Читать книгу La fuga de la Ciudad Eterna - Fernando Silva - Страница 8
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Será mejor que nos presentemos, no sé quién es usted, ni siquiera sé quién me escribe, quién me cosifica en estos símbolos raros, que ustedes, mortales simples, llaman letras. Pero hagamos el intento. Me presento yo, usted interesa poco, porque, sépalo, usted al lado mío es nada, es insignificancia pura. Yo soy el Espíritu que todo lo sabe, sobrevuelo estas tierras desde hace siglos, desde que un marino tosco navegó mis aguas. Vino con muchos, y muchos vinieron después de él, llegaron agresivos, dispuestos a matar, y lo hicieron, erradicaron a mi pre conciencia, a mi nada previa, que era salvaje, que debía perecer para que avance mi Ser, que es el Ser puro, que no deja de fluir, que no deja de avanzar, de conquistarlo todo y a todos, a usted también estúpido. Usted pensará lo que yo determine que piense, hablará lo que yo le dicte, será mi marioneta humana, como lo son todos, nadie escapa a mi magnificencia. Desde aquella eyección, desde aquel precario fuerte de aires buenos, desde mi propia concepción no dejo de crecer, de abarcarlo todo, soy la mejor, y ahora soy eterna, soy el Espíritu gobernante de esta Nación, mis veintitrés hermanitas menores, ranchos atrasados, son apenas figuras bobas a mi lado, extensiones de tierra sin sentido, entes cósicos sin Ser. Me presento a usted que lee, me presento también a quien me escribe, sean ustedes quienes sean, no vale la pena diferenciar, son para mí microorganismos arcaicos, inútiles, perecederos. Me presento solo yo, la eterna, usted, ya le dije, absténgase, no me interesa su vida, ni siquiera me interesa su muerte, usted solo me habita, usted es un ínfima parte de mí, usted es prescindible, es solo una minúscula célula de mi infinito cuerpo abstracto. Soy, lector ridículo, soy, escritor soberbio, la Conciencia omnipotente de la CABA, soy el Espíritu que todo lo puede, que todo lo sabe, no se atraviesen, lector incauto, escritor de cuarta, en mi camino, no hay en mí lugar para la duda, nunca lo hubo, soy un Ser pragmático, soy una resolución permanente, los aplastaré, a usted lector inservible, y a usted escritor sin talento, otros los reemplazaran, otros me escribirán, otros me leerán, y así será por la eternidad, porque humanos bobos yo soy eterna, nací, es verdad, pero mi Espíritu es anterior a mi génesis geográfica, los esperaba a ellos, a los que vinieron en barcos desde el mar, a los que mataron a los salvajes, a los bárbaros, fueron mis instrumentos para eyectarme aquí, en la Atenas del Sur, logré situarme, logré desplegar mi Espíritu y me eternicé, jamás moriré, y usted, lector inconstante, y usted escritor más inconstante aún, me ayudarán, aunque no quieran, a mantener mi inmortalidad, porque ustedes me constituyen en la modalidad de la obediencia, porque ustedes son mi extensiones cósicas, mis tentáculos cárnicos, mis pequeñas conciencias dominadas, y si se rebelan, si se les ocurre pensar en la modalidad del otro, del exterior, del que viene de fuera o de adentro, pero que no soy yo, si usted, lector, escritor o quien mierda sea, se desvía siquiera un centímetro de lo que es mi voluntad sabia, usted, quien sea que es, morirá, será reemplazado por una conciencia más dócil, más sumisa, y, porque no, más sabia, porque al menos podrá conservar la vida, y de eso se trata la torpe humanidad de ustedes, de vivir, de evitar la muerte, son seres mortales, seres angustiados por su finitud, son nada, y la nada no debe ser obstáculo, ya se lo dije, a usted lector distraído, a usted escritor auto sobrevaluado, no se atraviesen en mi camino, tengo una teleología, un fin, un meta, no la entorpezcan, voy por la conquista total, por el dominio final del mundo óntico, dominar los entes desde mi conciencia superior, omnipotente y, hay que admitirlo, asesina. Soy la totalidad, no puedo ser explicada simplemente por la sumatoria de ustedes, mis partes, mis parcialidades efímeras, estúpidas. Soy la Idea, la Sabiduría, la Providencia de estos lares del sur. Todo lo sé, todo lo puedo, y sin embargo algo pasa, algo que no entiendo, Yo, la sabia, la eterna, la magnífica, estoy confundida, y lo confieso ante usted, lector mortal, ante usted escritor finito. Me pasa lo que nunca, porque tuve mis momentos difíciles, esos gauchos del siglo XIX, esa barbarie que pisó mi suelo sagrado y busco apropiárselo, ese insulto llamado federalismo, no existe la igualdad, existe la supervivencia del más apto, y yo, la eterna, soy la mejor preparada de este país ignaro, de este sur agreste, de este patio trasero del Gran Imperio, tengo prosapia, pertenezco en alma a la civilización europea, pertenezco en ambición al gran norte, a los Estados Unidos y, como les advertí antes, en aquel entonces no dudé, mis hombres, mis ramificaciones, mis cristos en la tierra, acabaron con la barbarie, el Padre del Aula, don Bartolo, el Zorro fueron mis brazos, dispararon mis balas, acabaron con el país paralela. La equidad equivocada, la justicia injusta, acabaron, como debía ser, siendo mi abono, dándome mayor fertilidad, permitiendo mi mayor eyección. Momentos difíciles tuve también en el siglo que acaba de terminar, aquella década de pillaje, de pardos gobernando, de ellos, los negros, refrescándose en mis fabulosas fuentes de agua, en mis manás de placer, la peronchada grasa, la tuve difícil, pude perder, pero, como el ave fénix, resurjo de las cenizas, me elevo, como se elevaron los Glosters Meteors sobre mi querida plaza, las bombas de libertad me salvaron, me permitieron crecer, seguir conquistando, y acá estoy, victoriosa sobre todos, triunfadora del resto salvaje, los veintitres ranchos me alaban, soy la ermita donde rezan pidiendo ser como yo, eterna, esplendorosa, civilizada. Soy el Gran Espíritu Argentino, la única salvación de este país, la amalgama que nos une al primer mundo. Y sin embargo. Pasa desde hace un tiempo, no sé cuánto, ese es un problema, uno más de tantos, mi memoria ya no es lo que era, cuestiones de la edad quizás, lo dudo, ya le dije infeliz, yo soy eterna. Y sin embargo me siento cansada, el sueño, a veces, logra vencerme y, raro en algo tan supremo, tan unívoco como yo, me siento partida, me siento a veces otra, otra distinta, otra que me aterra, otra que se piensa igual al resto, otra que no se sabe superior, otra que peca de tolerancia, de similitud en la mediocridad. A veces el sueño me domina, como ahora que me aletargo, y siento que la otra se acerca a mí, adviene la otra distinta, e intenta tomar el control. ¡Pobre de Ella! Será terrible mi furia. Se enfrenta a Mí, la suprema, el Gran Espíritu del Sur, la Conciencia Terrible de la CABA. La aplastaré, sea quien sea, cometió un grave error al desafiar mi poder omnímodo, morirá, será aplastada por mi furia devastadora, por mi apetito asesino. Pero no será hoy, hoy no puedo hacerlo, hoy, al menos por un rato necesito descansar, debo dormir, tomar fuerzas para, luego, arrasarlo todo. Dormir. Relajar mis sentidos siempre alertas. Dormir, pero solo un poco...
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...Vengo a contar una historia. La historia de todos nosotros, la de los grandes y los chicos, los hombres y las mujeres, los ricos y los pobres, los doctos y los legos, los intelectuales y los analfabetos, los honestos y los ladrones, los sanos y los enfermos, la buena gente y la mierda humana, los que ayudan y los pedófilos, los conformes y los inconformes, los que aman , los que odian, los que están, los que se van, los que sueñan con irse pero no les da el cuero. Vengo a hablar de nosotros, de ustedes y de mí, de víctimas y victimarios, de vencedores y vencidos.
Debo hablar rápido. Explicar con claridad todo, pero al mismo tiempo ser breve. Ella me vigila, Ella domina todo y, claro está, me domina a mí. Pero hay fisuras, grietas, como aquellas que hablaba Walter Benjamin, por donde los mesías penetraban en la historia humana. De allí vengo, de una grieta, Ella cada vez tiene más, se va partiendo, está algo vieja, pero debo cuidarme, el hecho de escapar un rato de su omnipotencia, de su soberbia desbordante, no debe hacerme creer que la vencí, volverá, está agazapada esperando, y volverá con furia, con dolor ajeno. Pero por ahora, al menos por ahora, y no sé durante cuánto tiempo, yo, su pequeña parte, su hermana menor, estoy aquí, y estoy para contarles una historia, o varias historias que se juntan, usted decidirá, usted también, espero, aprenderá, con sufrimiento, no lo dude, que es casi la única forma de aprender. Me debo al pasado, a los valientes que me forjaron, que me dieron vida, entidad, hombres y mujeres que murieron por mí, que entregaron sus sueños, que se desvelaron por mi existencia. Perdieron, y por eso, yo perdí, soy una voz silenciosa en el espíritu absoluto de Ella, de la Conciencia Suprema de la CABA, soy apenas una alter ego disminuido, con complejo de inferioridad. Perdimos sí, me debo a mi pasado, es verdad, soy la historia que pudo ser y nunca fue, soy una ucronía que sobrevive entre las sombras, vivo dentro de la historia real, de la historia de los vencedores, vivo dentro de Ella. Pero también debo entregar mis fuerzas a lo que vendrá, el futuro puede ser distinto, podemos ser mejores, podemos, los buenos, resurgir de la derrota, ver nuestros errores, corregirlos, ir por más es un imperativo categórico, la patria nos lo reclama, no debemos dejarnos caer. Ella gobierna, se sabe eterna, pero la revolución también lo es, no es solo un sueño, puede ser una realidad, depende de nuestra praxis libre, de nuestra lucha, de nuestra voluntad de cambiar. Ella vive para odiar al distinto, para excluir, es un ser poderoso, es el ser de la anti inclusión, que todo lo sabe, que todo lo puede. Pero hay grietas, envejece y duerme, cada vez más, se descuida, y del descuido vengo yo, de un futuro cercano, tan cercano como trágico, vengo a prevenir lo inevitable, lo que va a ocurrir, para que al menos aprendamos del dolor, de la tragedia, y seamos distintos, crezcamos más sabios.
Vengo a contarles una historia, escuchen atentamente, debo ser breve, Ella, la majestuosa, pronto despertará, y no quedará nada de mí sí me encuentra, en su saber no hay piedad, su saber es tan infinito como asesino, es la furia de la vieja ciudad puerto.
Urge la prisa, pero siento su presencia, debo esconderme, al menos de momento, confío en que pronto nos veremos...
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...Me pesan mis parpados sin materia, no puedo sostener la vigilia, esa vigilia que me caracterizó por siglos, la vigilia que permitió la civilidad en estos sures de notoria ausencia de Dios, Yo, la mejor, la absoluta, la invencible, Yo, la Atenas del Plata me siento caer, me siento derrumbar, no sé qué me pasa, no sé porque sobreviene este agotamiento, estas pocas ganas, esta desidia existencial. Las fuerzas me abandonan, debo descansar, confío en que será breve mi reposo, confío en mi voluntad devastadora, en mi sapiencia inigualable, confió en Mí, la exquisita, confió en volver a ser lo que fui hasta hace instantes, retornaré con mayor vigor, aplastaré a quien ose enfrentarme, lo he hecho antes, lo volveré a hacer cada vez que haga falta, no hay en mi dudas, ya lo saben, y si usted lector vulgar, y si usted aspirante a escritor, se mueven sin mi consentimiento, sepan, se los advierto, que morirán de la forma más sanguinaria. Porque yo soy la Gran CABA, la argamasa existencial primaria, y única, de esta tierra sin destino. Por ahora dormiré, solo un momento, mis inmateriales párpados se cierran, llenan de oscuridad mis inexistentes ojos, sobreviene el sueño, me apago un instante...
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...Duerme una vez más, ¿estará muriendo? Imposible, Ella nunca morirá, es eterna, como lo dijo George Louis, su mejor escritor, el que encarnaba de manera más perfecta su Espíritu Superior. No morirá, no tengamos expectativas falsas sobre eso, pero al menos duerme, y debemos aprovechar su somnolencia, debemos hablar lo que nadie habla, lo que sus socios humanos ocultan, desde los diarios, desde la televisión, se acerca la catástrofe, lo sé yo, viajera del tiempo, que vengo desde muy cercano para que vean y aprendan, de los errores, de nuestra estúpida incapacidad de corregirnos. Empecemos por el principio, el principio siempre es situarnos, ubicarnos en tiempo y lugar, somos seres situados, ustedes entes humanos y yo abstracción menor de la gran abstracción total, nos desarrollamos en un determinado lugar y en un determinado tiempo. Entonces, situémonos, estamos en la Argentina, corre el año 2001. Ser breve no implica, seres a punto de estallar, no ser exahustivos, y sobre todo no expresarnos con claridad, tenemos aún un tiempo, su sueño es profundo, así que, seamos claros, exahustivos y, si podemos, breves.
No busco resumir veinticinco años, al menos, de historia, pero algo tenemos que decir. El fin, que está próximo, no es producto de la casualidad, el fin es causal, obedece a circunstancias precisas, a hechos concretos. Si el fin se acerca es porque, indefectiblemente, torpemente, avanzamos hacia él.
Desindustrialización, desempleo, pobreza, exclusión, la clase obrera retirada, primero masacrada, luego lanzada hacia la marginalidad. Deuda externa en crecimiento constante, estrangulamiento económico desde los grandes centros del poder. El Estado de bienestar desmantelado, desahuciado, reducido hasta la inacción. El Estado como cascarón vacío, como carcasa, y el mercado absorbiéndolo todo, devorándolo todo. El mercado como hermano mayor del Estado, sometiéndolo, humillándolo, ordenándolo en beneficio propio. Primero fueron los milicos, con ellos empezó todo, en el 76, aunque algunos de ustedes, mortales que merecen el mayor de mis respetos, dicen que todo empezó antes, con las bombas de la marina en Plaza de Mayo en el 55. Puede que tengan razón, el fin, que les dije está próximo, puede haber tenido su génesis ese 16 de junio, por eso los bombarderos llevaban la insignia de Cristo, el mesías anunciando el fin, juraron que en su nombre vencerían, y están a punto de lograrlo, en un batalla desigual, donde casi todos morimos y unos pocos viven en la obscena abundancia. Pero los milicos del 76 se fueron dirá usted, pero su herida lacerante quedó, su daño fue irreversible y además jodieron hasta después de irse, recordémoslo bien, el fin de la dictadura, semana santa del 87, el miedo a volver al baño de sangre, y después, la democracia tilinga, las cuotas, el dólar barato, la ilusión torpe de creer ser quienes no éramos, los viajes, la buena vida sin pensar, sin ver, el pan de hoy nos tapó el hambre del mañana, y el pan era sushi y champán, y el mañana ya se vería. Resultado: el país vaciado, todo vendido. Y a mitad de los 90, en el medio de la pavada, llegaron los narcos, tomaron los asentamientos del pobrerío, los dominaron, sometieron a sus habitantes, o laburando para ellos o cautivos de ellos, llenos de miedo, con la muerte en la nuca. Y ahora, el neoliberalismo prepara su salida, se retira dejando atrás devastación, desnutrición infantil, violencia, muerte y el sinsentido de una vida sin futuro. El neoliberalismo que todo lo puede, y que todo lo robó, se aleja. Queda el país y su gente, la patria que alguno de ustedes, humanos queridos, más adelante, intentará describir, difícil su tarea. Quedan algunos pocos ricos, muy ricos. Quedan muchos pobres, muy pobres. Y el resto en la babia total. La babia la tiene, dicen algunos, académicos y del vulgo, el que en este momento está en la Casa Rosada.
Sigamos situados, que es lo que ahora me importa, ubicarnos para empezar a contar las historias, los relatos múltiples que, formaran, espero lo sepan ver, un gran relato, hay una teleología en todo esto, no me juego el pellejo, humanos míos, por nada, no me arriesgo a la furia de Ella, la perfecta, porque sí, deben aprender, deben corregirse, deben humanizarse aún más. Entonces, por ahora, sigamos situados: ese diciembre fue sofocante, lo recuerdo, por el calor sí, pero fue más que eso, después de todo el calor es una variable obligada de ese mes, después de todo estaba por comenzar el verano, y en general los veranos son calurosos. Decía que ese diciembre del 2001 fue caluroso, pero su modalidad sofocante deviene de otras cuestiones más complejas que el clima, más tristes también.
Todo se desenvolverá con rapidez, era lógico, todo se ha hecho para que así suceda, todo se ha hecho mal, pero ¿si es tan lógico que todo terminará tan mal como indefectiblemente terminará porque, hombres y mujeres finitos, no lo ven venir? Porque todo se caerá, creanmé, sobre sus cabezas, y sus cabezas, dispersas, bobas, en la babia total, no advierten la peligrosidad del asunto ¿Porqué no son capaces de ver que el país se desplomará sobre ustedes?
Diciembre 2001 fue sofocante y el calor fue lo que menos sofocó.
Es tarde para arrepentirse, lo que viene, que es malo, sucederá, inevitablemente, pero no es tarde, nunca lo es, para sabernos capaces de aprender, para evitar que los errores pasados se repitan en el futuro. La bobería les impidió el saber, la tilinguería les prohibió pensar, la frivolidad anuló a los sujetos de su praxis libre, de su razonamiento, de su ideología, adormecidos por la buena vida, por la superficialidad clasemedieria. Diez años de embrutecerlos, aparatos ideológicos del poder operando en todos los lugares, en el gobierno, en las escuelas, en los medios de comunicación, todo estaba dispuesto a entorpecer su capacidad de pensar, en idiotizarlos, estupidizarlos con el dólar barato, con las cuotas interminables, con los viajes a Miami, con las compras, con el consumo infinito, con la televisión tarada, con culos fantásticos, con mujeres imposibles, inalcanzables, pero que en la pantalla boba te decían que vos podías tenerlas, que eran tuyas, que serían tuyas, porque vos podías, vos si querías lograrías todo, “si sucede conviene”, ese dicho falsamente atribuido a la filosofía zen, que reduce una gran corriente de pensamiento a una pavada insignificante. No todo lo que sucedió le convino a este país, las matanzas de la Patagonia, la Semana Trágica, el bombardeo a Plaza de Mayo del 55, la Triple A, la dictadura feroz, desaparecedora, robadora de bebés, torturadora; el hambre, la marginalidad, la miseria planificada, ¿eso convino? Porque suceder sucedió seguro, y con furia, sin escrúpulos, con la muerte de muchos y el enriquecimiento obsceno de pocos. Frases hechas que vos pensás que dicen mucho pero no dicen nada, significantes huecos, vacios, pero repletos de falsas promesas, la producción de deseos nunca escaló tan alto, éramos la pequeña Europa, el aliado perfecto del imperio yanqui, éramos primer mundo, nada de la resaca latinoamericana, como dijo ese canciller, expresión máxima del esnobismo argentino: “queremos estar cerca de los ricos y bellos (...) No queremos estar con la gente horrible”, otra vez la dicotomía sarmientina, otra vez la civilización o barbarie, otra vez los negros con alpargatas alejados, invisibilizados por el poder idiotizante, de los buenos argentinos, marionetas ciegas del Gran Espíritu de la CABA, que duerme pero que aún domina, que duerme y me permite hablar, que controla a esos buenos argentinos, que se cagan en el otro, que el otro es su enemigo, y como a todo enemigo, hay que sacarlo, apartarlo, esconderlo. Recuerdo aquella escena de la gran Mafalda, esa pequeña heroína pacifista que angustiada al ver pobreza se lanza a declamar, su proclama exige acciones, algo debe hacerse por ellos, por los pobres; y su contracara contestándole, la clasemediera Susanita, la cual a la política activa, inteligente, humanitaria, del personaje central de Quino, de dar casa, trabajo, educación y salud a los marginados del sistema, responde con el rechazo típico de su clase, de sentimientos nobles, no lo dudo, pero solo para las veinte personas que los rodean, “bastaría con esconderlos” dice la futura ama de casa, entregada en cuerpo, alma y dignidad a su futuro marido, porque ese, y solo ese era su sueño, ese y no ver pobres, y no ver negros, que en este país parece ser lo mismo. La mugre bajo la alfombra, siempre lo mismo, ayer y hoy, la mierda escondida, para que ahora, ustedes, los fantásticos recién llegados al primer mundo puedan disfrutar sin miedos, sin que les estropeen la visión ese pobrerío sucio, sus fantásticos productos, su opulencia que, creen, están convencidos, no tendrá fin, se equivocan, se vienen equivocando desde hace mucho tiempo, desde que este país ni siquiera tenía su nombre instituido, el fin está cerca, porque como ya dije, diciembre, caluroso y sofocante, aunque por dos motivos diferentes, se desplomará sobre sus cabezas, y ustedes inmersos en la bobería asfixiante de la buena vida, no lo pueden ver. Los convirtieron en bobos, en títeres dóciles de Ella, la Suprema CABA, y ustedes dejaron que lo hagan, pecados que no deben repetir y que tengo tanto miedo que repitan. Y por eso estoy aquí, jugándome el pellejo por ustedes, porque los amo, porque son mis hijos, porque deben despertar el lado amable de su corazón, porque, por una vez, aunque sea por una vez, debemos ganar, depende de ustedes, de su capacidad de amor, de su inteligencia en la acción, yo, la pequeña conciencia buena, haré lo posible. Lo posible es contarles, solo la palabra y la escucha sabia nos podrán salvar del eterno retorno de los mismo. Varias historias que forman un gran relato, para aprender y no caer más en las garras de Ella, la superior a todos. Desde aquí, desde la periferia, para seguir situándonos, nunca está de más, desde este extremo sur sabemos, aunque el norte guardián lo ignore, que existe entre nosotros un centralidad. Seamos claros, breves pero claros, les prometí eso, retomemos un poco entonces, aquí en la periferia, paradoja mediante, tenemos una centralidad, en ella, en esa centralidad a la cual pertenezco, en poca medida, porque es Ella, la encantadora, la verdadera dueña de este espacio, allí, decía, en la centralidad de la periferia se desenvuelven estas historias múltiples, un caleidoscopio fragmentado que forman, si prestan ustedes atención, un relato totalizador, y no esta demás repetirlo, teleológico. La periferia es, ya sabrán, a estas alturas creo que ha quedado claro, la Argentina; la centralidad es, por supuesto, la CABA, la gran ciudad puerto, la cosificación de Ella, la opulenta. La CABA, centralidad de la periferia, está a su vez constituida por otras centralidades y otras periferias, las periferias de su sur, símil a su vecino, el conurbano, esa imposibilidad gnoseológica; y las centralidades del centro y norte. Hacía una de ellas vamos, una centralidad de la centralidad, que está, vale decirlo, en la periferia. Vengo a contarles un historia, la historia de un barrio, que está, como todo, situado, en una ciudad, la CABA, en un tiempo, diciembre del año 2001. Pero no es un barrio más, no es solo un centro de la centralidad, ocurre algo distinto, algo que no ocurre en otros barrios similares, existe aquí cierta magia, cierta fisura del tiempo y del espacio, se rompe con el estado de situado, se rompe con la lógica racional, y por eso, se rompe con el dominio de Ella, la conquistadora. Existe un lugar que escapa a su control, un hiato en el dominio pleno del Gran Espíritu, una zona donde la justicia llegará, donde cada uno será recompensado por su bondad o pagará con dolor sus pecados.
Este es el barrio del General Entrerriano, esta es su gente, esta es su magia y estas son, también, sus miserias más terribles. Hagan silencio, tómense de mi mano, sin temor, pero con precaución extrema, evitemos despertarla, no necesitamos ahora su ira despiadada, acompáñenme a escuchar a Dios, o al menos a quien en este barrio mágico, habla por Él.