Читать книгу El síndrome del trabajador quemado (o burnout): dimensión jurídica laboral, preventiva y de seguridad social.(DÚO e-Pub) (No Activiti) - Guillermo García González - Страница 5

Capítulo I Aproximación al burnout: principales elementos configuradores I. El burnout o síndrome de estar quemado: delimitación conceptual

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El síndrome de burnout se describió por primera vez por H.B. Bradley en 1969 para hacer referencia a un fenómeno psicosocial que presentaban oficiales de policía de libertad condicional, así como profesionales que se dedicaban a la ayuda humanitaria1. No obstante, no es hasta el año 1974 cuando el término comienza a adquirir cierta relevancia científica, especialmente en el ámbito de la psicología clínica, de la mano de H.J. Freudenberger, que define el burnout como “una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador”2. Este autor observó en los voluntarios que trabajaban con toxicómanos una pérdida progresiva de energía, agotamiento y falta de motivación por el trabajo con síntomas de ansiedad y depresión concomitantes, que aparecía aproximadamente al año del inicio de su actividad. Además, se mostraban poco empáticos y comprensivos e incluso agresivos con los demás, culpabilizándoles de sus propios problemas. A este conjunto de síntomas o síndrome lo denominó burnout.

Con independencia de los antecedentes señalados, fue la psicóloga y profesora Christina Maslach quien, a raíz de su investigación sobre la sintomatología de este fenómeno, lo posicionó a nivel mundial como un síndrome que afectaba visiblemente a la calidad de vida de los individuos que lo padecían. En sus estudios, Maslach descubrió la importancia de los aspectos emocionales relacionados con el burnout y la trascendencia de la tensión laboral como variable significativa durante el proceso de dicho síndrome, cuyas consecuencias afectan de manera significativa a los procesos cognitivos del individuo, llegando a presentar dificultades para afrontar situaciones cotidianas del ámbito tanto laboral como personal3.

El concepto burnout ha tenido varias definiciones desde su origen, enfatizando como eje central el agotamiento u otros síntomas característicos de este síndrome. En 1978, Pines y Kafry definieron el burnout como una “experiencia general de agotamiento físico, mental y actitudinal” característica de las profesiones asistenciales4.

Edelwich y Brodsky, por su parte, entienden el síndrome de estar quemado como “una pérdida progresiva del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de ayuda, como resultado de las condiciones de trabajo”5. Estos autores ilustran, además, el proceso de desarrollo del burnout, que se describirá con posterioridad en este mismo capítulo6.

Desde la perspectiva clínica, centrándose en el diagnóstico y la evaluación, la conceptualización que Maslach y Jackson elaboraron en 1981 ha alcanzado la mayor aceptación en este campo, manteniéndose hasta la actualidad. Estas autoras definen el burnout como “un síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización personal en el trabajo que puede desarrollarse en aquellas personas cuyo objeto de trabajo son personas en cualquier tipo de actividad”7. De acuerdo con este planteamiento, el síndrome claramente representa la respuesta de una interacción negativa del conflicto entre el individuo y su entorno laboral, consecuencia de un estrés laboral continuo. El concepto elaborado por Maslach y Jackson es el comúnmente empleado en el ámbito académico y se ancla en tres elementos:

• Baja realización personal: se refiere a la autoevaluación negativa de los profesionales, especialmente en cuanto a su capacidad para el trabajo y para interrelacionarse con las personas (a las que atienden y/o familiares). No se sienten satisfechos consigo mismos ni tampoco con los resultados conseguidos en el ámbito de trabajo.

• Agotamiento emocional: se define como la percepción de los trabajadores de no poder dar más de sí mismos a nivel afectivo. Se produce una pérdida de recursos personales emocionales que se asocia al trabajo cotidiano con personas a las que dan un servicio o atención.

• Despersonalización: se entiende como el desarrollo de una serie de actitudes y comportamientos negativos hacia las personas objeto de su trabajo, a las que deshumanizan y culpabilizan de sus dificultades.

En el ámbito clínico, el burnout no está recogido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, en su última versión), lo que dificulta su diagnóstico y una orientación clara en su tratamiento. Sin embargo, en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10, en su última versión) de la OMS se contempla de manera sucinta al burnout como un fenómeno asociado a “problemas relacionados con dificultades en el control de la vida”, con el identificador Z73.08.

Recientemente, en mayo de 2019, la OMS reconoció oficialmente al síndrome de estar quemado o burnout como una problemática o fenómeno asociado al trabajo –no se categoriza como una condición médica– tras la revisión decimoprimera de la CIE, aprobada en 2018, y que ha fijado como fecha de entrada en vigor el 1 de enero de 2022. El burnout se incardinará con el descriptor QD85 en el apartado 24 titulado “Factores que influyen en el estado de salud o en el contacto con los servicios de salud”, categoría que abarca razones por las que personas consultan a los servicios de salud, pero que no se consideran enfermedades o condiciones de salud en sentido estricto.

Concretamente, la OMS señala en el CIE-11 que:

“El burnout es un síndrome conceptualizado como el resultado del estrés laboral crónico que no ha sido gestionado adecuadamente. Se caracteriza por tres dimensiones:

– Sentimientos de agotamiento o carencia de energía.

– Elevado distanciamiento mental del trabajo o sentimientos de negativismo o cinismo relacionado con el trabajo.

– Eficacia profesional reducida”9.

Tal y cómo se puede constatar en la definición acogida por la OMS en el CIE-11, es el modelo de Maslach y Jackson el que predomina en la actualidad y que postula la concepción del burnout como un síndrome tridimensional10.

Sin embargo, no faltan autores que subrayan que esta concepción se presenta limitada en tanto que no recoge la variada sintomatología que presenta el síndrome de estar quemado (culpa, depresión, cinismo y enfado, entra otras). En este sentido, se argumenta que el hecho de que se elaborase un instrumento de evaluación (Maslach Burnout Inventory) que valorase pertinentemente estas tres dimensiones de agotamiento, baja realización personal y despersonalización, confirmaría el modelo teórico subyacente, sin embargo, parece a todas luces un modelo e instrumento insuficiente para caracterizar un fenómeno tan complejo, por lo que se hace necesario considerar otras variables para poder comprender en profundidad el síndrome de estar quemado11.

Junto con lo anterior, y de forma complementaria, es importante tener en cuenta la conceptualización del burnout desde la perspectiva psicosocial; perspectiva que focaliza su interés en el conocimiento de la etiología y en su desarrollo. Desde este enfoque, el burnout se considera como un proceso fruto de la interacción entre las condiciones y características del contexto laboral y las variables personales. Esta aproximación permite conocer cómo se inicia el síndrome, la secuencia diferenciada por etapas y facilita la identificación diagnóstica y una intervención temprana.

Desde el ámbito psicosocial, el síndrome de estar quemado se entiende como una respuesta psicológica al estrés laboral crónico de carácter interpersonal y emocional que aparece en los profesionales de las organizaciones de servicios que trabajan en contacto con los clientes o usuarios12. Esta respuesta presenta los síntomas de deterioro cognitivo y la baja realización personal en el trabajo, y viene acompañada de actitudes negativas hacia las personas con las que se trabaja, principalmente clientes, y hacia el propio rol profesional.

A la precitada sintomatología característica del burnout, se suma en ocasiones el sentimiento de culpa. La culpa es una emoción social que se da en el marco de la relación con los demás y hace referencia a los sentimientos de desagrado y remordimiento ante el reconocimiento de que uno mismo ha transgredido un estándar moral relativo a un comportamiento específico. La presencia de pensamientos negativos y el trato cínico y negativo hacia los demás parece ser una de las causas de la aparición de estos sentimientos de culpa13. La inclusión del sentimiento de culpa como un síntoma importante del burnout facilita la comprensión en profundidad del fenómeno y su desarrollo, incrementando la fiabilidad en el diagnóstico al delimitarse diferentes perfiles de burnout o niveles de deterioro14.

El síndrome del trabajador quemado (o burnout): dimensión jurídica laboral, preventiva y de seguridad social.(DÚO e-Pub) (No Activiti)

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