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VI. Pacto Global sobre las Migraciones 2018

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El 19 de diciembre de 2018, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó formalmente el Pacto Global sobre Migraciones Seguras, Ordenadas y Regulares, llamado Pacto Global sobre Migraciones. Fue ratificado por parte de 160 Estados en la Conferencia Inter-gubernamental que tuvo lugar en Marrakech los días 10 y 11 de diciembre de 2018. También hubo Estados que no estuvieron de acuerdo en firmar el Pacto entre los que se encontraban Estados Unidos, Israel, Australia, Chile, Hungría, Austria, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria. Aunque no fue vinculante, representaba un buen punto de partida para fijar un marco mínimo de cooperación multilateral, responsabilidad compartida y solidaridad entre los Estados firmantes y se basaba en valores de soberanía estatal, reparto de responsabilidades, no discriminación y derechos humanos45.

El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular ha sido considerado el primer instrumento que aborda de manera integral todos los aspectos de la movilidad humana global, aunque cabe señalar que las primeras propuestas realizadas por la Asamblea General que fueron resumidas en la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes del 19 de septiembre de 2016, también se habían agregado los aspectos relacionados con los movimientos de refugiados. Estos últimos fueron finalmente separados en las negociaciones universales y regionales debido a las inevitables diferencias que harían imposible llegar a un acuerdo sobre inmigrantes y refugiados, a pesar de que ambos grupos comparten problemas y vulnerabilidades, así como derechos y garantías que son responsabilidad de los Estados como se reconocería en esa Declaración46.

El Pacto Mundial para las Migraciones representó una oportunidad histórica para mejorar la cooperación internacional en materia de migración y fortalecer las contribuciones de los migrantes y la migración al desarrollo sostenible, a pesar de que algunos países no quisieran firmarlo. Hoy en día, hay más de 258 millones de migrantes en todo el mundo que viven fuera de su país de nacimiento. Se espera que esta cifra aumente como resultado de una serie de factores, como el crecimiento general de la población, el aumento de la conectividad, el comercio, el aumento de la desigualdad, los desequilibrios demográficos y el cambio climático47.

La migración ofrece inmensas oportunidades y beneficios para los migrantes, las comunidades de acogida y las comunidades de origen. Sin embargo, cuando está mal regulada, puede crear desafíos significativos. Estos desafíos incluyen infraestructuras sociales abrumadoras con la inesperada llegada de un gran número de personas y la muerte de migrantes que emprende viajes peligrosos48.

El Pacto Mundial estableció un marco de cooperación para lograr una migración segura, ordenada y regular. Incluyendo diez principios rectores generales, veintitrés objetivos con las medidas correspondientes y un proceso de aplicación, seguimiento y examen, así como orientación para la prestación de apoyo por parte del sistema de las Naciones Unidas.

Entre éstos se encuentran: “mejorar la gestión de la migración a nivel local, nacional, regional y mundial; mitigar los factores estructurales y motores adversos que impiden a las personas construir y mantener medios de vida sostenibles en sus países de origen; reducir los riesgos y vulnerabilidades a los que se enfrentan los migrantes en las diferentes etapas de la migración respetando, protegiendo y cumpliendo sus derechos humanos y brindándoles atención y asistencia; abordar las preocupaciones legítimas de los Estados y las comunidades, reconociendo al mismo tiempo que las sociedades están experimentando cambios demográficos, económicos, sociales y ambientales a diferentes escalas que pueden tener implicaciones y resultar de la migración; esforzarse por crear condiciones propicias que permitan a todos los migrantes enriquecer nuestras sociedades a través de sus capacidades humanas, económicas y sociales, y así facilitar sus contribuciones al desarrollo sostenible a nivel local, nacional, regional y mundial”49.

El Pacto se ha convertido en la fuente de las nuevas reglas del juego para la gestión de un problema que fórmulas pasadas sólo han agravado50. Sin el contexto de las crisis migratorias que afectan a un mundo global, algunos Estados nunca hubiesen aceptado las políticas y respuestas que aparecen recogidas en el mismo. La pandemia del COVID19 ha puesto sobre la mesa los desafíos que sufre la emigración tras una pandemia de la magnitud a la que nos estamos enfrentando y a la que no se puede ofrecer respuestas parciales.

Cada Estado miembro ha ido adaptándolo según las diversas leyes, políticas y prácticas y su realidad en materia de emigración. Así el gobierno del Canadá ha emprendido una nueva Estrategia Nacional de lucha contra la trata de personas que refleja varios de los objetivos del Pacto; Sri Lanka ha creado un mecanismo interministerial que trabajará con la red nacional y otras partes interesadas para crear una estrategia de aplicación del Pacto Mundial; Bangladesh ha mantenido diálogos con las partes interesadas con miras a reconocer los obstáculos con que se podría encontrar su futura aplicación del Pacto Mundial para lo que podría ser necesario adoptar nuevas medidas jurídicas o reforzar las ya existentes; Kenia ha creado el Mecanismo Nacional de Coordinación sobre la Migración, que incluye a interlocutores no gubernamentales.

Como señala Louise Arbour representante especial para la migración internacional del Secretario General de Naciones Unidas, el Pacto “es un logro histórico notable y un cambio hacia el multilateralismo, pero, quizás igual de importante, es un reconocimiento colectivo de la necesidad de aprovechar mejor los beneficios indudables de la migración y mitigar sus complejos y numerosos retos”51.

España por su posición geográfica está jugando un papel muy destacado en el Foro Regional Europeo para el seguimiento del Pacto Mundial de las Migraciones donde se han revisado los avances en cuanto a la implementación de medidas concretas para lograr los objetivos planteados. Nuestro país es un eje clave de tránsito de emigrantes, ocupando el sexto lugar entre los países de destino preferidos en Europa en 2019 y registrando ligeros aumentos del número de migrantes nacidos en el extranjero desde 2015. Además, en el 2018 recibía el número más alto de emigrantes irregulares que habían llegado a Europa a través de la ruta del Mediterráneo.

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