Читать книгу El socialismo y la cuestión obrera - Fernando Martínez López - Страница 16
9. LOS SOCIALISTAS ANTE LAS ELECCIONES (1893 Y 1901)
ОглавлениеLos socialistas almerienses acudieron por primera vez a unas elecciones en marzo de 1893. Lo hicieron por la circunscripción de Almería sin pactos ni alianzas con ninguna otra fuerza. Presentaron como candidatos a diputados a Cortes a Antonio García Quejido, dirigente ugetista, en estos momentos en Bilbao, y a José Comaposada Gili, presidente de la UGT de Barcelona.72 Decidieron presentar candidatos con el fin de movilizar el movimiento societario y dar cumplimiento a la resolución adoptada por el Congreso celebrado en Valencia en 1892 que obligaba a presentar candidaturas allí donde había Agrupación.73 La designación de García Quejido y José Comaposada obedecía al criterio, ya adoptado por el Partido Socialista en las elecciones de 1891, de presentar a sus hombres más representativos a escala nacional para darlos a conocer. En esta ocasión, García Quejido era candidato a su vez por Madrid, Santander y Oviedo.74 La presentación de una candidatura cerrada —dos candidatos por la mayoría cuando se elegían tres— constituía una clara expresión de la obstinación de los socialistas en la postura de «clase contra clase», que venía marcada por sus Congresos.
Las fraudulentas actas electorales contaron los primeros votos socialistas. Se impuso, una vez más, el encasillado caciquil. Los socialistas contabilizaron «oficialmente» 44 votos para Antonio García Quejido y 40 para José Comaposada, mientras que El Socialista daba unos 80 votos para la circunscripción. Todos ellos se escrutaron en la ciudad, especialmente en el distrito 3º (Puerto y Almedina), zona de mayor concentración obrera en donde vivían los dirigentes del socialismo almeriense75. El semanario obrero valoraba positivamente los votos obtenidos en Almería y en otras ciudades españolas —unos 7.000 en total—, teniendo en cuenta «la sañuda guerra que contra nuestro Partido en general y contra nuestros candidatos en particular han hecho los partidos republicanos y los medios infames y ruines que han puesto en juego para quitar votos a las candidaturas socialistas».76 En general, ésta sería la tónica del voto socialista en futuras elecciones de la Restauración. Hasta la Segunda República la influencia del socialismo no quedaría reflejada en las urnas.
No obstante, los socialistas almerienses como los de toda España acudieron a las elecciones a diputados en Cortes siempre que se convocaban y funcionaba la Agrupación. La convocatoria de elecciones a diputados a Cortes por parte de Sagasta para finales de marzo de 1898, en medio del proceso bélico, crearon la expectativa en el socialismo español de obtener un acta de diputado para Pablo Iglesias por Bilbao.77 Pablo Iglesias no salió diputado, pero fue la vez que más cerca estuvo de conseguirlo hasta la conjunción republicano-socialista de 1910. La Agrupación Socialista designó a Jaime Vera y a Pascual Simal Muñoz como candidatos para estas elecciones por la circunscripción de Almería.78 En realidad, poco interés podían suscitar unas elecciones generales que se hacían como un trámite más en la monótona alternancia de los partidos turnantes, cuando el clima que la prensa y la clase política hacían respirar era precisamente el de la guerra y los sentimientos ultra-patrióticos.
El resultado electoral de las elecciones a diputados a Cortes de 1898 fue un vuelco de las urnas para los liberales que obtuvieron siete actas de diputados y una para los silvelistas. Los socialistas almerienses se quejaron de que no se les había escrutado ni un solo voto y denunciaron la farsa electoral del siguiente modo:
Aquí se han hecho las elecciones el día antes del señalado para ello. Cuando se abrieron los colegios nos encontramos con que ya estaban llenas las urnas de papeletas, con lo cual la mayor parte de nosotros no tuvo que molestarse en votar. Aun así calculamos en 150 el número de votos que nos dejaron emitir; pero en el escrutinio no nos han dado ningún voto. Verdad que se hizo de un modo expeditivo. Se volcó la urna, se quemaron las papeletas, a cada candidatura de los compinchados se les dio el número de votos convenido y asunto terminado. Nosotros, por haberse impedido a los notarios que nos prestaran sus servicios, hubimos de conformarnos con protestar en el periódico La Provincia.79
La caída del Gobierno de Sagasta y la subida al poder de Silvela, en marzo de 1899, planteó un nuevo proceso electoral cuando apenas se había cumplido un año de las anteriores elecciones y abrió lo que se ha llamado la época del regeneracionismo de los partidos del turno.80 Pese a que algunos tratadistas de las elecciones del 99 insisten en que fueron las primeras honradas de la Restauración, Silvela puso en funcionamiento, sin ningún tipo de contemplaciones, todos los recursos del Ministerio de la Gobernación para alcanzar una mayoría segura. Los socialistas almerienses presentaron la candidatura de Pablo Iglesias y de Jaime Vera e hicieron, en la medida de sus fuerzas, activa propaganda con el objetivo de despertar la conciencia obrera en torno a la cuestión electoral e imponer al menos la lectura de sus papeletas en el escrutinio. Se sentían con fuerza en la ciudad al haberse organizado algunas sociedades de resistencia. Tomás Alonso ayudó a planificar y realizar una cierta campaña de propaganda electoral entre las sociedades obreras. Hasta estas elecciones los socialistas almerienses no habían hecho realmente campaña electoral, pese a la presentación de candidaturas. Proclamaron los candidatos, imprimieron las candidaturas, designaron comisiones para que representaran a la Agrupación en la puerta de los colegios. Les faltaba, no obstante, dinero para impresos, para locales, para luces y propaganda.
Aquellos socialistas de fines del XIX tenían claro la función movilizadora y esclarecedora que debían tener las elecciones en el proceso de configuración de la identidad obrera. Por ello señalaban que no les importaba que tuvieran pocos votos, lo que realmente pretendían era consolidarse políticamente: «Si somos fieles y leales servidores de nuestra causa —decían— en nuestra derrota material está nuestra victoria moral».81 Era tal la descomposición que veían en estos partidos burgueses provinciales que llegaban a pensar que «si los obreros tuvieran plena conciencia de sus derechos de ciudadanos e hicieran buen uso de la papeleta electoral, a pesar de la falsedad del censo, la candidatura obrera podía obtener en la capital un triunfo positivo». Por ello se dirigían a los obreros tratando de forjar su identidad como clase:
¡Despierta obrero, despierta!
Los que estos días te adulan son los verdugos de ayer y tus asesinos de mañana. No estreches con tu callosa mano la de esos explotadores que, con hacerlo, te deshonras.
Desprecia sus fugitivos halagos y sus pasajeras promesas. Acude allí donde están tus compañeros de infortunio, júntate a ellos y verás cuan pronto recobras, en el común sentir de la desgracia y en la igual comunión de ideas y aspiraciones, el vigor preciso para saber estimar tu dignidad (que esos mercachifles de la política pretenden comprar por dos pesetas) y la fuerza para luchar y vencer a tu mayor enemigo, al que hoy aparenta ser tu protector y mañana se convierte en tu negrero.
Acude a la lucha electoral con fe y vota la candidatura del Partido Socialista Obrero.82
«Triunfó la inmoralidad. Candidatura de la honradez 42 votos» era el telegrama que enviaron los socialistas a la dirección del partido para dar cuenta del resultado electoral. Ante el apaño y la farsa electoral, lo que más le dolía al corresponsal de El Socialista eran los pobres que eran llevados a votar: «He visto manadas de electores que todo el año andan a pie y descalzos, llegar de seis y de a ocho en el interior de un coche cerrado. ¡Qué estúpidos! Desdichados, ¿hasta cuándo queréis estar siendo esclavos?»
En algunos pueblos las elecciones se hicieron el sábado por la noche. La candidatura socialista «fue leída en los colegios en el escrutinio, pero luego no fue publicada en la lista de todos. La Crónica se limitó a decir que habíamos obtenido nueve votos. La Provincia ni aún eso». Tomás Alonso concluía su análisis y valoración señalando: «Se hace indigesta nuestra candidatura. Ya irán tragando poco a poco».
En las elecciones a diputados a Cortes de mayo de 1901, convocadas por Sagasta, los socialistas de Almería volvieron a presentar como candidatos por la circunscripción a Pablo Iglesias y a Jaime Vera. No les leyeron los votos. Es significativo que en las elecciones del 93, cuando la Agrupación Socialista empezaba a caminar y el movimiento societario era incipiente, se les contabilizaran más votos que ahora que la organización era mayor y el movimiento societario tenía una mayor envergadura. Jaime Vera aparece con dos votos por la capital en las actas oficiales del escrutinio, mientras que a Pablo Iglesias no le contabilizaron ninguno. Sin embargo, aparecen 16 votos para Pablo Iglesias en el pueblo de Viator.83 Aunque los votos de las elecciones apenas son indicativos de la verdad del sufragio, en este caso son referenciales de la irradiación e influencia de la Agrupación Socialista entre los obreros de los pueblos más cercanos a la capital.
La dinámica de las siguientes elecciones hasta la coalición republicano-socialista de 1909 fue similar. Los socialistas siguieron presentando en candidatura cerrada, contra viento y marea, a Pablo Iglesias y Jaime Vera a diputados a Cortes por la circunscripción de Almería, cosechando análogos resultados a las elecciones comentadas aunque ya empezarían a contarse votos de las zonas mineras como Gérgal, Olula de Castro o Huércal.