Читать книгу Integración, derechos humanos y ciudadanía global - Enrique San Miguel Pérez - Страница 18

Tal y como venimos exponiendo a lo largo de estas páginas, los dos pactos mundiales se gestaron a raíz de la sensación generalizada de crisis que se apoderó del mundo ante los flujos migratorios de gran magnitud que estaban teniendo lugar en varias partes del planeta. Este fenómeno alcanzó dimensiones particularmente dramáticas en el Mediterráneo, en el golfo de Bengala, en el golfo de Adén y en el Mar Rojo donde se conoce que ciento cincuenta y seis personas murieron ahogadas en esta travesía en 2018. La crisis del Mediterráneo fue particularmente desoladora no sólo por el enorme número de personas que afectó, sino también por su visibilidad, al irse gestando ante la mirada de los principales medios de comunicación occidentales. El informe Proyecto Migrantes Desaparecidos entre 2014-2018 “ha documentado los casos de más de 30.900 mujeres, hombres y niños que perdieron la vida en el intento de llegar a otros países. En ese período, el mar Mediterráneo se cobró el número más alto de vidas, con por lo menos 17.919 víctimas mortales; en el 64% de estos casos, no se recuperaron los cuerpos”39.

Entre otros medios de comunicación el periódico El País se hizo eco a lo largo de todo el año 2015 de la crisis migratoria que estaba padeciendo la Unión Europea en lugares como Canarias, Lampedusa, las islas griegas o en la ruta de los Balcanes. “Lo que ocurre es consecuencia de no tener una estrategia integral de gestión de la migración, que regule desde la llegada del migrante hasta que pide asilo o se les devuelve, que incluya un blindaje de las fronteras, relaciones diplomáticas con los países de origen y tránsito y mecanismos de solidaridad”40.

Hoy en día se ha vuelto a abrir el debate sobre la emigración tras los acontecimientos acontecidos en las islas Canarias y el norte de África y parece complicado cerrar la dolorosa página de la crisis de 2015, a pesar de la declaración de los cuatro países del sur de Europa y la posición de Alemania, que esperaba obtener a mediados de diciembre, un acuerdo político en el Consejo de la Unión Europea para continuar en 2021 la negociación del pacto con el Parlamento Europeo.

Además, hubo importantes conversaciones y debates conceptuales sobre las distintas definiciones de “refugiado” y “migrante”, en relación con la Declaración de Nueva York y durante la elaboración de los dos pactos41. Aunque en la Declaración de Nueva York se señala que “los refugiados y los migrantes tienen los mismos derechos humanos universales y libertades fundamentales”42, se mantuvo una distinción entre ambas categorías.

Los procesos que condujeron a los dos pactos fueron muy diferentes. El Pacto Mundial sobre los Refugiados fue redactado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en el periodo que precedió a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Refugiados y los Migrantes de septiembre de 2016 y durante la fase experimental del Marco de Respuesta Integral para los Refugiados del ACNUR. También en la Declaración de Nueva York se reconoció explícitamente la apremiante necesidad de incentivar la cooperación y de repartir mejor la responsabilidad de acoger y dar apoyo a los refugiados del mundo, que se concentran principalmente en los Estados vecinos de sus países de origen.

En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible también se reconoció el aporte de la migración al progreso económico y social. En ella se recoge la importancia de ocuparse de la cuestión de los desplazamientos forzosos como parte del desarrollo sostenible. Si bien el Objetivo de Desarrollo Sostenible ODS 10.7 se centra en la migración, otros ODS se refieren directa o indirectamente a cuestiones relacionadas con los migrantes y los refugiados quedando recogido que “más allá de recibir asistencia humanitaria y protección, los desplazados forzosos deben poder beneficiarse de un desarrollo sostenible y a largo plazo, contribuir al mismo”43.

En América Latina el Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, impulsado por Honduras, El Salvador y Guatemala, y apoyado por Estados Unidos, marcó un hito al reconocer su responsabilidad en el tema migratorio regional44. Dicho Plan identificaba las principales causas de la migración irregular contando con el compromiso de algunos países para generar las oportunidades necesarias de desarrollo en la región y evitando así la búsqueda de ellas en el norte.