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Ahora somos ecológicos

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Imagen 7. Panel solar en la vereda Sacramento


Fuente: Archivo Oraloteca (2017)

Cuando se terminó el conflicto armado los campesinos fueron retornando y ocupando sus fincas de manera gradual; de la misma forma, aparecieron las instituciones del Estado y organizaciones internacionales y los ayudaron en la adecuación de puestos de salud, aulas de clase y mejoramiento de vías de acceso a los corregimientos. La Cruz Roja implementó capacitaciones de derechos humanos, a las que asistían presidentes de juntas de acción comunal y de organizaciones de víctimas. De esta misma forma, pero desde el año de 1997, la Fundación Pro-Sierra venía implementando el Programa de Desarrollo Sostenible de la Sierra Nevada de Santa Marta. Desde ese mismo año, los campesinos productores de café se insertaron a los circuitos de sostenibilidad ambiental de la ONG ambientalista y en el año de 1997 crearon la Red Ecolsierra con el apoyo de la Fundación Pro-Sierra y el Comité de Cafeteros del Magdalena (Red Ecolsierra, 2016). Los campesinos comenzaron a producir café con sostenibilidad ambiental y pasaron de ser destructores del bosque a ser campesinos ecológicos; esto debido a que sus fincas entraron en el circuito de cafés orgánicos, turismo comunitario o turismo ambiental, contando con certificación orgánica de agencias nacionales e internacionales.

Los corregimientos de Minca, San Pedro de la Sierra y Siberia basan su economía en la producción de café. El único corregimiento que ha diversificado su economía ha sido Minca, con el turismo ecológico y el agroturismo. Algunos campesinos del corregimiento han vendido sus fundos para darle paso a la construcción de hostales. La llegada de personas extranjeras y del interior del país le ha dado otra dinámica al corregimiento. Los pobladores de Minca se han volcado al turismo como guías turísticos o han sido contratados como mano de obra en los hostales. Esto no quiere decir que los agricultores hayan abandonado el cultivo de café. En los tres corregimientos, cuando hay temporada de recolección, comienza a llegar personal de otras partes del país que se dedica a la recolección del grano de café; eso hace que el grupo de trabajadores que entran a laborar a la localidad sea numeroso. Son muchas las personas que entran a laborar en las fincas de café que están en las diferentes veredas que conforman estos corregimientos. Muchas de estas fincas contratan personal para las labores de recolección de café y de cocina. En la recolección de café se emplean mujeres, pelaos y hombres adultos. Las fincas donde más empleados se contratan son las fincas grandes: estas fincas emplean demasiados trabajadores porque tienen grandes hectáreas de café cultivado y los dueños estiman la producción que estas pueden dar en el año.

Los dueños de fincas grandes y pequeñas contratan mujeres para las labores de cocina y para las labores de recolección de café. En la cocina de las fincas de café por lo regular hay amas de casa que se encargan, junto a las ayudantes de cocina, de la alimentación para el personal que labora en la finca. Estas mujeres que sirven de ayudantes llegan en los tiempos de cosecha; la mayoría de ellas llegan con sus esposos y son de otras partes del país. Algunas son contactadas por teléfono por los dueños de las fincas y otras, por lo general, llegan al pueblo el día domingo, debido a que los dueños o administradores de las fincas bajan al pueblo a hacer compras. Los dueños o administradores de las fincas siempre contratan mujeres que estén recomendadas por personas de confianza del pueblo. En los meses que dura la recolección de café se reactiva el comercio en los tres corregimientos: en los almacenes, las tiendas, las cantinas, las cafeterías y los restaurantes, en los meses de cosecha, contratan mujeres para que atiendan.

Cuando llegan a las fincas, a los recolectores se les hace una inducción sobre cómo deben recoger el grano y cómo tratar la mata de café. Los recolectores escogen los granos de café que están maduros y los llevan a la despulpadora: una máquina eléctrica que tiene una especie de cajón donde echan el café, del que sale despulpado a una alberca. Después de despulpado, el café se deja 24 horas en la alberca, donde dos operarios se encargan de hacerle el lavado. Para preservar el ambiente, los campesinos han adoptado prácticas amigables con el medio ambiente. Anteriormente, el despulpado del café se hacía en agua y las aguas contaminadas llegaban hasta las fuentes hídricas y las contaminaban. Ahora, los campesinos están despulpando los granos de café en seco; todo esto para no generar contaminación en las fuentes hídricas. El desperdicio de la pulpa del café y la poca agua que utilizan les sirve como abono orgánico.

El café solo da una producción al año; esto ha hecho que los campesinos se inserten en otras economías o que busquen otros cultivos para generar ingresos. Después del cultivo de café, en Minca, San Pedro de la Sierra y Siberia se siembra mora, lulo, tomate de árbol, cacao y caña de azúcar, y se crían abejas para la producción de miel. Los cultivos que dan mejor rentabilidad, después del café, son el lulo y la mora; estos ayudan a la economía de los campesinos. El lulo se comenzó a cultivar hace veinte años; por su parte, la mora es más reciente: tiene diez años de estar cultivándose. Los campesinos no están especializados en sembrar esos cultivos, pero han hecho que en sus fincas se cultiven. En los tres corregimientos no hay finca que esté produciendo solamente cultivo de café. Para el cultivo de lulo, tomate de árbol y mora los campesinos estiman una hectárea o media hectárea, buscando que ayuden en la economía de la finca cuando no haya producción de café. En 1974 se comienza a transportar lulo a Barranquilla debido a que este tiene una buena aceptación en el mercado regional. El lulo, la mora y el tomate de árbol se cultivan en las partes altas de los corregimientos, pero debido al mal estado de las vías los campesinos no cultivan demasiado porque las cosechas se les pierden. Por este motivo, a los campesinos les da más tener media hectárea de lulo que tener siete hectáreas. La mora, el lulo y el tomate de árbol son comprados por intermediarios a un precio supremamente irrisorio. Estos compradores pagan a 700 pesos el kilo de mora (por lo general, ese es el precio que ellos pagan), pero los cultivadores se dan cuentan cuando bajan a Ciénaga o Santa Marta del precio al que venden un kilo de mora: este se multiplica por cuatro o cinco veces en relación al precio del kilo de mora al que ellos lo venden.

La caña de azúcar es otro de los cultivos que se produce en las fincas de café; esta se utiliza para la producción de panela. Cada finca tiene un trapiche donde hacen la molienda de la caña para producir la panela que se utiliza para el consumo personal y comercial. La mayoría de las fincas producen panela para vender en San Pedro de la Sierra o en Siberia y, a veces, es llevada a Ciénaga, donde se comercializa con el nombre de “panela orgánica”. Las fincas que tienen una buena producción de panela son las fincas grandes. La producción de panela que se produce en estas fincas es llevada a los supermercados que están en Santa Marta. La producción de panela que tienen las fincas pequeñas es muy baja porque se hace molienda cada dos meses y eso da una producción de 145 panelas por molienda, pero esta panela que se produce en la mayoría de las fincas es para el consumo de la propia finca y si algún vecino ayuda a moler se le da panela.

Imagen 8. Jardín en Corea


Fuente: Archivo Oraloteca (2020)

En cuanto a la cría de abejas para la producción de miel, este fue un proyecto de la Fundación Pro Sierra Nevada de Santa Marta. El objetivo del proyecto era desarrollar alternativas alimenticias para los campesinos, pero buscando que estos tuvieran prácticas productivas con el medio ambiente (Red Ecolsierra, 2016). Para desarrollar el proyecto se organizaron campesinos de los corregimientos de Minca, Siberia y Palmor; de esta forma, se dio inicio a la Asociación de Apicultores de la Sierra Nevada de Santa Marta (Apisierra). La cría de abejas para la producción de miel les genera ganancias a los campesinos y, a su vez, ayuda a la conservación (o, como dicen los campesinos, es amigable con el bosque). La cría de abejas no necesita mucho personal y para que deje una buena rentabilidad el campesino debe tener mínimo veinte colmenas. Los campesinos que se dedican a la apicultura tienen que estar dentro de la Red de Caficultores Orgánicos; esto se hace para que no haya una contaminación de los apiarios. La miel que producen estos campesinos es comercializada por la Red Ecolsierra y los clientes son los almacenes de cadena como el Éxito, Carulla, Jumbo, etc. Los campesinos también generan ingresos económicos por los cultivos de aguacate y mango, aunque dada la dificultad de transportar estos productos a los centros de comercio, se pierden en las fincas. Los campesinos en sus fincas poseen su seguridad alimentaria con cultivos como el maíz y fríjol de diferentes variedades (el rojo, caraotas o bogotano, cabecita negra y el fríjol caqui); también se ha cultivado arroz, presentando dificultades para la trillada. Hay cultivos de guineo y plátano dentro de los cultivos de café; también se siembran tubérculos como la malanga y la yuca, y hay varios proyectos de gallinas ponedoras y cerdos.

Vida campesina en el Magdalena Grande

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