Читать книгу Secretos de Mujeres - Fernanda de Alva - Страница 21

Pensar que éramos amigas…

Оглавление

Son amigas desde la infancia, se criaron prácticamente juntas. Luego con los años se separaron, ella se fue a vivir al exterior. En tanto, te casaste, tuviste hijos y, por último, te divorciaste. Después de años se vuelven a encontrar. Estás feliz, tu amiga de la infancia se ha convertido en una mujer mundana y exitosa. Ella te dice: “Nada es porque sí”. Sentís que la historia vuelve a comenzar y así empiezan a salir de nuevo.

Ella es liberal, atrevida y se come el mundo. Vas detrás aprendiendo todo lo que hace, mientras se integran a un grupo y la pasan genial. A veces te enseña, otras, te corrige y en algunas oportunidades te das cuenta de que te deja de lado. Pero, bueno, no te fijás porque tenés muchas obligaciones y no vas a pretender estar en todas...

Un día llega al grupo de amigos un nuevo hombre que está bárbaro. Te encanta y a ella también, pero él se fija en ti y eso hace que te encante todavía más. Empiezan a salir y la pasan bárbaro. En eso, tomás nota de que tu amiga te deja de llamar o que cuando tratás de ubicarla, siempre está muy ocupada. Te sorprende, pero como están dentro de un grupo y la seguís viendo, suponés que son ideas tuyas. Después de salir con este hombre por espacio de un año, rompés con él y un día, estando con tus amigos, uno te pregunta qué paso y cómo estás. Empezás a contar que “él es un tipo divino, pero que, bueno, había cosas que no funcionaron: los chicos, los ritmos de vida y algunos otros temitas…”. ¡Para qué! TU amiga, salta adelante de todos, y te dice que te conoce más que el resto de los presentes, que siempre fuiste una de esas mujeres pretenciosas. Es decir, te está diciendo mosquita muerta (en lunfardo “que fingís no entender qué pasa”), que nunca estuviste satisfecha con lo que le ha tocado en suerte, que conoció a tu exmarido, un tipo irreprochable y a este otro galán, ¡hombre interesante si los hay! Entonces te pregunta si realmente te detuviste a pensar cómo eras y qué tenías para ofrecer. Y si ya estuviste mirándote al espejo, para saber quién eras y si habías notado, además, que tu cabello necesitaba un arreglo urgente…

Salís como podés de esa situación, sentís que te sube y te baja la presión. Con tu último aliento terminás la noche de la manera más elegante posible y cuando llegás a tu casa, rompés en un largo y duro llanto. ¿Pudo TU amiga agredirte y, además, envidiarte tanto sin que vos te dieses cuenta? ¡Si ella era LA exitosa!

Secretos de Mujeres

Подняться наверх