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El niño: el sujeto que aprende

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Habiendo esbozado en el capítulo anterior los conceptos básicos que nos interesan con relación al ser humano, corresponde ahora encarar una etapa que nos interesa en particular: la niñez.

Definirla como un período con límites solo cronológicos resulta insuficiente por caer en un enfoque muy sesgado y casi exclusivamente biológico, basado en la ontogenia, el desarrollo, la fisiología y las patologías médicas, lo que no es erróneo de por sí, aunque es insuficiente.

Por otro lado, los límites temporales culturalmente establecidos para este período son también variables al igual que la manera de considerar al niño en una determinada sociedad. Lo mismo sucede con las distinciones entre niñez e infancia. Extremando este planteo puede cuestionarse inclusive a partir de qué momento el cachorro humano es considerado un ser humano pleno. El uso del término cachorro humano ha sido intencional para marcar un reduccionismo extremo a lo biológico. Estas disquisiciones se hacen aparentes con diversos ropajes según épocas y culturas.

En el momento actual suelen aparecer discusiones en tanto que algunos consideran al embrión un ser humano en potencia y otros piensan que sólo es un ser vivo que se humanizará a partir de cierto momento y dadas ciertas circunstancias favorables. Tercia en esto la religión, que a pesar de admitir ahora a la biología y la ciencia en general, persiste en sostener variantes del creacionismo. Según esta postura, desde la unión de los gametos, estaríamos en presencia de un designio divino incognoscible al que no debemos desafiar señalando el riesgo de una nueva versión de la Torre de Babel.

Vale la pena considerar estos planteos no solo como un ejercicio epistemológico o académico, sino también por su utilidad frente a un problema encontrado en nuestra sociedad actual como son los embarazos adolescentes o de alto riesgo y su alta posibilidad y probabilidad de anomalías en la gestación y el desarrollo fetal. Llegados a término, sus frutos pueden mostrar diversas alteraciones con las que tendremos que lidiar, y que los colocarán en condiciones desventajosas para integrarse al mundo al que se asoman. Afortunadamente no se da en todos los casos, lo que no nos autoriza a desentendernos o tomarlos a la ligera.

Los cambios culturales recientes con la posibilidad de manipular genéticamente gametos y embriones, la fertilización asistida o in vitro y la maternidad subrogante, desarrollados por loables razones, parecen ir derivando en la aparición de una tendencia o moda del “bebé por encargo” según especificaciones arbitrarias a gusto del consumidor. No contamos aún con los recursos morales, éticos y científicos que nos ayuden a aventurar el futuro y las consecuencias en los seres humanos de estas conductas novedosas. Así como semejante desarrollo científico tecnológico era inimaginable hasta no hace mucho tiempo, tampoco fueron previstas muchas de sus posibles consecuencias, entre ellas los cambios en la estructura familiar y los roles parentales. Dejando de lado pero sin ignorar esta situación novedosa y particular, debemos encarar los problemas más frecuentes en la niñez actual teniendo en cuenta a los padres, el sistema educativo y el de salud. Es necesario estar educados y dispuestos para aceptar posibles cambios de paradigmas, lo que no significa adscribir servilmente a ellos o antagonizarlos in límine.

Es probable que las dificultades de aprendizaje y de conducta sigan existiendo a pesar o tal vez a causa de los cambios socioculturales y educativos y de la ayuda social. Ciertamente tendrán nuevas manifestaciones de una magnitud difícilmente predecible por ahora. Frente a la incertidumbre es prudente volver a las bases.

El niño problema

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