Читать книгу Maria Montessori, una historia actual - Grazia Honegger Fresco - Страница 26
LA CONDICIÓN INFANTIL
ОглавлениеPuede que, justo a partir de esta experiencia, empiece a constatar «el desprecio a la infancia», es decir, la falta de atención hacia la sensibilidad interior e individual del niño, pisoteada por una sociedad que quiere resultados y por sus instituciones, ante todo la escuela, que imponen estándares abstractos sin apuntar a una formación real del hombre. Maria toma nota de los resultados desastrosos de la inedia sobre el desarrollo humano y llega de ese modo a considerar la hipótesis de que las premisas para una recuperación de los menores del psiquiátrico se encuentran en la investigación, tanto en el campo pedagógico como en el médico. Se trata de una idea-guía común al grupo de jóvenes psiquiatras que llevan a cabo en Roma las investigaciones de posible recorrido terapéutico a favor de los niños débiles de mente: los escritos y los informes de los médicos romanos se encuentran entre «los primeros trabajos científicos y, por decirlo así, experimentales sobre los oligofrénicos; artículos que ya no son divulgativos de un saber teórico, abstracto, sacrificado al mito de la clasificación […] de las psicopatías».6 Maria la hará suya, poniéndola en práctica de un modo absolutamente original.
En el año 1895-96, ingresa en el internado de la Clínica Psiquiátrica con De Sanctis (que trabaja allí en calidad de asistente desde 1892) y se convierte en ayudante al año siguiente, pasando después con Montesano al Instituto Médico-Pedagógico que Bonfigli ha instalado junto al psiquiátrico. Este, bajo la estela de Bourneville, como ya se ha mencionado, se había inclinado por la carrera política para llevar a cabo una acción más eficaz en favor de los débiles mentales.7 Una apasionada intervención suya en la Cámara en junio de 1897, en la que pide al Estado que se comprometa concretamente en la obra de reeducación que se está llevando a cabo a favor de este tipo de niños, no consigue hacer mella en el Gobierno. A pesar de ello, no falta quien entiende la importancia de la propuesta. Entre ellos se encuentra Baccelli, que apoyará de muchas formas las propuestas de los jóvenes psiquiatras romanos.
Durante el mismo periodo, Maria desempeña también el puesto de asistente voluntaria de Ezio Sciamanna, que ha sustituido a Bonfigli en la Cátedra de Clínica Psiquiátrica. De esta tarea ha quedado un opúsculo titulado La Paranoia. Lezione raccolta dal Dott. Mario [sic] Montessori, assistente volontario nell’anno scolastico 1897-98. Con Sciamanna, el 10 de julio de 1896 defenderá la tesis Contributo clinico allo studio delle allucinazioni a contenuto antagonistico.8 Cuando deja aquel puesto, la sustituye Ugo Cerletti, también destinado a convertirse en un conocido psiquiatra de la escuela romana.
El destino de los pequeños oligofrénicos en aquella época es realmente trágico: considerados irrecuperables y prácticamente abandonados por sus familias, son simplemente segregados de por vida en los psiquiátricos, donde la represión es la norma. Únicamente en los institutos médico-pedagógicos de reciente creación se intenta alguna forma de recuperación. Todavía no existe conciencia de la capacidad de destrucción de las «instituciones totales», como serán llamadas cerca de medio siglo después psiquiátricos y prisiones, colegios e internados. Tanto más cuanto que niños y jóvenes son encerrados a menudo junto con los adultos. A las puertas del siglo XX, apenas se empieza a distinguir el retraso de nacimiento de tantas otras formas de locura: el débil mental, es decir, aquel que ha perdido la razón. En cambio, se trata de dos categorías de enfermos que requieren lugares e intervenciones distintos. Uno de los méritos del grupo romano precisamente es el de llegar a diagnósticos diferenciados de los distintos tipos de trastorno y a las clasificaciones relativas. Además, De Sanctis, hombre muy culto e informado, se mantiene constantemente al día de los avances en las investigaciones llevadas a cabo en el extranjero en este ámbito. En particular, ha llegado a conocer, ya en 1895, los nuevos experimentos desarrollados por su colega inglés George Edward Shuttleworth, autor del libro Mentally-Deficient Children: Their Treatment and Training.9 Es posible que fuese de ese modo como el grupo romano llegase a descubrir el «método fisiológico» del francés Édouard Séguin, al que Shuttleworth había dedicado con entusiasmo un texto propio.
El propio De Sanctis es el primero que inaugurará, el 16 de enero de 1899, en Roma, en la via Tasso, 24, un asilo-escuela abierto desde la mañana hasta el atardecer, para los niños «retrasados» más pobres con los que se pudiera iniciar un mínimo de comunicación y por lo tanto intentar una verdadera acción pedagógica.10 A ese empeño de un alto valor educativo y civil se unirá, a lo largo del mismo año, un ambulatorio gratuito para la diagnosis de las «enfermedades mentales y nerviosas» infantiles. Lucha incansablemente por «la adaptación social de los discapacitados en una rehabilitación integral, completa, madura».11 Es bastante probable que la vocación específica de Maria se iniciase allí, siendo su asistente, mientras afinaba su capacidad de observación y desarrollaba sus intuiciones sobre el desarrollo infantil. Ciertamente, allí tuvo que comenzar a ver aquella realidad ya no solo en clave organicista.