Читать книгу Sobre delitos y penas: comentarios penales y criminológicos - Gabriel Ignacio Anitua - Страница 16
VIOLENCIA, SOCIEDAD Y JUSTICIA EN AMÉRICA LATINA (13)
ОглавлениеLos trabajos publicados en este libro son el producto de la primera reunión del grupo de trabajo sobre “Violencia y sociedad” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, realizada en Caracas. Así como sus autores, los mismos provienen de realidades diferentes de nuestra compleja América latina, parten de perspectivas distintas, y reflejan diversos aspectos de la vida social en los cuales la violencia se muestra como el eje unificador. La lacerante actualidad del fenómeno de la violencia (sin reducir su conceptualización de ninguna forma) en nuestros países, requiere de esfuerzos teóricos como estos trabajos, que según expresa su compilador son solo el comienzo de una mayor investigación sobre el tema.
En la introducción, “La nueva violencia urbana en América Latina”, el venezolano Roberto Briceño realiza un bosquejo de aquellas dimensiones que él considera fundamentales del fenómeno violento en América Latina. la pobreza, la exclusión (social y laboral), el quiebre de expectativas de una segunda generación de habitantes de la ciudad (y el delito y las drogas como forma de alcanzar metas, en su caso), la mayor disponibilidad de armas de fuego y una deficiente construcción de lo masculino, y la misma respuesta que genera el temor y la inseguridad en el marco de un sistema policial y judicial incapaz y asimismo violento, son algunas de las áreas señaladas como “causas múltiples” por este autor que solicita una mayor interdisciplinaridad para comprender el fenómeno.
Juan Pegoraro, al partir de otros presupuestos epistemológicos, describe en “Las políticas de seguridad y la participación comunitaria en el marco de la violencia social” los numerosos cambios ocurridos en materia de prevención y represión del delito en la ciudad de Buenos Aires y durante los años noventa. Los datos aportados demuestran los límites de las respuestas “tradicionales” (reformas policiales, judiciales y penitenciarias) y es por ello que resulta más trascendente su análisis de la novedosa convocatoria estatal hacia la “comunidad”. Con detalle hace referencia a determinadas y marginales experiencias de participación de vecinos en Consejos Barriales de Prevención del Delito. Especialmente señala Pegoraro las contradicciones entre unas políticas de seguridad “comunitarias” y otras económicas excluyentes.
Tosca Hernández realiza unas importantes reconceptualizaciones sobre lo que se entiende por violencia, para terminar sugiriendo posibles vías para “desactivar” el terrible círculo vicioso de las violencias (basadas en las señeras investigaciones sobre los conflictos y la forma de solucionarlo de Johan Galtung), en “Des-cubriendo la violencia”. La referencia siempre es Venezuela, pero su aporte es igualmente interesante para otras realidades diferentes.
Juan Félix Marteau, en “Azul casi negro: La gestión policial en Buenos Aires”, realiza algo más que una primera aproximación a la dificultosa gestión de la Policía Federal argentina que actúa en la ciudad de Buenos Aires. Desde un consciente llamado a la política en serio como herramienta transformadora de la realidad, Marteau desgrana diversos y didácticos apartados en los que se ocupa del concepto policía, de los rasgos históricos, institucionales, organizacionales, funcionales y profesionales de la PFA de la ciudad, de sus actividades, de sus vínculos con la sociedad y cómo esta la percibe, de su actividad en pro y sobre los derechos humanos, y de la próxima policía tras la autonomía política de la ciudad. Su apuesta por una política policial democrática se inscribe dentro de aquellos presupuestos teóricos que se mencionaban más arriba. Evidentemente, las relaciones estrechas entre la policía y la sociedad provocan que cuando se analiza en profundidad el diseño organizacional de la seguridad pública en el ámbito de una ciudad, se hurgue, asimismo, en las cuestiones más trascendentes de la actual y futura convivencia social. También resulta, entonces, de lo más importante del volumen el trabajo de Emilio Dellasoppa, “Estratégias na Policía Civil do Estado do Río de Janeiro”. Este trabajo aparece varias páginas más adelante y, desde aproximaciones tan diversas cuan clásicas en la teoría política demuestra la forma en que los cambios en la policía y en la sociedad democrática se influyen recíprocamente.
Aspectos diferentes de la violencia social son abordados por otros autores. Por ejemplo, el brasileño José Vicente Tavares dos Santos se ocupa de la violencia en las escuelas (el trabajo de campo se ciñe al caso de Porto Alegre, aunque las referencias son más amplias) en “A violência na escola, una questao social global”. La sensación de inseguridad del grupo de los estudiantes universitarios de Caracas es confirmada mediante un trabajo de encuesta que es comentado por Cristina Mateo en “La inseguridad personal vista por los estudiantes universitarios”. Y la violencia en el ámbito del transporte urbano de personas de Salvador de Bahia es descripta y analizada, en sus causas y efectos por Eduardo Paes Machado y Charles Levenstein en “A féria ou a vida: violência e insegurança no transporte colectivo de Salvador, Brasil”.
El aspecto específico de la ausencia de justicia y de la violencia estatal es abordado por Inés Castro Apreza en “Violencia y justicia en Chiapas. Los operativos policíaco-militares de 1998”, donde describe cinco procedimientos violentos –que no son aislados– en los que se pone en evidencia la dificultad no solo de erradicar la violencia sino también de construir ciudadanía en países con déficits estructurales de democracia y de justicia social.
También refleja la preocupación en la violencia (legítima o ilegítima) que utiliza la policía, el trabajo “La disposición de agentes policiales a usar fuerza contra el ciudadano” realizado por Christopher Birkberck y Luis Gerardo Gabaldón. Se describen investigaciones que ponen hincapié en el enfoque situacional para advertir cuales son las “reglas tácitas” de dicho tipo de violencia y como la perciben distintos actores sociales.
El mismo Gabaldón es autor de “Tendencias y respuestas hacia la violencia delictiva en Latinoamérica”. La violencia analizada aquí es aquella constatable, entre otras fuentes, a través de las tasas de homicidio en toda América Latina; las tasas de victimización por delitos violentos en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica y Paraguay; en los indicadores de pobreza (que el autor correlaciona con los otros); en la percepción ciudadana sobre los delitos; en las actitudes frente a la violencia institucional (que también se pone en correlación con el número de homicidios).
Desde distintos ángulos es analizada una particular política de las fuerzas de seguridad en “Política anti-sequestros no Rio de Janeiro”, de César Caldeira. Es importante el análisis sobre la desorganización y reorganización de la policía, el crimen organizado y los medios de comunicación dentro de una sociedad en la que el dinero se consolida como única herramienta válida. Otra vez, la corrupción policial y las dificultades de abordar políticas puntuales que no salen de aquella lógica son puestas en evidencia.
La venezolana Elsie Rosales, en “Sistema penal y relegitimación procesal”, analiza las funciones instrumentales de la reforma procesal de su país, instruida en el marco de los más grandes cambios ocurridos con la Constitución de 1999. Es destacable el análisis de los datos desde una perspectiva garantista, aunque poco nos aporte a quienes, guiados por la información de la prensa, pretendemos entender las directivas políticas y político-criminales de la llamada revolución bolivariana.
El artículo “Democracia y seguridad ciudadana en Chile”, de Enrique Oviedo, analiza los problemas de la llamada seguridad ciudadana y describe con algunos datos las políticas, programas y medidas implementadas por el gobierno de Chile y de algunos de sus municipios. En realidad, se hace una apretada síntesis de esas políticas en los noventa, las cuales, pese a sus diferencias, son apoyadas en lo que signifiquen de participación ciudadana y de reemplazo de la privatización de la seguridad por una gestión pública.
El más difícil y sangrante caso de Colombia es analizado por Jaime Zuloaga Nieto, en “Guerra prolongada, negociación incierta: Colombia”. La gravedad de la situación, de verdadera guerra o guerras, es, no obstante, obliga a pensar en vías para construir una paz basada en una negociación con gran participación de los ciudadanos.
Finalmente, especial atención debemos dedicar al artículo de la gran socióloga venezolana recientemente fallecida (y a cuya memoria se dedica el libro), Rosa del Olmo. Ciertamente la cuestión penitenciaria fue objeto del mayor interés de la llamada criminología latinoamericana más crítica, pero, en los últimos años, ese interés fue desplazado por otras cuestiones. Esta es la constatación de la que parte la autora en “¿Por qué el actual silencio carcelario?”. Como el ámbito de la cárcel continúa siendo aquel en el cual se manifiestan las más graves violencias, no podía faltar su análisis en este tipo de proyecto. Es por ello que la investigación que aquí se presenta constituye una denuncia tanto de los problemas internos y externos de los sistemas penitenciarios, cuanto de la perpetuación de los mismos al no ser tenidos en cuenta en las investigaciones sobre la violencia y en los proyectos de reforma de la justicia latinoamericana.
Cierra el volumen el trabajo “El derecho a matar en América Latina” de Roberto Briceño León, Alberto Camardiel y Olga Avila. La percepción hacia la respuesta violenta a la violencia, sobremanera cuando conduce al homicidio (ya sea a través de la pena de muerte, o la autodefensa, hasta llegar a la actuación ilegítima de la policía o al producto de otras medidas intolerantes), es medida en siete ciudades latinoamericanas y en Madrid. Lamentablemente, el apoyo a la idea de matar como defensa o como venganza en poco puede dejarnos una perspectiva de mejora en el tema de la violencia. Quizá más que ello, el resultado de esta investigación nos muestra hasta que grado se ha insertado en el cuerpo social la idea de que la violencia no es solo un mal, sino que también puede ser un bien, dependiendo de quien la aplique y contra quien. Mal vamos, y el que mal anda…
13- Violencia, sociedad y justicia en América Latina, Roberto Briceño León (comp.), Buenos Aires, Clacso, 2002. Comentario publicado en Nueva Doctrina Penal, 2002/B, Buenos Aires, Del Puerto, pp. 799 a 802.