Читать книгу Maria Montessori, una historia actual - Grazia Honegger Fresco - Страница 29
SÉGUIN, ITARD Y L’ENFANT SAUVAGE
ОглавлениеMaria dirá más tarde que copió a mano el texto traducido de Séguin para asimilarlo mejor, para tener tiempo de captar el sentido de cada palabra y, al mismo tiempo, el espíritu del autor. Tal era el valor que reconocía a esta obra y, a la vez, su rareza. En cualquier caso, gracias a Maria se recuerda todavía hoy la metodología del médico francés, y fue gracias a la obra conjunta de ella y de los otros psiquiatras activos en Roma como se entendió la aproximación pedagógica más adecuada para los niños con dificultades sensoriales y mentales.
Maria se quedó durante algún tiempo en Bicêtre para estudiar la aplicación de las ideas de Séguin. Sin embargo, le resulta extraño que el «sistema», a pesar de ser tan citado, sea puesto en práctica de modo incorrecto, ya que se aplican enseñanzas mecanizadas y por ello destinadas al fracaso. Este requeriría mucha paciencia, constancia, observación puntual y atenta, así como capacidad de animar los débiles intentos de sujetos gravemente afectados. Todavía en Bicêtre, Maria descubre también la contribución del maestro directo de Séguin, Jean-Marc Gaspard Itard, médico y gran experto del oído. Nacido en 1775, había protagonizado una historia fuera de lo común: el 8 de enero de 1800, durante los años en los que Napoleón estaba en auge y en Francia la república iba asumiendo tonos cada vez más autoritarios, un jovencito que aparentaba once años, mudo y completamente desnudo, que ya había sido visto dos años antes en los bosques del macizo Central, había sido capturado en las montañas del Aveyron. Se comportaba como un pequeño animal. ¿Era un «idiota» al que alguien había abandonado porque era irrecuperable o un niño que, habiéndose extraviado, había perdido la razón? ¿O más bien se había convertido en mudo y salvaje porque estaba lejos de cualquier contacto humano? Los estudiosos de la época habían entablado discusiones animadas y formulado numerosas hipótesis. El joven, llamado Victor, fue conducido a París y confiado a Itard, que dirigía el Instituto para Sordomudos. Para él fue una gran oportunidad y el inicio de un estudio apasionante. Se ocupó a fondo de él y relató todo el caso en un libro de 1801, De l’éducation d’un homme sauvage, análisis preciso de los intentos llevados a cabo para estimular al infeliz muchacho, algo que consiguió solo en una mínima parte. Victor morirá en 1828. Itard se apagó diez años más tarde entre «las curas filiales» de su alumno Séguin.21
En 1899, el libro de Itard se encuentra todavía en las librerías parisinas. Maria lo compra y encuentra en él muchas respuestas a dudas suyas y de sus colegas romanos: los niños «disminuidos mentales» son reeducables y se puede hacer mucho por ellos a partir de una atención sistemática a sus sentidos, puerta de entrada a la conciencia de sí mismo y a la comprensión del mundo. Más adelante, trabajando bajo la estela de los dos médicos franceses, Maria siempre manifestará hacia ellos una inmensa gratitud. Y muchos años después, cuando investigue el desarrollo del lenguaje, retomará las observaciones de Itard sobre Victor.
De vuelta a Roma, inicia sus experimentaciones. Sobre la base de las indicaciones contenidas en los textos de Itard y de Séguin, manda elaborar «un riquísimo material didáctico», el mismo que no había podido ver en uso en ningún instituto (a lo sumo expuesto en vitrinas a modo de museo), «un medio maravilloso en manos de quien sabía utilizarlo». A finales de diciembre del mismo año, medio centenar de niños son trasladados desde el psiquiátrico al instituto médico-pedagógico abierto por la Liga en el número 50 de la calle Volsci, en el barrio de San Lorenzo. Se organiza una clase y Maria empieza su nuevo trabajo.
Estuve dos años preparando, con la ayuda de colegas, a los maestros de Roma en los métodos especiales de observación y de educación de los niños oligofrénicos […], pero lo más importante es que, después de haber estado en Londres y en París estudiando la parte práctica de la educación de los deficientes, me puse a enseñar yo misma a los niños y a dirigir la labor de las educadoras. Más que maestra de primaria, estaba presente sin ninguna clase de horario o enseñaba directamente a los niños desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde: estos dos años de práctica son, de hecho, mi primer y verdadero título de pedagogía.22
De día está con los niños, de noche vuelve a ser la estudiosa que toma notas, clasifica y reorganiza las observaciones realizadas. Finalmente, después de tantos esfuerzos con éxito incierto, se produce una especie de milagro: uno de los niños retrasados supera el examen de la escuela primaria23 con mayor facilidad y mejores notas que los niños normales; después otro, y otro más.24 Más adelante, en muchos casos se cuestionará si se trataba de «verdaderos» deficientes: puede que fueran simplemente «torpes», es decir, que su retraso fuese menos grave, pero en cualquier caso se consideraban irrecuperables dado que eran lentos, incapaces de mantener una atención continuada y presentaban importantes dificultades de aprendizaje, agravadas por condiciones ambientales absolutamente desfavorables. También puede ser que la relación personal que Maria establecía con cada uno de ellos –hoy conocemos la importancia de esto– contribuyese a aquel prodigioso resultado. Bollea declaró:
Durante aquellos dos años de trabajo intenso ella adquiere su verdadero título de pedagoga ganado en el terreno. Cada uno de nosotros posee una tendencia especial, una vocación latente y para ella fue esta, la de enseñar a los niños y a los adultos, hasta el punto de matricularse en Filosofía, aunque nunca se licenció. Séguin, en 1846, había escrito: «Este es un método en el que el proceso educativo utiliza los fenómenos fisiológicos y psíquicos que en el futuro serán la base para la educación, no solo de los niños “idiotas”, sino también de los normales», y ella, después de la experiencia de la calle Volsci, profundizará exactamente en este punto. Construyó y utilizó todo el material de Séguin, le añadió también sus materiales para la escritura y la lectura, de los que estaba orgullosa, pero al mismo tiempo descubrió que sí, que el método sirve, pero la aportación del adulto es decisiva, su dedicación, la creación de una relación empática, como yo misma enseño a mis estudiantes.25
Vistos sus extraordinarios éxitos, que superaban a cualquier expectativa, y constatada su reproducción en otros lugares siguiendo la misma metodología,26 los responsables de la Liga, con el apoyo de Bacelli, el ministro de Instrucción, se encargan de difundir ampliamente los nuevos conocimientos adquiridos. En abril de 1900 ponen en marcha en Roma, bajo la dirección de Bonfigli, la Scuola Magistrale Ortofrenica –como respuesta al inmovilismo del Gobierno– con el fin de preparar a los futuros maestros de los oligofrénicos. María, ya encargada de dar clases de pedagogía especial en las tres escuelas normales de Roma (los institutos de enseñanza secundaria de entonces), la gestionará junto con Montesano durante dos años o poco más. Imparten las clases principales sobre temas relacionados con la fisiología, la psicología y el conocimiento de los equipos que por entonces se consideran necesarios para la anamnesis, mientras que otros los ayudan gratuitamente en los cursos de música, de lenguaje y de gimnasia. La sede se encuentra en un edificio que había pertenecido a una congregación religiosa femenina en la calle Cavallini, no muy lejos de la centralísima plaza Cavour. En 1901-1902 enseñarán también allí Sciamanna, Mingazzini (anatomista del cerebro) y Giuseppe Sergi.27
Aquí, Maria tendrá ocasión de ampliar sus experiencias con los alumnos de magisterio gracias a su capacidad de investigación, creativa y en cierto sentido espiritual. Mientras tanto, se va apasionando por la antropología, que entonces era considerada como una ciencia que «mide» al ser humano de todas las formas posibles. Atenta a los aspectos sociales, esta joven estudiosa al mismo tiempo se aplica con humildad al descubrimiento de la riqueza en valores de cada niño y a escuchar sus preguntas escondidas. Nadie lo había hecho antes de ella.
1 V. P. Babini y L. Lama: Una «Donna Nuova», op. cit., p. 111.
2 M. Montessori: Corso Nazionale Montessori. Lezioni della dottoressa Maria Montessori, febrero-agosto de 1926, Milán, Litografia Mariani, 1926, p. 25.
3 Cf. V. P. Babini: La questione dei frenastenici, Milán, Franco Angeli, 1996, pp. 59 y 75-79.
4 M. Montessori: Il Metodo della pedagogia scientifica applicato all’educazione infantile nelle Case dei Bambini, 1909, p. 27.
5 A. M. Maccheroni: Come conobbi Maria Montessori, Roma, Vita dell’Infanzia, 1956, p. 193. Es la edición italiana de A True Romance: doctor Maria Montessori as I knew her, Edimburgo, The Darien Press, 1947, publicado por petición de Margaret Drummond en el periodo en el que Maccheroni vivió en Escocia para ayudar al desarrollo de las escuelas montessorianas de aquella región. Se trata de los recuerdos afectuosos de una alumna sensible y fiel. Mac o Mak –como había sido apodada en los círculos de las colaboradoras de la doctora– estuvo entre las primerísimas alumnas de Maria, si no fue la primera. En 1908 abrió la primera Casa de los niños en Milán y en 1915 la de Barcelona, donde por primera vez se afrontó el tema de la educación religiosa. Experta en música, se interesó por la educación musical de los niños y de los jóvenes, y puso en marcha itinerarios formativos idóneos para introducirlos de una forma sencilla en el lenguaje de la música. Aun enferma y dolorida, impartió muchos cursos Montessori y aportó una gran contribución al conocimiento de su propuesta educativa, amén de en España, en Francia, Inglaterra, Holanda e Italia. Sobre sus experimentaciones en el campo de la educación musical, véase J. S. Rubin: «Montessorian Music Method. Unpublished Works», en Journal of Research in Music Education, 31(3), 1983, pp. 215-226.
6 V. P. Babini: La questione dei frenastenici, op. cit., 1996, p. 193.
7 Désiré Bourneville, genial director del hospital psiquiátrico francés de Bicêtre había conseguido, después de haber entrado algunos años antes en el Consejo Municipal de París, obtener ayudas para sus enfermos, reorganizando sobre bases laicas los hospitales de la ciudad y los servicios para los niños desfavorecidos.
8 (N. del T.): Contribución clínica al estudio de las alucinaciones con contenido antagónico.
9 H. K. Lewis, Londres, 1895. El libro fue reseñado por De Sanctis para Supplemento al Policlinico.
10 Los resultados están compendiados en el opúsculo La cura e l’educazione dei fanciulli deficienti col sistema degli educatorii. Prima relazione semestrale sull’Asilo-Scuola per fanciulli deficienti di povera condizione, Roma, Tip. Economica, 1899.
11 F. Bianchi di Castelbianco et al.: Sante De Sanctis.Conoscenza ed esperienza in una prospettiva psicologica, Roma, Edizioni Magi, 1998, p. 183. Seguirán muy pronto otros dos asilos del mismo tipo, más otro, Villa Amalia, en el que fueron acogidos niños de familias acomodadas. Cf. ibíd., p. 63.
12 Ibíd., p. 67.
13 Cf. Almanacco dell’insegnante italiano per il 1900, Florencia, R. Bemporad, 1900, p. 109.
14 M. Montessori: Antropologia pedagogica, Milán, Vallardi, 1910, pp. 11-12.
15 En 1894 otro anarquista italiano, Sante Caserio, había asesinado al presidente francés Marie François Sadi Carnot.
16 M. Montessori: Antropologia pedagogica, 1910, pp. 12-13.
17 Il Metodo, op. cit., p. 30.
18 Édouard Séguin: Traitement moral, hygiène et éducation des idiots et des autres enfants arriérés, 1846 [ed. en inglés Idiocy and Its Treatment by the Physiological Method, Nueva York, Murray K. Simpson, 1866; trad. it. L’idiota. Cura morale igiene ed educazione degli idioti, ed. Giovanni Bollea, 1970].
19 Respecto a esta traducción, Schwegman se basa en un librito de Paola Boni Fellini (I segreti della fama, Roma, Centro editoriale dell’Osservatore, 1955), alumna de Montessori en la época de Magisterio, que afirma que ayudó a la científica en la traducción desde el inglés del segundo libro de Séguin después de haber recibido la promesa de ser citada en Il Metodo. Maria no lo hizo, es más, escribió que recibió la ayuda de «una señora inglesa» (cf. 1909, p. 35). Casi a cincuenta años de distancia, Boni –que no parece totalmente ajena a rencores personales– traza un cuadro de la antigua maestra muy poco halagador, incurriendo así mismo en numerosas inexactitudes.
20 Los datos sobre la vida de Séguin han sido extraídos de la «Nota biográfica» escrita por Bollea para introducir la primera edición italiana.
21 Il Metodo, op. cit., p. 51.
22 Ibíd., pp. 28 y 31; la cursiva es de la autora.
23 Por entonces, el examen estaba previsto al finalizar el tercer año y no el quinto.
24 D. Canfield Fisher: L’éducation Montessori: les principes qu’applique Mme Montessori dans les «case dei bambini»: causeries et notes d’une mère, París, Fishbacher, 1915, p. 210.
25 De la entrevista inédita de Lia De Pra Cavalleri para Il Quaderno Montessori.
26 V. P. Babini: La questione dei frenastenici, 1996, op. cit., pp. 169 y ss.
27 Giuseppe Sergi, original antropólogo de la escuela positivista, docente en la Universidad de Bolonia y después en la de Roma en 1884. Hábil escritor y divulgador, escribió entre 1870 y 1930 cerca de cuatrocientas obras de carácter histórico y científico. Una de las últimas es Psiche: genesi-evoluzione. Osservazioni e commenti dall’infanzia alla maturità, Turín, Bocca, 1930, basada en las observaciones de los primeros dos años de vida de su nieta Maria.