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UN PSIQUIATRA VALIOSO

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Nacido en Potenza el 4 de octubre de 1868, hijo de un abogado y de una noble, Giuseppe Ferruccio Montesano tuvo tres hermanos varones, todos con una brillante inteligencia (entre ellos está el matemático Domenico), y cinco hermanas, parece ser que no menos excelentes.

Se matriculó en Medicina en la Universidad de Roma, se licenció jovencísimo, en 1891, con Angelo Celli y continuó trabajando en el mismo Instituto de Higiene en el que entró Maria en 1896 para llevar a cabo sus propias investigaciones. Juntos pasaron al Instituto de Clínica Psiquiátrica, donde comenzaron a colaborar con el psiquiatra Sante De Sanctis, otro de los padres fundadores de la neuropsiquiatría infantil. De este trío se generó aquella «gran linfa que implicaría a la ciencia psiquiátrica en un nuevo interés por los problemas de los niños con alteraciones psíquicas».21 Junto con el psiquiatra Clodomiro Bonfigli, fundaron, con el apoyo del ministro Baccelli, la Lega Nazionale per la Protezione dei Fanciulli Deficienti, con miembros por todo el territorio italiano, y después la Scuola Magistrale Ortofrenica, la primera, parece ser, en Europa que preparó a maestros para niños con déficit psíquico. La primera sede se ubicó en Roma, cerca de la plaza Cavour.

En 1898, año en el que Montesano ganó la oposición como director del psiquiátrico romano S. Maria della Pietà, nació su hijo. Durante algún tiempo siguieron trabajando juntos, pero después de 1901 se produjo la ruptura completa, tras la cual Maria abandonó la Lega. Dejó también el empleo que hasta entonces había desempeñado en la Universidad y en la Escuela Ortofrénica, donde daba clases de Higiene y de Antropología.

Montesano siguió manteniendo y dirigiendo la escuela (con la ayuda de su cuñada, Maria Levi Della Vida Montesano), profundizando en los métodos educativos para los niños mentalmente desaventajados. Se reveló como un psiquiatra de grandes capacidades diagnósticas y un docente capaz. Apoyó la introducción de «clases diferenciales»22 en la enseñanza pública, que acogía a un número limitado de niños «retrasados» de seis y siete años, asignados a docentes formados en su escuela: gracias a unas actividades didácticas apropiadas, preparadas por los propios maestros, podían avanzar a un ritmo más lento y conseguir recuperar gradualmente el retraso que los distanciaba de los niños que asistían a las clases ordinarias.

De Montesano se cuentan 160 publicaciones y numerosos reconocimientos a su obra, a los que contribuyeron algunas de sus alumnas, en particular Gina Mangili y Maria Teresa Rovigatti. Varias veces elegido consejero y asesor en el Ayuntamiento de Roma, cuando murió, el 9 de agosto de 1961, con 92 años, fue honrado con funerales de Estado por su gran contribución al desarrollo teórico y práctico de la neuropsiquiatría infantil.

A pesar de que no se haya hablado nunca en exceso, ni con afecto, de esta figura en los ambientes montessorianos –tal vez por respeto a la intimidad de Maria–, la familia conservó siempre la memoria de su tímida presencia. En un encuentro fugaz en París a finales de los años ochenta, Renilde Montessori, hija menor de Mario, me dijo «¡Era mi tío!» con un tono que me pareció lleno de orgullo mezclado con aflicción por un dolor antiguo, una ofensa nunca olvidada.

1 Para la protección de las jóvenes «excluidas socialmente» existían numerosas instituciones religiosas con un planteamiento totalmente distinto. Véase, respecto a ello, A. Buttafuoco: Le Mariuccine. Storia di un’istituzione laica, Milán, Franco Angeli, 1985, reconstrucción apasionante y meticulosa, imprescindible para entender el estilo laico, totalmente nuevo, del Asilo Mariuccia y el contexto social de la época.

2 A Anna Kuliscioff no se le había permitido –porque era mujer, se dijo– llevar a cabo prácticas clínicas en el Hospital Mayor de Milán.

3 Montessori denunciará la doble moral machista en una intervención titulada «La moral sexual en la educación» durante el I Congreso Nacional de las Mujeres Italianas, celebrado en Roma del 23 al 30 de abril de 1908.

4 En este sentido, una historia ejemplar que se remonta a comienzos del siglo XVII es la de la veneciana Elena Cassandra Tarabotti. Iniciada con solo trece años en un monasterio benedictino, profesó allí bajo el nombre de Sor Arcangela, donde permaneció recluida durante más de treinta años, es decir, hasta su muerte. Escribió con amargura y lucidez cartas en las que definía el convento como una «cárcel femenina», y libros en los que denunciaba con dureza «la tiranía paterna» ejercida sobre ella. Una vivencia dolorosa que recuerda mucho a otra similar, la de Sor Virginia Maria, en el siglo Marianna De Leyva –inmortalizada por Manzoni en el personaje de Gertrude, la célebre monja de Monza–, que encontró en la ruptura de las leyes y en el delito un modo de rebelarse contra tanta injusticia. Constamos que queda todavía mucho camino por recorrer, si se piensa que fue en 1988 cuando la Comunidad Europea aprobó con una declaración explícita la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres. En Italia, este principio se había incluido en la Constitución cuarenta años antes y, sin embargo, todavía en 2006, se discutió sobre la introducción de las «cuotas rosa» en el Parlamento.

5 El 6 de diciembre de 2006, la UDI romana publicó un excelente documental en DVD con el título Viaggio nel ’900 delle donne. Una storia politica, dedicato alle ragazze, alle donne, alle migranti. Se trata de una reconstrucción histórica realizada por Nella Condorella con la colaboración de la RAI Teche y la RAI Ventiquattro News. Entre los personajes del siglo pasado también está Montessori, presentada como pedagoga cristiana.

6 Cf. F. Pedone (ed.): Filippo Turati Anna Kuliscioff Carteggio, vol. I, 1898-1899. La crisi di Fine Secolo, Einaudi, 1977, pp. 274-275.

7 Cf. V. P. Babini y L. Lama: Una «Donna Nuova», op. cit., pp. 50-51.

8 Ibíd., p. 92.

9 El resumen fue publicado en la revista mensual Vita Femminile, dirigida por Emilia Mariani.

10 Cf. V. P. Babini y L. Lama: Una «Donna Nuova», op. cit., pp. 98-100.

11 Giovanni Bollea, médico de gran valía, considerado el fundador de la neuropsiquiatría infantil moderna, alumno de Montesano y más tarde de Ugo Cerletti, mantuvo siempre gran interés por la propuesta Montessori. En el curso de una entrevista concedida a Lia De Pra en 1999 para Il Quaderno Montessori, recordaba con afecto y gratitud a su primer maestro. El fragmento citado arriba también está presente en G. Honegger Fresco (ed.): Montessori: perché no? Una pedagogia per la crescita. Che cosa ne è oggi della proposta di Maria Montessori in Italia e nel mondo, Turín, Il leone verde, 20172, p. 52.

12 El testimonio recogido por Lia De Pra, incompleto por la mala calidad de la grabación, permaneció inédito. Su transcripción está custodiada en el Archivo Maria Montessori de la AMI.

13 Un documento del Archivo del Ayuntamiento de Roma demuestra que la fecha es exacta y que una matrona llamada Carlotta Mancia declaró el nacimiento del niño en una casa del barrio Prati como hijo de padres desconocidos.

14 Cf. R. Kramer: Maria Montessori. A Biography, op. cit., p. 93.

15 Información obtenida en octubre de 1994 por el profesor rumano Ilie Sulea Firu, docente de la Universidad de Bucarest, que había asistido, en 1931, al curso internacional de Roma. Entabló una gran amistad con los Montessori y con Liberato Traversa. En una carta del 20 de agosto de 1961 de Lina Traversa a su colega Giuliana Sorge, se abordan algunas noticias sobre Mario.

16 En otoño de 1901 Montesano reconoció a su hijo y en el octubre siguiente se casó con una tal Maria Aprile (Cf. V. P. Babini y L. Lama: Una «Donna Nuova», op. cit., p. 108, notas 262 y 263). La noticia encuentra su confirmación en el Archivo M. Montessori de la AMI.

17 R. Kramer: Maria Montessori, A biography, op. cit., p. 93. En la revista The Call of Education, vol. II, n.º 3 (octubre, 1925), editada en Ámsterdam, en la primera página, «A los lectores», se lee que se recogerá, «bajo la dirección del Sr. Mario M. Montessori, sobrino y secretario de la Doctora», un nuevo «reparto» de noticias y ejemplos sobre el trabajo en las escuelas.

18 Publicado con motivo del centenario del nacimiento de Mario en AMI Communications (1/1998), pp. 4-23.

19 Una carta fría y respetuosa sobre estos hechos se lee en A. Bravo: «La nuova Italia. Madri fra oppressione ed emancipazione», en M. D’Amelia (ed.): Storia della maternità, Roma-Bari, Laterza, 1997, pp. 138-183.

20 Giuliana Sorge me dijo en 1984 que había sido ella, a petición de Maria, quien se había dirigido para ello al presidente, al que conocía personalmente.

21 Cf. F. Lauro en Una vita per l’infanzia diversa. Texto editado por la Casa di Cura di Riabilitazione de Roccapiemonte (Salerno).

22 Montesano experimentó con las primeras clases «diferenciales» en Roma en 1907. Más tarde se extendieron por toda Italia con el Real Decreto 577 del 5 de febrero de 1928 y fueron sustituidas en los años sesenta por las «escuelas especiales», desaparecidas hoy en día. Aquel trabajo lento, gradual, junto a niños con los tiempos lentos, desorientados ante cualquier cambio, fue sustituido por provechosas actividades llevadas a cabo por docentes «de apoyo». ¿Fue realmente una ventaja?

Maria Montessori, una historia actual

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