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Un instante de libertad
ОглавлениеMi prima canadiense me contó que allá consideran un espacio infinito de libertad algo que yo vivía diariamente sin percatarme. Imaginen esto: tenés un pibito de cuatro años que, por más divino que sea, por más enternecedor, te agota con sus chillidos y pedidos y gruñidos y pataleos furibundos. Entonces, lo atás en la sillita del auto. Acá viene lo bueno. Cerrás su puerta y por un momento el berrinche queda adentro. No se escucha cómo grita, increíble lo que el auto puede esconder por unos instantes, los pocos que te lleva dar la vuelta al auto, llegar a tu puerta y ahí terminó, porque abriste y ya estás en mami otra vez, esperando que un poco de música y movimiento acallen a la fiera que elegiste, sabiendo que esto iba a pasar.
Bueno, la libertad estuvo ahí. En la liviandad de dar la vuelta al auto sola, soltera por segundos. Podrías irte corriendo y levantar vuelo, Heidi flotando para allá, arriba de una pradera de flores que se abren para vos. El viento te despeina, recordás tu canción favorita, sonreís de enamorada. Por un momento sos vos y nada más. Listo, mami.
¿Cuáles son tus pequeños instantes de libertad? Reconocelos y listalos. Son espacios de tiempo que nos dan mucho espacio, aunque terminen pronto. Regodeate. Quizá quieras describir varios y después entrar de lleno en un último. Podrías dibujar algún firulete, muy libre y danzarín, para deslizarte afuera de tu ejercicio de la libertad y que, en vez de terminar, quede un libre suspenso.