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AL CONDE DE LEMOS,
PRESIDENTE DE INDIAS

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Bien sé que a los ojos de vuecelencia es más endemoniado el autor que el sujeto. Si lo fuere también el discurso, habré dado lo que se esperaba de mis pocas letras, que, amparadas como de dueño de vuecelencia y su grandeza, despreciarán cualquier temor. Ofrézcole este discurso del Alguacil alguacilado: recíbale vuecelencia con la humanidad que me hace merced, así yo vea en su casa la sucesión que tanta nobleza y méritos piden.

Esté advertido vuecelencia que los seis géneros de demonios que cuentan los supersticiosos y los hechiceros, los cuales por esta orden divide Psello en el capítulo 2.º del Libro de los demonios79, son los mismos que las órdenes en que se distribuyen los alguaciles malos. Los primeros llaman leliureones, que quiere decir ígneos; los segundos, aéreos; los terceros, terrenos; los cuartos, acuátiles; los quintos, subterráneos; los sextos, lucífugos, que huyen de la luz. Los ígneos son los criminales, que, a sangre y a fuego, persiguen los hombres. Los aéreos son los soplones, que dan viento. Ácueos son los porteros, que prenden por si vació o no vació sin decir agua va, fuera de tiempo, y, son ácueos, con ser casi todos borrachos y vinosos. Terrenos son los civiles que a puras comisiones y ejecuciones destruyen la tierra. Lucífugos, los rondadores, que huyen de la luz, debiendo la luz huir dellos. Los subterráneos, que están debajo de tierra, son los escudriñadores de vidas y fiscales de honras y levantadores de falsos testimonios, que debajo de tierra sacan qué acusar y andan siempre desenterrando los muertos y enterrando los vivos.

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