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4. PABLO IGLESIAS EN ALMERÍA. LA CONSTITUCIÓN DE LA AGRUPACIÓN SOCIALISTA EN 1892

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La semilla estaba echada y los socialistas organizaron definitivamente la Agrupación en el verano de 1892 con un «respetable grupo de prosélitos» según comentaba La Crónica Meridional. Almería se sumaba a la reactivación del partido que se produjo gracias a la euforia despertada entre los trabajadores en torno a las celebraciones del 1º de mayo. Los primeros militantes socialistas procedían del gremio de barrileros y carpinteros. Aprovecharon la estancia de Pablo Iglesias en Málaga para invitarle a desplazarse a Almería. El líder obrero realizó su primer viaje de propaganda a Almería el 16 de octubre de 1892 para afianzar el naciente grupo socialista, inaugurar el Centro Obrero y dejar constituida la Agrupación Socialista con la elección de su primer comité directivo. Francisco Godoy fue elegido el primer presidente de la Agrupación, contando además con Nicolás Escoz, vicepresidente, Agustín Andrés, secretario, Antonio Serra, vicesecretario, Gaspar Pérez, tesorero, Felipe Belmonte, contador, y José Sánchez, Emilio Téllez y Miguel Cruz Maldonado como vocales.28 Les acompañó el malagueño Rafael Salinas, que conocía a los barrileros almerienses desde los años ochenta y había influido en la formación del primer núcleo socialista.

La presencia de Pablo Iglesias causó temor entre las clases acomodadas de la ciudad. «Hay canguelitis ante el mitin socialista» resaltaba una gacetilla de La Crónica Meridional. El acto más importante de la primera visita de Pablo Iglesias fue un mitin celebrado en el Teatro Novedades. Estuvo abarrotado de gente. Fue presidido por Antonio Esquinas y en él hablaron el republicano librepensador Ignacio Rodríguez Abarrátegui, los obreros Antonio Serra y Mariano Pérez y el malagueño Rafael Salinas.29 Durante su estancia en Almería Pablo Iglesias inauguró el Centro Obrero de la calle la Unión, celebró reuniones con los gremios de barrileros y trabajadores del mar y dio una conferencia en el local de la Agrupación Socialista.

La Crónica Meridional caracterizó a Pablo Iglesias como un hombre «joven, con bríos, con un discurso enérgico y alentado por la idea que acaricia». Su intervención se situó en las coordenadas societarias y políticas que defendía el líder socialista en sus actos de propaganda: unión de las clases obreras, jornada de ocho horas, medidas preventivas que evitaran accidentes en el trabajo, derechos de los niños, igualdad de salario entre hombres y mujeres, crítica a las leyes electorales que permitían que el obrero que libremente podía ser elegido diputado no pudiera ser concejal, censura a las minorías republicanas, ataque a la justicia que «libra al rico, siendo su crimen conocido, y encarcela al pobre que ha tomado un poco de pan para sus hijos», y llamamientos a los obreros para que «alimenten su inteligencia» con formación y cultura.30 La visita del líder obrero dio impulso al movimiento asociativo. El corresponsal de El Socialista señalaba semanas más tarde que «el fruto recogido de aquel viaje hasta la presente, era la organización del gremio de los panaderos, los activos trabajos para hacer lo propio con los carpinteros y albañiles, y la constitución de la Agrupación Socialista compuesta de más de 40 compañeros».

La Agrupación tuvo una gran actividad inmediatamente después de su constitución. Celebró varias veladas en el Centro Obrero con la finalidad de animar a los trabajadores a constituir sociedades de resistencia y hacer propaganda de las ideas socialistas. Las posiciones reivindicativas también aparecieron en los primeros meses cuando presentaron ante el Ayuntamiento de la ciudad una exposición pidiendo para los obreros y empleados del municipio la jornada máxima de ocho horas y un salario mínimo de tres pesetas. El entusiasmo de los primeros momentos lo expresaba el corresponsal de El Socialista al escribir: «aunque Almería ha entrado algo tarde en el movimiento obrero y en el socialista, al ver la animación que aquí reina, confío en que ha de ganar el tiempo perdido».31

Aquellos pioneros del socialismo almeriense mostraban gran interés por formarse y conocer las ideas de los dirigentes del socialismo español y europeo. Pidieron un número elevado de libros a la Biblioteca de El Socialista, entre los que cabe señalar El capital de Carlos Marx, La miseria de la Filosofía de Carlos Marx, El Estudio acerca del socialismo científico de Gabriel Deville, La autonomía y La Jornada de legal de ocho horas de Pablo Lafargue, El Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels, Colectivismo y revolución de Julio Guesde, y el folleto de los discursos pronunciados en el Meeting de controversia en Santander, entre el director de «La Voz Montañesa» y Pablo Iglesias.32 Libros y folletos que, junto a las leyes de reuniones públicas y de asociación, fueron integrando la biblioteca del Centro Obrero.

La vida interna de la Agrupación estuvo regulada por El Reglamento de la Agrupación Socialista Obrera de Almería.33 El primer artículo dejaba claro que se constituía «con el objeto de defender y propagar las ideas socialistas». Para formar parte de ella era preciso «estar conforme con el Programa del Partido Socialista Obrero y acatar las resoluciones de sus Congresos», así como «la observancia de una conducta honrada y la conveniencia de pertenecer a las sociedades de resistencia de su oficio, si las hubiere». Por ello desde sus inicios tomaron como tarea ineludible la constitución de sociedades de resistencia. Todo solicitante debía estar avalado por dos militantes. La cuota mensual mínima que se pagaba era de 50 céntimos. Desde un primer momento hubo mucho interés por la unidad interna de la organización, la disciplina en su seno y la solidaridad entre los obreros. Por ello era motivo de expulsión de la Agrupación «verter públicamente ideas contrarias a los principios que constituyen las aspiraciones del Partido», levantar calumnias contra otro afiliado y faltar a la solidaridad obrera. Se daba de baja por no cumplir o acatar los acuerdos de los Congresos del Partido y los de la Agrupación, y por no pagar la cuota, sin causa justificada, durante tres meses.

Las asambleas ordinarias de la Agrupación se celebraban los primeros domingos de mes y en ellas se examinaba la conducta del Comité, las altas y la bajas, las cuentas y las proposiciones políticas del Partido. Si éstas suponían variación del programa o de la organización general se consideraban propuestas a efectuar al próximo Congreso del Partido y no entraban en vigor si éste no las aprobaba. Ello pone de manifiesto la rigidez de funcionamiento a la hora de adoptar decisiones políticas y organizativas pero al mismo tiempo es una muestra de la búsqueda permanente de la cohesión interna. El Comité era revocable en todo momento y tenía como «misión ejecutar los acuerdos de la Agrupación y los generales del partido», administrar los fondos, llevar a cabo todas las tareas burocráticas de altas y bajas, cuentas, fijar los órdenes del día de las reuniones de la Agrupación, y mantener la correspondencia con el Comité Nacional y con otras agrupaciones socialistas. Su mandato duraba un año, eligiéndose en la Asamblea de la Agrupación del mes de enero. Estaba integrado por un presidente, un vicepresidente, un secretario encargado de la correspondencia, un vicesecretario como redactor de las actas de las sesiones, un tesorero, un contador y tres vocales. Si la Agrupación contaba con pocos afiliados, la composición del comité se reducía a un presidente, un secretario, un tesorero contador y dos vocales. Una Comisión revisora controlaba las cuentas anualmente. La Agrupación no podía disolverse siempre que hubiera diez afiliados que desearan continuar. En caso de disolución, los fondos pasaban a la Caja Central del Partido.

El socialismo y la cuestión obrera

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