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El sistema nervioso como un todo
Оглавление¿Cómo funciona integradamente el sistema nervioso? ¿Cuál es su función? Tenemos modelos de funcionamiento cerebral, lo que significa que aún carecemos de un conocimiento acabado del mismo.
Por un lado, el enfoque holista que supone al cerebro funcionando como un todo sin distingos entre partes en el que la “masa crítica” sería el determinante. Esta idea surgió de una serie de experimentos en animales a los que se les retiraban cantidades crecientes de tejido cerebral sin consecuencias aparentes hasta que se superaba cierto límite: la masa crítica. La deducción era que hasta cierto punto se podía mantener un funcionamiento normal pues las funciones no estaban localizadas. La revisión del método experimental demostró que la deducción era incorrecta. Hoy sabemos que si bien las funciones están distribuidas más allá de límites anatómicos macroscópicos y que la plasticidad permite reorganizaciones sustitutivas en caso de lesiones, siempre hay un déficit de mayor o menor grado. Dato a tener en cuenta al evaluar y tratar niños con lesiones cerebrales de cualquier tipo.
Por el otro lado estaba el localizacionismo, que consideraba a las funciones como agrupadas en centros independientes. Con él da sus primeros pasos la neuropsicología de la mano de Broca y Wernicke. Era razonable pensar que las conexiones entre dichas áreas entre sí y con otras partes del cerebro también deberían ser importantes, y así aparece el conexionismo con un notable investigador como fuera Norman Geschwind. Como puede verse, ni mucho ni tan poco y como siempre el justo medio resulta el más apropiado.
Charles Sherrington, notando el orden creciente de complejidad funcional y estructural desde los niveles más periféricos hasta la corteza cerebral, propuso un modelo basado en la aposición de estructuras en un orden jerárquico, con el arco reflejo en la base de recepción y respuesta y la corteza en el estamento superior. El arco reflejo rápido pero estereotipado y la corteza algo más lenta, pero plástica y con inmensas posibilidades de variación y modulación. Aquellos estímulos que demanden respuestas inmediatas y fijas están modulados, supervisados, controlados por los niveles superiores con los que interactúan. Eso es finalmente lo que sucede con el aprendizaje fisiológico. En realidad el arco reflejo se puede dar también en construcciones de gran complejidad como lo evidencian los reflejos condicionados en los que claramente hay un aprendizaje con su memoria correspondiente y la posibilidad de refuerzos y extinciones, así como de vinculación transensorial por la que un estímulo proveniente de un canal sensorial termina funcionando como si proviniera de otro. El condicionamiento operante y el ejemplo de Iván Pavlov con un estímulo visual (comida) reemplazado con igual efecto por uno auditivo (timbre), muestran esta posibilidad y representan otro modelo, el pavloviano.
Los reflejos condicionados son importantes para el tema de los aprendizajes, ya que aparecen componentes importantes como son la ejercitación, la base de sinapsis y funciones predeterminadas y la plasticidad en niveles de creciente complejidad, sus memorias y el valor de recompensa/placer o castigo/displacer equivalentes a excitación/refuerzo e inhibición/supresión/extinción. Un aspecto igualmente importante e interesante vinculado con este tipo de aprendizajes fue la demostración de memorias y la generación de expectativas como su manifestación. Ante el sonido el animal producía secreción gástrica, pues esperaba la llegada de comida vinculada con él.
Otro modelo a tener en cuenta es el de Luria, quien postula la existencia de analizadores para el tratamiento de la información, con niveles de especialización y jerarquía organizados secuencialmente en módulos para el tratamiento de la información entrante, la elaboración de respuestas de salida y un módulo supervisor, productor de los ajustes en función de memorias, contexto y antecedentes de éxito o fracaso. Es una de las bases del modelo cognitivo como procesamiento de información.
Finalmente, hay un modelo que personalmente me parece de sumo interés: el modelo estratigráfico de la personalidad de Goldar. Creo que es valioso pues está referido a estructuras y funcionamientos cerebrales que permiten explicar algunas conductas complejas y sus perturbaciones, con la correspondiente verificación lograda hoy en día a partir de las modernas técnicas de neuroimágenes y antaño con la paciente tarea del correlato anatomopatológico. Tiene el enorme mérito de haberse anticipado a formulaciones semejantes como las de Damasio y Changeux. En este modelo reconoce tres estructuras cerebrales clave: el lóbulo frontal, el sistema límbico y una zona intermedia entre ambos. Serán sedes de las esferas intelectual, valorativa y vital, respectivamente. No debemos caer en un localizacionismo extremo ya que las estructuras señaladas están funcionalmente integradas entre sí y con el resto del sistema nervioso.
Brevemente resumiré sus funciones, tal como lo hace su autor:
Esfera vital:
• Hambre y amor están representados allí. Estructura: cerebro interno. Sistema límbico.
• Se evidencian como conductas emocionales. El temperamento como el estrato inferior o profundo, fundamento del ser de las restantes esferas. Está involucrado en la constante reparación estabilizadora del medio interno. Alimentación y reproducción.
• Vinculado con: respuestas defensivas de ataque/huida; reacciones de agrado/desagrado; activación general y ritmos endógenos; distinción orden/desorden; es un mecanismo viscero-emocional.
Esfera valorativa:
• Media entre la esfera vital y la esfera intelectual. Transporta valorativamente al estrato profundo circunstancias del mundo discriminativamente conocidas. Estructura: cerebro intermedio, neocortical, paralímbico.
• Valores preventivos: (lado instintivo) Vivencia de familiaridad. Gnosias. El miedo básico, inseguridad y desconfianza. Valor de probablidad.
• Valores sentimentales: (lado tímico) Inclinaciones o propensiones. Rechazos o indiferencia. Agradable/desagradable.
• El carácter como lo permanente, distintivo de un sujeto. Respuestas instintivas o tímicas: dar importancia o ser indiferente. Ética y estética son de su dominio.
Esfera intelectual:
• Estructura: cerebro externo, neocortical, lateral.
• Vinculado con las sensopercepciones y sus interrelaciones a partir de las cuales se da la construcción de reconocimientos (vivencias de familiaridad), base de las nominaciones (lenguaje) y de formulaciones abstractas (ideas).
• En su seno se produce el recuerdo e interpretación de lo acontecido y la predicción del futuro. Expresa la voluntad como “el yo moviente” y es el operador discriminativo al servicio de la vida. Edifica el mundo conocido. Formula leyes. Construye teorías que contienen probabilidades.
Buenos ejemplos de la aplicabilidad de este modelo y de la existencia real de estas esferas son el caso de Phineas Gage tomado por Damasio y el caso de un paciente comentado por Juan Carlos Goldar en su libro Cerebro límbico y psiquiatría, quien comía cáscaras de papa tomadas de una cloaca y podía dar correcta cuenta de su acción pero no valoraba el riesgo y lo inapropiado de ella. En ambos casos una esfera intelectual aparentemente indemne y una esfera valorativa alterada con ausencia de los valores preventivos y conductas inapropiadas en términos de supervivencia y adaptación exitosa al medio.
Una concepción moderna fue aportada por Marsel Mesulam y su modelo de redes distribuidas. Allí el procesamiento, las conexiones, e inclusive las localizaciones anatómicas tienen cabida y pueden ser verificadas tanto a nivel estructural como funcional. El nivel funcional se hace aparente en la conciencia para cada uno y en las conductas observables tanto por nosotros mismos como por los demás.
Por último debo mencionar el modelo de aparato psíquico desarrollado por Freud con sus tópicas y sus circuitos/relaciones que por haber sido basado en sus observaciones clínicas y en su apego al funcionamiento cerebral acorde a los conocimientos disponibles en su época, puede ser actualizado y utilizado manteniendo su vigencia. Resulta un ejercicio interesante tomar alteraciones conocidas y ver si es posible al menos intentar extrapolarlo a otros modelos que en principio parecerían ser muy lejanos y diferentes. Creo que la razón de las coincidencias es que compartimos el objeto de estudio y sus manifestaciones variadas y variables a las que llamamos conductas.
Usamos diferentes estrategias y herramientas y de allí las diferencias que creo no deben ser tomadas como descalificaciones sino como aportes enriquecedores. Nos mueven diferentes intereses, apetencias y rechazos personales. Es necesario reconocer también que cada modelo aporta a la comprensión de aspectos oscuros o controversiales pero inexorablemente deja sin respuesta otros, a veces conocidos de antemano, pero también otros nuevos, producto del corrimiento de los límites y fronteras que el hombre hace con ingenio y osadía al trascender su propia biología. Lo que ganamos en extensión solemos perderlo en profundidad. Sabemos cada vez más de menos cosas y correremos el riesgo de saber todo de nada. Postura extrema y opinable, pero que nos debe llamar a la modestia reflexiva.
Ciertamente este es un recorrido incompleto e inclusive sesgado por el interés en conducir al lector por un sendero de aprendizajes que estimo útil en relación con el objetivo de este libro y del conocimiento de un objeto tan complejo como el ser humano y sus conductas.
Para beneficio de inventario citaré algunos autores muy relevantes en este tema como Piaget, Lezak, Vygotsky, Damasio, Gazzaniga, Hecaen, De Ajuriaguerra, Fodor, Dennet, Changeaux, Maturana, Searle, Calvin, Lorenz, y la lista podría aumentar exponencialmente según el aspecto, la época o la teoría que analicemos.
Como resumen, es razonable concluir que el ser humano es un animal evolutivamente muy desarrollado y exitoso, genéticamente predeterminado pero plástico y en constante aprendizaje, lo que determinará sus vínculos sociales y la generación de cultura. Imagina, observa y lee el mundo existente y por ello lo crea en una búsqueda intencionada de coherencia para satisfacer sus intereses de supervivencia y procreación. Lo adecuado o erróneo de esta relación con el mundo que incluye a sus semejantes y a él mismo se traducirá en éxitos o fracasos de grado variable. Lo hace con su cuerpo y dentro de él su cerebro conductor, integrador y creador por excelencia. Configura pero es también configurado. Construye un esquema corporal pero también tiene una imagen corporal como algo vinculado pero de otro ámbito.
El cerebro es la condición de posibilidad para nuestras conductas y la vinculación con los estímulos de los mundos interior y exterior que impulsa sus ejecuciones. Disponemos de todo aquello que posibilitaría tocar el piano, pero aprenderemos a hacerlo sólo si nos interesa y existe un piano para ser percibido y manipulado, además de alguien que nos enseñe, incite y guíe. Este razonamiento es extrapolable a cualquier aprendizaje y sus alteraciones. Variarán las escalas de valores en los sujetos que aprenden, su entorno, las motivaciones, los objetivos, intenciones y las particularidades biológicas, sociales y culturales establecidas. No obstante, el esquema básico se mantendrá inalterable determinando tanto las características y diferencias individuales como las semejanzas; estas últimas están dadas por el esquema o arquitectura de la estructura cognoscente y las primeras por la plasticidad del mismo y la aleatoriedad espaciotemporal de los estímulos. La existencia de una persona y de los objetos de su entorno junto con el lugar y el momento de esa vida particular en que se encuentren, crearán ligazones que con sus características determinarán una memoria particular, un aprendizaje. Este aprendizaje podrá perdurar por mucho tiempo, o ser breve, casi fugaz. Se mantendrá inalterado o será reiteradamente modificado para mantenerlo útil y disponible. En ese sentido la memoria puede ser vista como un palimpsesto. Uno u otro camino dependerán de los valores de utilidad, supervivencia, oportunidad, reiteración, refuerzo y tiempo.
Este es el núcleo alrededor del cual me interesa tratar los trastornos del aprendizaje.
A modo de advertencia final es necesario tener presente que hemos avanzado muchísimo en el conocimiento del funcionamiento cerebral y su relación con las conductas; las neuroimágenes de todo tipo tienen el atractivo de mostrar “en vivo y en directo” lo que sucede en un cerebro humano en funcionamiento y por eso la caja negra ahora es transparente o así lo parece. Esa zona que se muestra como activa cuando realizamos cualquier tarea es una evidencia indirecta e inferible de que es allí donde reside el mecanismo, las neuronas, los circuitos o la memoria para realizar la tarea propuesta, pero a veces esto no es así. Múltiples problemas técnicos como la manipulación y la elección de “niveles” para considerar una zona como activa o no, pueden hacerlas aparecer o desaparecer. El uso de epistemología de primera persona al confiar que el sujeto esté “en blanco o en reposo” y que efectivamente cumpla con la consigna según su propio relato, son también variables que pueden alterar los resultados. Finalmente, el uso de epistemología de tercera persona al diseñar la tarea según conocimientos previos y evaluarla del mismo modo, obligan a ser muy cautelosos con los hallazgos. Van creciendo los estudios de metaanálisis que ponen en duda muchos resultados y advierten sobre el riesgo de caer en una nueva frenología.
A veces se formula descarnadamente la pregunta acerca de para qué sirve el cerebro. Inclusive se han publicado casos de niños y aun adultos con lesiones o hidrocefalías extremas con conductas y aprendizajes aparentemente normales, negando o poniendo en duda su importancia. Casi todos estos casos, más que negar, parecen poner en tela de juicio el corticocentrismo como clave de toda conducta. Desde la biología y la medicina parece una pregunta razonable ya que en ese ámbito hay respuestas bastante claras acerca de la utilidad y funciones cada órgano o sistema. En el caso del cerebro la respuesta es bastante escurridiza en tanto reconozcamos la existencia de algo intangible como la mente. Se suma a la dificultad el cuidado de no caer en la teleología.
Sintetizando, debemos ver al cerebro como aquel órgano que contribuye en forma determinante a nuestra integración individual y con el medio. Lo hace continuamente y sin descanso. Siendo sede de formas muy particulares de memoria, es un buscador de certezas y coherencias, un desambiguador que a resultas de todo esto funciona como una máquina predictiva. Decide, ejecuta, coteja, controla y crea. Basado en un pasado utilizable en un presente fugaz, proyecta y prevé un futuro que rápidamente pasará a ser pasado, en un eterno camino de ida y vuelta que no se repite con exactitud; por esto último, el término máquina no le aplica directamente a menos que hablemos de máquina biológica y de esa forma hablemos de plasticidad. Es un sistema cerrado en sí mismo, pero abierto con el medio incluyendo otros sistemas similares. Humberto Maturana y Roger Bartra elaboran en ese sentido.
Hasta aquí hemos recorrido lo que considerado desde el punto de vista de la neuropsicología será la base o esencia de las conductas humanas, aplicable tanto al niño como a los responsables de su existencia, supervivencia, crianza y educación. Ver no significa conocer ni comprender y menos explicar, al menos no siempre. Sabemos más, pero ese saber conlleva nuevas preguntas cuyas respuestas aún no tenemos y quizás no tengamos nunca. Esto no debe detener la búsqueda. Se hace camino al andar y eso nos mantiene vivos.