Читать книгу Vida campesina en el Magdalena Grande - Eliana Milena Toncel Mozo, Fabio Silva Vallejo - Страница 24

Conclusiones

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El corregimiento de Minca tuvo una colonización dirigida por el Gobierno Local y Nacional; los extranjeros llegaron al territorio gracias a las políticas de poblamiento. El Gobierno Local y Nacional tuvo a la Sierra Nevada de Santa Marta como una zona de frontera y, por lo tanto, tenía que ser anexada al Estado. La llegada de población extranjera hizo que la Sierra se incorporara a las políticas económicas del Gobierno Nacional, por medio de la explotación y comercialización de café. La llegada de las personas del interior del país, como marginados de la violencia partidista que se estaba dando en los departamentos andinos, reconfiguró el orden establecido por los colonos extranjeros. En los tres corregimientos las personas del interior del país no coordinaron ni planificaron la colonización y esta se desbordó hasta los territorios de los indígenas; en esta perspectiva, los colonos fueron vistos como invasores de tierras de la reserva forestal.

En principio, los colonos se insertaron al cultivo de café y se vio que asimilaron las políticas económicas y ayudaron en la economía regional. Cuando se desligaron de la economía legal del cultivo de café y entraron en la economía ilegal del cultivo de marihuana fueron vistos como violentos y fuera de la ley. El cultivo de marihuana hizo que el territorio de los campesinos fuera visto como zona de frontera, zona roja o marginal, debido a que el Estado no tenía control sobre esos territorios. Todas aquellas personas que habitaban esos territorios fueron consideradas marimberas y, por lo tanto, tenían que ser controladas y los cultivos de marihuana acabados. Esto generó violencia en los tres corregimientos, una violencia que el mismo Estado no pudo controlar. Este desorden social y económico fue asumido por la guerrilla de las FARC mediante el control y ajusticiamiento de los generadores de violencia. La ausencia del Estado hizo que la guerrilla controlara a los campesinos; aunque estos se distanciaban de las políticas del grupo guerrillero, fueron estigmatizados como guerrilleros o colaboradores.

El estigma como “zona de guerrilleros” propició la arremetida violenta de los paramilitares contra los campesinos. La llegada de los paramilitares a la zona complicó la situación: estos aislaron la zona con los cascos urbanos de Ciénaga y Santa Marta, mientras asesinaban y masacraban a los campesinos por ser supuestos colaboradores o guerrilleros. El despojo de tierras estuvo a la orden del día y el número de desplazados hacia los cascos urbanos se desbordó. A los campesinos les quitaron sus fincas y los pusieron a pagar cuotas financieras para el sostenimiento de la estructura armada. Aunque el territorio estaba controlado por la estructura paramilitar Bloque Resistencia Tayrona, a los campesinos todavía se les estigmatizaba como guerrilleros o colaboradores. La estructura paramilitar controló el orden público y regulaba todo lo que pasaba en el territorio. Hay que tener en cuenta que los grupos paramilitares tenían el control de todo el departamento del Magdalena y la Sierra Nevada tenía que entrar a ese modelo político, económico y militar. Por lo tanto, controlar y dominar los tres corregimientos era anexarlos al modelo paramilitar que en esos momentos estaba de moda en toda Colombia; a pesar de todo lo anterior, los campesinos no vieron inversión de los paramilitares y, mucho menos, del gobierno local y nacional.

Cuando se desmovilizaron los paramilitares del BRT ocurrieron muchas cosas en la zona: por un lado, la violencia que se había incubado en la zona desapareció, llegaron los organismos de derechos humanos, las ONG ambientalistas, y el Estado comenzó a hacer una leve presencia. Todo lo anterior representó para los campesinos la retoma de los cultivos de café, pero desde una perspectiva de sostenibilidad ambiental. El fin de la violencia creó expectativa entre los campesinos sobre las inversiones en obras de infraestructura como colegios, vías y puestos de salud; eso en la zona de consolidación campesina no se ha reflejado totalmente. Lo que hizo el Estado fue copar los puestos de policías que fueron destruidos por la guerrilla en años anteriores y reforzar la presencia de las fuerzas militares con batallones de alta montaña. Este nuevo periodo de tranquilidad hizo que los habitantes de los tres corregimientos comenzaran a tener dinámicas de negociación con las instituciones del Estado. Por un lado, los campesinos han entrado en las políticas de conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta y quieren resignificar el estigma que han llevado por años; esto lo están haciendo con las prácticas económicas que están realizando en sus fincas y el discurso con el que promueven la conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta, a través de la conservación ambiental de los ríos, quebradas, bosques y fauna. Incluso los paramilitares, dentro de sus normas y reglas, les prohibían a los campesinos la caza, la pesca y la tala de árboles cerca de los ríos. No hacer eso contribuyó a salvar sus vidas y a que no fueran sometidos a castigos severos por parte del grupo paramilitar.

Vida campesina en el Magdalena Grande

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