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Lo tuyo es mío y lo mío es… mío

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¿Quién no ha tenido esa amiga que todo el tiempo quiere acercarse para pedirte o “tomar” algo de tu persona? A este tipo de mujeres les encanta pensar que, si pasan mucho tiempo a tu lado, como en un proceso de mágica clonación celular, podrían convertir en una copia tuya.

Primero, se presenta como una mujer excelente que quiere hablar y hacerte algunas preguntas, luego te pasa a contar que está “medio sola”, porque tuvo varios problemas. Te da pena y te decís: “¡Pobre, parece buena! y aunque es medio ‘collar de melones’, tal vez es cierto que tuvo mala suerte”. Así que la sumás a alguna salida. Le decís que pase por tu casa a buscarte para ir juntas al cine. Toca el timbre de tu edificio y le avisás por el portero eléctrico que ya bajás, pero cuando estás diciendo “ya voy…”, escuchás una voz desde la puerta que dice: “No, abrime, estoy aquí arriba”. Sorprendida abrís, pasa y mientras te terminás de vestir, ella te va preguntando por cada sillón, cuadro, platito y mantelería de la casa… ¿Dónde lo compraste? ¿Cuánto te salió? ¿Qué tal te resultó? Después de un rato, cuando lográs sacarla de tu casa y llegan finalmente al cine, ella te invita con las entradas y con la cena. Entonces, te arrepentís de haberla querido mandar al diablo, te da culpa y pensás que sos una malvada. Así que cuando te vuelve a llamar, a los dos o tres días, aceptás salir nuevamente y, al poco tiempo, no sabés cómo, pero esta nueva amiga está metida en cada cosa de tu vida.

Un día decidís presentársela al resto de tu grupo. Salen todas juntas y notás que a las chicas ella no les cae bien, y que tu amiga sólo quiere seguir a tu lado y si habla con las otras, es de temas tuyos. Al día siguiente recogés comentarios de las otras féminas y te dicen que “Está ‘chica’ vive colgada de tu cuello, que es un plomo y que está dispuesta a tomar cualquier cosa que se caiga de tus manos”. Una piensa que las amigas de siempre tal vez estén un poco celosas y vuelve a sentir pena por esta nueva compañera. Todo sigue igual. Ella al lado tuyo y vos negociando con las demás para que te la dejen llevar a alguna de las salidas. Hasta que un día te invita a cenar a su casa y cuando llegás te llevás la sorpresa de tu vida. ¡Su casa es como una fotocopia de la tuya! Cuando le preguntás dónde compró esto o lo otro, te cuenta contenta que siguió todas tus indicaciones o que las compró luego de haberlas visto con vos. Esa noche salís despavorida pensando que las brujas de tus amigas, ¡tenían razón!, ¡te habías topado con una “tomadora”!

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