, Cn, o el einstenio, Es, en honor a Copérnico y Einstein respectivamente. Aunque obviamente ninguno de los dos tuvo nada que ver con el descubrimiento de estos elementos. Valga decir que hay bofetadas para poder pasar a la posteridad en el casillero. Es mucho más importante que le pongan tu nombre a un elemento del casillero que a una plaza o a una calle.
1 En realidad, la manera de determinar el número de bolas N es algo más complicado, pero de momento seguiremos esta sencilla regla.