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EL BRT: control social y militar en los corregimientos de Minca, San Pedro de la Sierra y Siberia

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La expansión del BRT comienza en el mes de junio del año 2002 con la llegada de combatientes pertenecientes a los frentes Bernardo Escobar y Mártires del Cesar. Los combatientes del Frente Mártires del Cesar fueron trasladados desde el corregimiento de la Mesa hasta la vereda Quebrada el Sol, donde recibieron un reentrenamiento militar. Estos combatientes permanecieron por tres meses en la base de Quebrada el Sol; después, fueron trasladados a la vereda la Tagua, corregimiento de Minca, donde alias Caucasia tenía una base paramilitar. Por los lados del municipio de Ciénaga entraron combatientes que pertenecían al Frente Bernardo Escobar; estos fueron trasladados desde la finca el Vergel —corregimiento de Santa Rosa de Lima— hasta la vereda la Aguja, mientras que otros fueron trasladados a la finca La Isabel. La incursión paramilitar en el corregimiento de Siberia fue dirigida por alias 5.7, quien fue designado como comandante militar del BRT:

En la operación de Siberia participaron los frentes que estaban en La Guajira, Magdalena y Cesar. Para esa operación participamos seiscientos hombres y la comandaba alias 5.7, alias 8.1, alias 5.5 y otros comandantes. Todas esas personas estaban a cargo de alias 5.7. Nosotros entramos por la finca el Vergel y nos transportamos en veinte camiones; esos camiones salieron de la vereda el Brasil y nos dejaron más arriba de la vereda La Aguja, cerca de la quebrada. Nosotros comenzamos a subir, pero reventando monte, mejor dicho, nosotros éramos la avanzada los que íbamos limpiando la zona. Detrás de nosotros venían los comandantes montados en los carros, ellos avanzaban cuando nosotros le[s] avisábamos que la zona estaba limpia. Cuando íbamos avanzando nos detuvieron para hacer un receso y a nosotros nos reemplazó la contraguerrilla de Águila, uno[s] que fueron los que siguieron adelante limpiando la zona. A los cinco minutos de ellos pasar la guerrilla mata a media contraguerrilla. Esa contraguerrilla estaba conformada por unos treinta hombres y ellos eran un comando especial. A esa contraguerrilla la emboscó la guerrilla del ELN a las doce del mediodía. Duramos peleando hasta las siete de la noche; después, la guerrilla se nos vino encima y nosotros le preparamos una emboscada a las diez de la noche. En esa emboscada hubo más de veinte guerrilleros muertos. En esa emboscada la guerrilla arrojó cilindros bombas que cayeron cerca [de] donde nosotros estábamos. Ahí caí herido y me llevaron para el puesto de salud de Sabana de San Ángel (J. Sánchez, comunicación personal, febrero del 2020).

En esta incursión armada las tropas del Bloque Resistencia Tayrona logran posicionar una base en las veredas en Chimborazo y Parranda Seca, mientras las escuadras de choques seguían avanzando hacia el casco semiurbano de Siberia. Estas escuadras de choques, en su trayectoria hacia Siberia, iban arrasando con todo lo que encontraban en el camino e iniciaron una ofensiva militar contra los campesinos que, presuntamente, eran auxiliadores de la guerrilla o guerrilleros vestidos de civil. Estas escuadras de choque ingresaron a las casas de los campesinos en busca de armas y también arremetieron contra la población joven, a quienes tildaban de ser combatientes de la guerrilla:

Nosotros éramos la contraguerrilla de choque e íbamos arrasando con todo. Recuerdo que llegamos a una casa que estaba sola y solamente estaban los animales, a nosotros nos tocó comernos todos los animales porque teníamos cinco días sin comer. Recuerdo que en esos combates la gente de 8.1 mató a dos civiles que iban bajando por la carretera. La gente de 8.1 decía que esos pelaos eran guerrilleros, los de las otras contraguerrillas decían que eran civiles porque no llevaban armas ni estaban uniformados. Después de ese suceso a nosotros nos bajaron a la vereda la Secreta y después nos llevaron al Chimborazo. En ese sitio nos tocó esperar a las otras contraguerrillas para después subir para el corregimiento de Siberia. [En] esa subida iban matando civiles porque decían que eran guerrilleros vestidos de civil, la mayoría de esos civiles eran pelaos de veinte años de edad. Subiendo a más arriba de Siberia nos encontramos una casa vacía y dentro de ella había como unos treinta fusiles. Como a veinte minutos de la casa nos prendimos con una móvil del ELN que se llamaba Héroes de las Bananeras. La verdad que esa operación duró como veinte días y los combates eran día y noche (J. Sánchez, comunicación personal, febrero de 2020).

Los enfrentamientos entre la guerrilla del ELN y el Bloque Resistencia Tayrona produjeron pánico y zozobra en los campesinos del corregimiento de Siberia que tuvieron que salir desplazados hacia el corregimiento de San Pedro de la Sierra y otros hacia el casco urbano del municipio de Ciénaga. Los campesinos que se desplazaron en el corregimiento de San Pedro de la Sierra se ubican en el colegio de bachillerato y la escuela primaria. En estos dos sitios los campesinos esperaron a las entidades humanitarias para que les prestaran ayudas y algunos fueron bajados hasta el casco urbano de Ciénaga por integrantes de la Cruz Roja y la Defensoría del Pueblo. Lo anterior fue excusa para que los integrantes del Bloque Resistencia Tayrona hicieran retenes en la vía, deteniendo los carros de la Cruz Roja y, con lista en mano, buscando a campesinos señalados como presuntos colaboradores de la guerrilla:

A partir de esos combates hubo muchas personas que se desplazaron, eso se veía la gente bajar en los carros. Algunas de esas personas fueron bajadas por la Cruz Roja. En los caminos nosotros hacíamos retenes y parábamos los carros para saber si llevaban algún guerrillero (J. Sánchez, comunicación personal, febrero de 2020).

Al terminar la confrontación armada, el BRT ocupó los territorios que eran dominados por el ELN, replegando a esta guerrilla hacia otros sectores de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esto permitió que el BRT afianzara bases en las veredas Cuatro Caminos, Siberia, Corea, Chimborazo y Nueva Granada, el Mico y San Pedro de la Sierra. Además, desplegó doce columnas móviles en el territorio para taponar el suministro de víveres hacia las partes altas de la Sierra y, a la vez, obstaculizar el tránsito de la guerrilla hacia las zonas bajas de la Sierra.

Imagen 6. Mujer campesina de la vereda Cantaranas


Fuente: Archivo Oraloteca (2020).

Apenas tuvo el control de la zona, el BRT le impuso normas y directrices a los campesinos; entre otras, se les prohibió tener relación con la guerrilla y transitar por los caminos en las horas de la noche. El grupo paramilitar también desarticuló todas las organizaciones de base; estas, fueron aniquiladas: “nosotros teníamos una asociación de mujeres en El Congo, esa asociación la hicimos por medio de la fundación Pro-Sierra. Apenas llegaron los paramilitares nos dijeron, que no querían ver más reunión porque nos mataban” (Camacho, 2020, p. 12). Los integrantes del BRT también se dedicaron a desaparecer y asesinar a campesinos, robándose las reses y los enseres, como lo demuestra el siguiente informe:

Se informó a la comisión sobre la desaparición de un grueso número de campesinos, los cuales fueron sacados por la fuerza de sus ranchos o del campo cuando laboraban, por miembros presuntamente de las AUC. Cuando por primera vez incursionaron las AUC reunieron a la población y les manifestaron que el que no tuviera vínculos con la guerrilla se podía quedar y no le ocurriría nada, pero que el que tuviera relación con la guerrilla se fuera o lo matarían. Los campesinos que se quedaron no tenían vínculos con ningún grupo; sin embargo, las AUC hicieron desaparecer algunas de dichas personas, les robaron reses, mulas y enseres, lo cual las atemorizó y obligó a abandonar fincas y pertenencias (Defensoría del Pueblo, Procuraduría General de la Nación y Pastoral Social, 2003, p. 19).

En su afán por controlar a la población y por no dejar entrar a grupos guerrilleros, los paramilitares comenzaron a controlar la vida cotidiana de los campesinos de los tres corregimientos. Todas aquellas personas que habitaban en la zona eran vigiladas estrictamente por los paramilitares. Los campesinos que no acataran las normas implantadas por el grupo paramilitar eran castigados, expulsados de la zona o asesinados. Los campesinos que se quedaron se sometieron a las reglas; otros, temiendo las represalias de los paramilitares, dejaron abandonadas sus pequeñas fincas:

El grupo le tenía prohibido a las personas hablar con uno, acercarse a las bases, jugar futbol con los patrulleros y transitar por los caminos a altas hora de la noche. También se les prohibía las peleas entre campesinos, llevar gente extraña a las fincas, también se les prohibía cortar árboles, cazar animales y arrojar desechos a los ríos. El grupo hacía retenes para verificar para qué finca iba y con qué persona iba a trabajar. Los dueños de las fincas tenían que responder por los recolectores de café y no querían que los recolectores anduvieran de finca en finca. No permitían que los civiles consumieran drogas [ni] robos. A las personas que no acataban las reglas los sancionaban con arreglar caminos o trabajar en las fincas. [A] estas personas que trabajaban en fincas no les pagaban. También los ponían [a] arreglar, cercar y tirar machete en los caminos (J. Sánchez, comunicación personal, febrero del 2020).

Los campesinos que huyeron de los paramilitares dejaron sus fincas abandonadas y estas fueron tomadas por los paramilitares. En algunas de ellas construyeron bases paramilitares; otras, las tomaron para sembrar cultivos de coca y, en otras, se beneficiaron de la producción de café. Los paramilitares implantaron un sistema de endeudamiento a los campesinos: en los meses donde no había producción de cosecha de café, les daban a los campesinos los víveres y les prestaban dinero para que sostuvieran a los trabajadores y compraran insumos para las fincas. Los paramilitares también implementaron el cobro de vacunas a los campesinos: a unos les cobraban por hectáreas de café sembradas y a otros por latas de café vendidas. En la temporada de cosechas, los campesinos tenían que pagar los víveres consumidos, el dinero prestado y la vacuna exigida por los paramilitares. Todo lo anterior trajo grandes pérdidas económicas y ocasionó la crisis para los campesinos:

En el año 2000, que empezó la guerra, que se fajó ya la violencia aquí, fue cuando ya vino la otra cara de la moneda, que volvimos nuevamente a caernos y sinceramente pues el campesino ahora mismo está endeudado con los bancos, con el gobierno, porque no hemos podido pagar las deudas, entonces todo esto es algo que nos trae bastante[s] preocupaciones y dificultades a la familia porque nunca habíamos estado en tal, tal estado de pronto de deudas porque yo antes de eso del desplazamiento pues tenía carro, tenía ganado, tenía mi buena finca bien arreglada, cogía 3 mil galones de café ahora estoy cogiendo por ahí ciento y pico, 150 galones de café, es algo que a nosotros nos ha… nos ha dañado completamente, nos ha echado a perder el modo de vivir, este otro vino se robó lo que podía servir para la educación de nuestros hijos, para la alimentación de nuestros hijos, yo era un hombre que tenía 10, 15 mulas propias, propias mías y hoy en día pues apurao tengo una para… para solventar pues la situación de llevar mercadito a la casa. Y así sucesivamente estamos todos cortaos por la misma tijera (Entrevista citada en Ortiz, 2017, p. 26).

En febrero del año 2006 se desmovilizó el Bloque Resistencia Tayrona; las bases y fincas que estaban en posesión de la estructura armada fueron desocupadas. En ese mismo año, el Estado hace presencia con el Ejército para recuperar el territorio y garantizar la seguridad de los campesinos. Después fueron retornando los campesinos a buscar sus tierras despojadas con ayuda del Ejército. Algunos campesinos encontraron sus fincas abandonadas y otros las encontraron ocupadas por terceras personas, por lo que se vieron obligados a resolver ese conflicto de derecho de posesión en los estrados judiciales.

Vida campesina en el Magdalena Grande

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