Читать книгу El libro de escribir - Gabriela Bejerman - Страница 33
Top secret
Оглавление¿Qué tal sos guardando secretos? ¿Fuiste víctima de un impulso propio y traicionaste? ¿Alguna vez le pediste a alguien que no contara algo pero no se aguantó? ¿Cómo son esas cosquillas, cómo es morderse los labios para no abrir la boca? ¿Cómo es irse de boca mientras quisieras tener mil manos para tapártela?
Mi maestra de yoga nos invitaba a contenernos de decir “yo soy instructora” en una reunión social. Nos proponía evitar exponer nuestro currículum, marcar territorio con el brillo de nuestra supuesta chapa cuando alguien, por ejemplo, parecía propiciarlo al ventilar las proezas de su máster en Holanda, o el hotel cinco estrellas adonde esa persona, provocadora estrella y repentina rival, había sido invitada al festival más top del cosmos. La cosa era probar si podíamos no hablar, no mostrar, no decir. Si podíamos no necesitar la aprobación pública, no medirnos ni compararnos. Pero también podemos pensarlo como: probar si éramos capaces de guardarnos un secreto y ya.
Un secreto no es solo un chisme. ¿Qué otra cualidad podría tener? Si repasaras tu vida rastreando secretos, ¿cuáles historias podrías contar, cuántas? Pienso en esa vez, cuando espié a una chica y un chico chapando a lo loco. Eran solo un par de años más grandes que yo, pero iban mucho más adelante en la carrera por el goce. Yo estaba cerca, escondida, invisible, recibiendo casi en mi propia boca sus lamidas circulares. Vi chorrear hilos de baba en cámara lenta mientras recibía la revelación de lo que era un beso de lengua. No temía ser vista, me quedé quieta mucho tiempo. En mi propio cuerpo yo iba guardando el calor de esos besos. Aprendía como en la escuela, y esta es la primera vez que lo cuento.
¿Y si aprovecharas para contar por primera vez un secreto? Algo que viste, algo que viviste, algo que nadie supo que sabías. Y si ya lo contaste, mentí. Como hice yo al final del párrafo anterior.
Escribir tiene ese mismo sabor, dulce, picante, el de compartir un secreto. Las páginas de un libro cerrado esperan a ser abiertas para murmurar. Las páginas blancas esperan que volquemos ahí eso gordito, eso mullido, que de repente tenga filo y corte. Alguien quiere escucharnos, seguro. Todo secreto precisa ser oído en el silencio de la palabra escrita. Susurremos, lento. Hagámonos desear. Hay más por decir, como si habláramos cada vez más bajito, hasta llegar al máximo susurro, al inaudible hilo que en lugar de extinguirse sigue desenrollándose del otro lado, adentro de ese oído que nos dio lugar para decir, para contar, para mentir un poco. Volviendo al tiempo de espiar un beso secreto, para besar el tiempo como si vivir fuera inventar. Secretos.