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ÁTOMOS

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Un átomo está formado por un núcleo y un conjunto de electrones que pululan a su alrededor. El núcleo es una piña formada por protones y neutrones (las bolas P y N).


Se puede visualizar un átomo como si fuera un sistema solar en miniatura, con el núcleo en el centro y los electrones describiendo órbitas circulares a su alrededor. Este fue el modelo que utilizó Bohr1 en su momento.

Según esto, un átomo de carbono se vería así:


Descubrimientos posteriores dieron al traste con esta imagen. Y es que los electrones son partículas de naturaleza tan escurridiza que ni siquiera pueden ser ubicados con precisión en un lugar concreto del espacio. Se mueven en el interior de «nubes» de diferentes formas que se corresponden con las zonas en la que hay más probabilidad de encontrarlos. Entender a fondo la estructura del átomo requiere adentrarse en los vericuetos de la mecánica cuántica, un mundo fascinante y de una singular belleza, pero que queda fuera de los objetivos de este libro. De manera que en lo que sigue voy a adoptar el tranquilizador modelo del sistema planetario en miniatura2. Sabemos que las cargas eléctricas del mismo signo se repelen y las de signo contrario se atraen. De manera que los electrones son atraídos por los protones del núcleo.

Tengo una pregunta.

Ahora no.

Los electrones poseen una cierta cantidad de energía que les permiten vencer la fuerza de atracción de los protones, por tanto, cuanta mayor sea la energía de un electrón más lejos estará del núcleo o, lo que es lo mismo, mayor será el radio de la órbita en la que se moverá.

La distribución de los electrones en las diferentes órbitas puede parecer caprichosa. Por ejemplo, los 29 electrones de un átomo de hierro se distribuyen así:


Hay reglas para saber cuántos electrones hay que colocar en cada una de las órbitas, pero aquí lo que nos interesa ahora es lo que sucede en la última.

1 Niels Bohr (1885-1962), físico danés que construyó el primer modelo atómico basado en conceptos cuánticos. Recibió el premio Nobel de Física en 1922.

2 Aun así, estas complejas formas de los orbitales se estudian actualmente en los cursos de Química de enseñanza secundaria. Un dato a tener en cuenta.

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