Читать книгу Vida campesina en el Magdalena Grande - Eliana Milena Toncel Mozo, Fabio Silva Vallejo - Страница 16

La guerrilla

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Según el análisis propuesto por algunos investigadores, el frente 19 de las FARC, conocido como “José Prudencio Padilla”, fue creado el 22 de octubre de 1982. La conformación de este frente se da por el desplazamiento que hizo el frente 10 y varios integrantes de los frentes 4, 12 y 20 (Santrich y Granda, 2008). Los desplazamientos de estos frentes se dan desde la zona de Pueblo Bello y Nuevo Colón hasta las cabeceras de las veredas Santa Clara y Tucurinca en el departamento del Magdalena (Molano, 1988; Santrich y Granda, 2008; Martínez, 2011). La aparición de la guerrilla de las FARC en la Sierra Nevada de Santa Marta se da por órdenes del secretariado como una medida para expandirse hacia otros territorios periféricos, ofreciendo en primera medida:

La oferta de “limpieza” de pequeños delincuentes indeseables, que conducía a ejecuciones sin fórmula de juicio, por lo menos en el periodo de implantación del grupo guerrillero. 2) La instalación del grupo guerrillero en una zona segura, un área de retaguardia, en donde operaba con un campamento principal o con campamentos móviles, para evitar su ubicación. 3) La creación o el uso de un conflicto social para promover la movilización y la simpatía en torno a sus objetivos. 4) La expropiación de bienes de personas adineradas y el éxodo de los campesinos pudientes. 5) El reclutamiento de jóvenes hombres y mujeres, y el éxodo de familias que trataban de evitar el enganche de sus hijos en las filas guerrilleras. 6) El establecimiento de controles sobre la población. 7) Los fusilamientos de presuntos sapos e informantes. 8) La instrumentalización de la población para contener al Ejército (CNMH, 2014, p. 164).

Estos argumentos fueron encontrados por la guerrilla para legitimar su presencia en los corregimientos de San Pedro de la Sierra, Siberia y Minca. Por un lado, la guerrilla no encontró un aparato de justicia que administrara el poder. Por otro lado, encontró una crisis ambiental, social y económica que había arruinado la producción agrícola de los campesinos. Por último, encontró una violencia desbordada por los combos de marimberos, tal como lo confirma el señor José Leopoldo Muñoz quien, para esa época, era transportador de marihuana:

Después ya llegó, llegó la guerrilla, llegó la guerrilla… bueno, cuando llegó la guerrilla yo todavía estaba en ese cultivo, pero ya no… ya me patrocinaba yo mismo, ya sembraba yo mismo… entonces llegó la guerrilla con unos, pues… apareció la guerrilla en esa Sierra y dijo: “señores, nosotros somos las FARC, vinimos a ver cómo era la situación en esta Sierra porque ya tenemos entendido que hay muchos muertos a causa de la droga y esto se va a tener que acabar. No más droga, no más siembra de esto, ¿listo? Están acabando con la Sierra, con esto deforestando y matándose la gente. No es válido; tienen que buscar otra alternativa: busquen el café, busquen otros ingresos que sean sanos, que no sean con la violencia”. Bueno, y ahí ya empezó a operar la guerrilla (J. Muñoz, comunicación personal, marzo del 2015).

Del anterior relato podemos analizar dos motivos que llevaron a las FARC a incursionar en la Sierra Nevada de Santa Marta: por un lado, administrar justicia, debido a la inseguridad que se estaba dando en la zona; por otro lado, mostrarse como respaldo para el campesinado frente a los atropellos de los combos de marimberos. Lo cierto de todo eso fue que las FARC se constituyeron como un grupo de justicia, un grupo que ayudaría a resolver los problemas sociales que, en esa época, estaban viviendo los campesinos. Además de esto, es posible sostener que, para tener el control de los tres corregimientos, la guerrilla tenía que enfrentarse primero con los combos de marimberos que tenían pleno control de ese espacio y asegurar o garantizar así la seguridad de los habitantes. El llamado a la población civil para abandonar los cultivos ilícitos era un claro respaldo hacia los colonos, pero para garantizar ese respaldo se debía dar una confrontación armada contra el combo de Hernán Giraldo; esto se convertiría en otro ciclo de violencia para los campesinos de los tres corregimientos:

Ah, bueno… eso… yo estuve cuando comenzó eso, yo estuve, yo tenía la […] de mi papá, yo estaba esperando, estaba en una caleta esperando la transportada de esa; o sea, para llevarla a la playa, y cuando en ese momento…en esos días esa caleta era de un señor Hernán Giraldo, el narco más grande que estuvo acá en la Sierra. Estábamos ahí en el manejo de la caleta (o sea, haciéndole la prensada ahí y todo eso) y un día de esos, cuando ya se estaba haciendo todo el manejo de la prensa, o sea cuando ya estaba lista pues para embarcarse en las mulas, como a las cinco de la mañana llegó la guerrilla, pero eran poquitos los guerrilleros, ellos entraron con unas armas no muy… cualquier clase de armas. Entonces ellos aprovecharon la coyuntura, ya en ese entonces se oía decir que Hernán Giraldo era de los paramilitares y acá había gente ya con la guerrilla (L. Núñez, comunicación personal, abril del 2015).

A través del control de los cultivos de marihuana, los combos de marimberos tenían el control de las armas y de la economía de la zona. Sin embargo, la guerrilla de las FARC aprovecharía la coyuntura que por esa época estaba viviendo la Sierra Nevada de Santa Marta. La crisis por el desplome del cultivo de marihuana en los mercados internacionales hizo que los precios de la marihuana cayeran por el piso. Los combos se negaban a pagar un precio justo por la yerba. Para no pagar, algunos comenzaron a asesinar a cultivadores, transportadores, caleteros y hasta a darse plomo entre ellos mismos para robarse la mercancía. Esta coyuntura fue aprovechada por las FARC: mientras los combos se asesinaban entre sí, las FARC comenzaron a reclutar antiguos socios de los combos y personas de la localidad:

Entonces ellos armaron el resto de marimberos esos con […] lo que fue y se apoderaron de eso. Entonces fue cuando la guerrilla comenzó a hacer fuerza, a coger fuerza, entonces ellos aprovecharon esa coyuntura: ya de ahí pa’ lante la guerrilla comenzó a reclutar. Nosotros de los siete hermanos somos seis. Mi papá en ese entonces tenía una finca en un área que llama Nuevo Mundo, una vereda que está aquí a cuatro horas, Nuevo Mundo, llegaban allá a cada rato a decirle a mi papá que sí, que nosotros éramos de aquí, que los acompañáramos, y nosotros no, gracias a Dios no nos gustó eso (L. Núñez, comunicación personal, abril del 2015).

El establecimiento de la guerrilla de las FARC como nuevo actor armado pone de relieve que llegó a controlar y a dominar el espacio controlado por los combos de marimberos. El primer propósito que se establecieron fue el de crear comisiones para asesinar a los socios y pistoleros de los marimberos; por último, les advirtieron a los combos que debían poner fin a los cultivos de marihuana y a los asesinatos que se estaban dando en la zona. Hay bastantes relatos sobre el accionar de la guerrilla de las FARC contra los combos de marimberos que hoy se conocen en estos tres corregimientos. El señor Luis Alfredo Núñez, quien recorrió la Sierra Nevada de Santa Marta como arriero, recuerda lo siguiente:

Entonces, ¿qué hacía la guerrilla? Ellos tenían un reo, un reo era una persona [a la] que ellos le pagaban para que fuera matando uno por uno a los socios a los marimberos, ¿sí me entiende? Yo como socio buscaba la forma de hacerme venir al pueblo, ir a ver la finca y por ahí en el camino me mataban. Entonces por eso yo le decía que ese río Frío y río Sevilla, que son los más cercanos acá al área de San Pedro, fueron unos ríos que cargaron bastante[s] difuntos, porque los esperaban por ahí en esas áreas para desaparecerlo[s] dentro del río, o sea los tiraban al agua y […] caño abajo (L. Núñez, comunicación personal, abril del 2015).

Al expulsar a los combos de marimberos de la zona, las FARC consolidarían, en los tres corregimientos, un proyecto político denominado “tácticas políticas”. Para eso, tuvieron que recurrir a la conformación de núcleos de campesinos, conformados a su vez por ocho personas de cada vereda; estas personas estaban bajo el mando de las milicias. La función de estos núcleos era ejercer un control sobre las juntas de acción comunal que no eran afines a la ideología del grupo subversivo. Estos métodos de imposición hicieron que muchos presidentes de juntas de acción comunal discreparan de las órdenes de los milicianos y, a la vez, confrontaran a los comandantes del grupo. Por este motivo, la relación de la guerrilla de las FARC con la población civil era desagradable, principalmente porque los “núcleos de campesinos” presionaban a los presidentes de las juntas de acción comunal a que ejercieran presión sobre las comunidades y estas presionaban por su parte al Gobierno. Estos “núcleos de campesinos” estaban adscritos a la comisión de organización llamada “Víctor Carrillo”, comandada por alias “Ciro”, el “Flaco” y el “Profe” (estas tres personas eran los instructores políticos del Frente 19). Este fue un nuevo contexto y un desafío para la organización campesina; así lo cuenta Pablo Emilio Padierna Hernández:

yo era miembro del Comité Municipal de Cafeteros del Magdalena y había un señor Jorge Castillejo que vivía allí donde ustedes se quedaron más adelantico […], montañita ahí […], un líder muy prestante, muy honorable […]. Entonces lo llamó la guerrilla. Nos dijo que: “ustedes que hacen reuniones necesitamos de participar ahí”, y nosotros le dijimos que no, que nosotros éramos población civil; entonces se formó un desacuerdo y nos dijeron que nos teníamos que ir. Entonces vivía uno muy tensionado. Una vez, creo que ya está preso un comandante guerrillero que se llamaba Ciro, entonces yo les ponía problema, les decía yo: “¿cómo así que nosotros nos tenemos que ir?”. Obligaban a los campesinos a hacer marcha. Una marcha sonada fue a principios del 90, que bajó toda la Sierra, que estuvieron en el estadio Eduardo Santos, ¿sí se acuerda? Bueno, esa fuimos obligados por la guerrilla (E. Padierna, comunicación personal, marzo del 2015).

Imagen 3. Peaje vía Kennedy


Fuente: Archivo Oraloteca (2017).

Paulatinamente, la guerrilla de las FARC fue tomando el poder. Comenzó a deliberar en la vida cotidiana de la gente por intermedio de los milicianos. Estos instauraron mecanismos de control y solución de conflictos que afectaron a los campesinos. Algunos métodos utilizados por las FARC para controlar a la población civil fueron repudiados por los presidentes de las juntas de acción comunal y por la población en general. Los milicianos comenzaron a prohibir las peleas entre vecinos, hablar con personas extrañas, hablar con la policía o con el ejército, beber y no pagar la cuenta, robar café, asesinar, portar armas, hurtar ganado y tener cultivos ilícitos. Las personas de la localidad que no acataran esas reglas recibían castigos disciplinarios. Algunos campesinos se acercaban a los milicianos a poner quejas o denuncias. Esta situación condujo a que muchos de estos castigos se convirtieran en ejecuciones practicadas por el grupo guerrillero contra campesinos acusados de robo o asesinato:

Aquí abajito hay un señor, creo que era del Tolima, se llamaba el señor Toño Pabón. Vivía solo ahí…solo, solo… un señor ya de 80 años, tenía su finca […] y ahí él pertenecía a una congregación evangélica y una familia al lado, unos pelaos inquietos, el viejo era inquieto, o más bien mal vecino, y al hijo mayor una vez se le entraron, se le robaron unos pesos que tenía ahí, como 500 mil pesos y una motosierra, cuando él estaba en el culto aprovecharon y sacaron [y] como aquí no había presencia del Estado, ¿qué hicieron? El señor se les quejó a la guerrilla, vinieron y los cogieron y les quitaron la motosierra, la plata y les dijeron: “el día que se vuelvan a meter con ese señor ya saben…”. Resulta que como en el trámite del arreglo del problema le preguntaron al […] señor [si] tenía armas: tenía un revólver de esos antiguos […] y los milicianos vieron el revólver y, después de eso, un día el señor se fue para el cafetal suyo y apareció ahí, apareció muerto, lo mataron a garrote, a un señor de 80 años […]. Fueron los Castros, de apellido Castro, la familia vecina. Existiendo el antecedente de la motosierra y de la plata que le habían quitado, entró la guerrilla y se llevó dos muchachos de esos, muchachos trabajadores que no tenían nada que ver [con lo] de los menores, se los llevaron y los… ¡se los llevaron! Al otro día, esa tarde, mandaron una razón y le dijeron que se presentara en la finca la Dilia, que se presentara el papá de los muchachos y el hermano mayor, que era[n] los que decía yo que eran malos vecinos. Era pa’ entregar los muchachos. Resulta que ya los mataron, [a] los otros dos muchachos los desaparecieron y en el entierro de esos dos cogieron a los otros dos pelaos que quedaban [¿?] aquí. ¡¿Usted cree que eso es justo?! Y lo irónico de eso es que, después, apareció uno de los milicianos que estuvo… con el revólver… lo mató, le quitó el revólver que tenía ahí el escudo y eso… acabaron con esa familia que habían matado al otro señor (E. Padierna, comunicación personal, marzo del 2015).

Esa toma del poder local y el control sobre las personas de la localidad también ameritaba arrebatarles el control a las autoridades locales; en este caso, la policía, que tenía un puesto de policía en San Pedro de la Sierra y Minca: “es de advertir que en algunos de esos episodios gravitó el objetivo de expulsar a las autoridades y a la policía, y que este interés era mayor en zonas estratégicas para los planes de las FARC” (CNMH, 2014, p. 261). La arremetida contra puestos de vigilancia de la policía no solo fue en San Pedro de la Sierra. Para el año 1987 la guerrilla de las FARC tomó el puesto de policía del corregimiento de Palmor; al año siguiente, se tomó el puesto de policía del corregimiento de Minca (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos, 2001). El puesto de policía de San Pedro de la Sierra fue tomado en dos ocasiones: la primera fue en el año de 1990 y la segunda en el año de 1996 (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos, 2001). La incursión de las FARC en el puesto de policía de San Pedro de la Sierra, en el año de 1996, dejó como resultado la destrucción del puesto de policía, 23 fusiles hurtados y 4 policías muertos. Debido a los constantes ataques, la policía fue retirada del corregimiento de San Pedro de la Sierra, dejando la zona al control de la guerrilla y convirtiéndola en su zona de retaguardia. Con todo lo anterior, la guerrilla pretendía dejar la zona occidental de la Sierra Nevada de Santa Marta sin presencia del Estado y eso los llevaría a reforzar su aparato militar:

Sin duda, la guerrilla buscaba convertirse en una especie de Estado emergente en algunas regiones, generando inestabilidad política y las condiciones para lanzar una ofensiva militar de acuerdo con lo presupuestado en el llamado Plan Estratégico y a reajustes como los delineados en el Pleno de 1997 (CNMH, 2014, p. 264).

El avance militar de la guerrilla de las FARC en la vertiente occidental de la Sierra Nevada de Santa Marta multiplicó los enfrentamientos con el Ejército Nacional. Fueron innumerables los choques armados entre el ejército y la guerrilla en las veredas El Congo, Parranda Seca, Siberia: todas ellas situadas en los alrededores del corregimiento de San Pedro de la Sierra. Hay que tener en cuenta que la guerrilla no solo hizo su arremetida contra la fuerza pública, también la hizo contra la infraestructura eléctrica y vial:

Una patrulla del Batallón de Policía Militar frustró la voladura del puente de la Aguja, ubicado en el corregimiento de río Frío, jurisdicción del municipio de Ciénaga (Magdalena), por parte de un grupo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras sorprender a los guerrilleros cuando instalaban los explosivos (El Tiempo, 1991, p 1.).

El continuo desgaste militar llevó a la guerrilla de las FARC a cobrar un impuesto de guerra al sector agroindustrial de la Zona Bananera (Zúñiga, 2004). Este impuesto también le fue cobrado a los dueños de grandes fincas cafeteras, mientras a los pequeños productores de café y comerciantes se les pedía que colaboraran con alimentación, botas, machetes y el reclutamiento de sus hijos para el grupo. El no pago de los impuestos por parte de los dueños de las grandes fincas y la no colaboración de los pequeños productores hicieron que los milicianos arremetieran drásticamente contra ellos; todo lo anterior produjo inconformidad en los comerciantes, los pequeños caficultores y grandes finqueros y esto hizo que muchos abandonaran la zona:

El problema de la guerrilla por aquí no es ni el mismo jefe de la guerrilla, sino que ellos como andaban por ahí cogían un personal, decían “vamos a poner a una persona encargada de esta región” que fueran como miliciano. Esa gente llegaba y maltrataba mucha gente, gente inocente, gente buena… la finca… esto era una región de fincas grandes, aquí no faltaba trabajo, por ejemplo, nosotros tenemos una finca pequeña y en una cosecha de café manteníamos 20 trabajadores, una cosecha en dos, tres meses, finca para arriba eso era una cosa muy bonita, inmensa, el trabajo que había, pero ya [...] esa guerrilla comenzó a extorsionar a las fincas grandes, sobre todo a las fincas grandes, con comida, con las cosas, y ya a la gente no le daba… mucha gente se fueron, dejaban esas fincas ahí abandonadas y se perdió mucha fuente de trabajo aquí por eso [...]. Una finca como Platanal, que era de los Noguera, Dangond, de los Vives, los Fernández de Castro, que eran unas fincas grandes, eso aquí había mucha gente que trabajaba en esa vaina, entonces toda esa gente se fueron y esas fincas quedaron ahí y muchas de esas fincas las ha comprado el Estado, el INCODER las ha repartido, las han parcelado, y esto quedó muy malo (Entrevista citada en Ortiz, 2017, p. 24).

Las personas que no pagaban el impuesto y no tenían para darle la colaboración a la guerrilla de las FARC eran secuestradas. Era tanto el temor que muchos finqueros dejaron de ir a las fincas. Unos optaron por venderlas y otros las dejaron al cuidado de sus trabajadores (Grajales, 2015). En su afán por controlar el poder local de la zona, la guerrilla de las FARC comenzó a intimidar, secuestrar, atentar y asesinar a políticos locales que, supuestamente, tenían delitos de corrupción o apoyaban a grupos paramilitares. Ese método de guerra lo tuvieron que sufrir el alcalde y los concejales del municipio de Ciénaga. Para el año de 1994 fueron asesinados tres concejales en el municipio de Ciénaga: Lázaro Serrano, Próspero Meriño y Alfonso Maiguel Guerrero; en ese mismo año se realizó un atentado contra el alcalde de Ciénaga, Víctor Dangond; por último, se cometió el homicidio de Wilfrido Vives, un dirigente político sobrino del senador Edgardo Vives (El Tiempo, 1994).

Cuatro de estas víctimas pertenecían al Partido Liberal y una era militante de la Unión Patriótica. La arremetida contra el poder local, las emboscadas a patrullas militares, la toma de poblaciones y el ataque a los puestos de policía habían convertido a la guerrilla de las FARC en un actor con estatus de beligerancia, pues era el único que se mostraba con verdadero poder en el departamento del Magdalena. Con la llegada de los paramilitares de las ACCU las reglas de poder se desequilibraron y las FARC tuvieron que enfrentarlos en su propio territorio. Es tanto que, para demostrar que no estaban acabadas militarmente, decidieron atacar, en el año 2000, a Hernán Giraldo Serna, el comandante de las autodefensas campesinas del Magdalena y La Guajira (ACMG). El grupo guerrillero se dirigió hasta la vereda Quebrada el Sol, donde quemó la finca Playa Linda y se robó el ganado. En esa misma incursión asesinaron a tres trabajadores de la finca y emboscaron a Hernán Giraldo:

Por allá se metió la[s] FARC a eso de las cinco de la mañana, rodearon la finca Playa Linda, que es del patrón, cogieron a los tres trabajadores que estaban en la finca y los mataron. A la hija del patrón, no sé si fue a Gladys o Amparo, la amarraron, pero no se metieron con ella. La guerrilla fue a los corrales de la finca y se llevó el ganado, esas vacas eran finas, lo que uno llama “productoras de leche”. Cuando sacaron el ganado, quemaron la finca. Al patrón le avisaron que la guerrilla se le había metido a la finca y salió para allá. Cuando iba llegando a Quebrada el Sol, la guerrilla lo emboscó y se salvó de vaina. Al que mataron fue al conductor. Cuando la gente del patrón llegó a Quebrada el Sol la guerrilla seguía en los alrededores y se dieron unos combates. No sé quién llamó el avión fantasma, pero de esa forma fue que la guerrilla se pudo ir (J. Sánchez, comunicación personal, febrero del 2020).

Apenas terminaron los enfrentamientos, las FARC trasladaron el ganado hacia el corregimiento de Siberia y lo distribuyeron en diferentes veredas. Algunos campesinos del corregimiento de Siberia recuerdan que alias “Ciro” hacía reuniones los fines de semana, mataba vacas y distribuía la carne entre los campesinos como política social del grupo. Algunos campesinos veían “normal” que las guerrillas los apoyaran; otros, lo veían como un mal, porque serían víctimas de los paramilitares o del ejército el día en que estos entraran al corregimiento y los tratarían como auxiliadores y apoyadores de la guerrilla. Ese fue el estigma con el que tuvieron que convivir los campesinos.

Vida campesina en el Magdalena Grande

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