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AL PÍO LECTOR

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Y si fueres cruel, y no pío, perdona. Que este epíteto natural del pollo has heredado de Eneas80, de quien desciendes. Y en agradecimiento de que te hago cortesía en no llamarte benigno lector, advierte que hay tres géneros de hombres en el mundo. Los unos que, por hallarse ignorantes, no escriben, y éstos merecen disculpa por haber callado y alabanza por haberse conocido. Otros, que no comunican lo que saben; a éstos se les ha de tener lástima de la condición y envidia del ingenio, pidiendo a Dios que les perdone lo pasado y les enmiende lo por venir. Los últimos no escriben de miedo de las malas lenguas; éstos merecen reprensión, pues, si la obra llega a manos de hombres sabios, no saben decir mal de nadie; si de ignorantes, ¿cómo pueden decir mal, sabiendo que si lo dicen de lo malo lo dicen de sí mismos? Y si del bueno, no importa, que ya saben todos que no lo entienden. Esta razón me animó a escribir el Sueño de las calaveras y me permitió osadía para publicar este discurso. Si le quieres leer, léele, y si no, déjale, que no hay pena para quien no le leyere. Si le empezares a leer y te enfadare, en tu mano está con que tenga fin donde te fuere enfadoso. Sólo he querido advertirte en la primera hoja que este papel es sólo una reprensión de malos ministros de justicia, guardando el decoro que se debe a muchos, que hay loables por virtud y nobleza, poniendo todo lo que en él hay debajo la corrección de la Iglesia romana y ministros de buenas costumbres.

Los Sueños

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