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EL ALGUACIL ALGUACILADO

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El licenciado, a quien de mano maestra pinta Quevedo, vivió realmente. Llamábase don Jenaro Andreini, era capellán del conde de Lemos y asistía a la parroquia de San Pedro el Real, de esta Corte. Como viniese en peregrinación a España con el propósito de visitar el sepulcro de Santiago en la capital de Galicia, le vió un deudo del Conde ahuyentar los demonios. Cobróle afición, trájole a Madrid y en breve el italiano logró fama de estupendo exorcista. Sus conjuros frecuentes y exagerados fanatizaron a la plebe, llegando los escándalos a tal punto, que el Santo Oficio tuvo por último que extrañarle de estos reinos. (Carta de Quevedo, fecha en 1640, Archivo de la Inquisición. Castellanos, notas de la edición de Madrid de 1840). Siendo, como se verá, verdaderos demonios o peores los alguaciles, el título equivale a alguacil endemoniado o demonio alguacilado. Y de hecho, El alguacil endemoniado es el título en C y P. Las figuras que entran en el Sueño, y se ven oportunamente distribuidas al margen en la edición de Pamplona (1631), son éstas, copiadas también las anotaciones por el mismo orden que tienen: “Seis géneros de alguaciles malos son como seis géneros de demonios, hipócrita, poetas, poetas de comedias, procuradores, artillero, escribanos, sastre, ciego, enamorados, sepultureros, pasteleros, astrólogos, alquimistas, médicos, mercaderes, ministros malos, necios, aguador, taberneros, mohatreros, venteros, enamorados, aduladores, cornudos, enamorados de viejas, pintura de los demonios, sastres, italiano, reyes, mercaderes, ginoveses, jueces, la justicia y la verdad, hurtar, alguaciles, mujeres, mujeres feas se condenan más que hermosas, mujer vieja, lindo y de zapatos blancos, pobres, diablo que predica y por qué”.

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