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Elena

Te quiero contar una pequeña historia, simple, cotidiana, que no llena editoriales, que pasa desapercibida, que quizás ni siquiera es conocida y que, sin embargo, es tan similar a la de miles de mujeres en el mundo.

... Se levantó esa mañana, como cada día, siempre muy temprano, siempre corriendo, usar el baño, arreglarse y estar lista antes de preparar el desayuno, sus hijos, remoloneando en sus camas, les costaba dejarlos para ir a la escuela, amorosamente los vistió, les puso sus guardapolvos, revisó sus cuadernos, sus mochilas y armó las viandas para la hora del almuerzo, mil recomendaciones, llamar a su madre, donde quedaban a resguardo cuando terminaban sus clases, tenía que apurarlos, necesitaba entrar a horario a su trabajo, ya el llegar tarde le había costado reprimendas y castigos de sus jefes, de nada servían explicaciones o justificativos, quizás porque al mundo laboral, no había llegado el concepto de humanismo, ni la comprensión de una persona, que debía enfrentar una lucha a diario. Elena, ese era su nombre, sola ante la vida, ante las circunstancias, presionada por sus propios errores, por las falencias naturales que todos tenemos, por los temores a equivocarse, su marido la había abandonado hacía unos años atrás, pero nunca se amilanó, sexo débil les dicen, nada más alejado de la verdad, pequeña y brava guerrera, sacó fuerzas de la tristeza, sabía que ellos, sus niños, la necesitaban y para ella, eso era lo más importante en este mundo. Mujer, madre, ama de casa, empleada, todos los roles, todas las tareas en una sola persona, todas las cargas, todas las obligaciones, mantener, educar, guiar a sus hijos, ser fuerte y siempre con una sonrisa, aunque muchas veces, escondiendo la mirada, sus ojos decían otra cosa, debiendo esperar la noche, cuando todos se dormían, para liberar su alma, sentir, dejar de ser fuerte, soltar el dolor de su corazón, llorar en silencio. No lo extrañaba, no le guardaba rencor, había perdido la capacidad de odiar, con el tiempo, debió fabricar una coraza que la protegiera de sentimientos, su preocupación, solamente su familia, que nada les faltara, sí le dolía que él no viera a sus hijos, que nunca se preocupara por sus gastos y su mayor aflicción, que no tuvieran un padre, pero sí lo tenían, ella suplía cada falencia, cada necesidad económica, pero sobre todo afectiva, los abrigaba, los contenía, eran suyos sus energías, sus sueños postergados, sus deseos olvidados, sus propias ansias como mujer. Había conocido a algunas personas, pero no tuvo la suerte en estos años de encontrarse con un hombre de verdad, que no solo la amara, sino que fuera su compañero y también el de sus hijos, condición que no se negociaba, ni por deseo, ni por soledad. Elena, una heroína de lo cotidiano, una leona con sus cachorros, un soldado de la vida, peleando una batalla todos y cada uno de los días, velando enfermedades, quitando horas al sueño, para realizar tareas domésticas, deberes del colegio, nunca pensando en ella, sin buscar premios, sin perseguir reconocimiento, sin homenajes, siempre la cabeza en alto, poniendo su pecho fuerte a la adversidad, orgullosa de sus niños y de cada uno de sus logros, transmitiéndoles valores, principios y esa educación que solo saben dar las madres. Su historia, como la de tantas otras, transitó la vida, el tiempo pasó, sus hijos crecieron y armaron su propio camino, sus familias, y ella siempre estuvo allí, en silencio pero presente, hoy con sus nietos, nunca le va a faltar cariño, su corazón es demasiado grande para dar y recibir amor, reconocida, respetada, valorada, por lo que fue, por lo que es y por lo que será, una mamá con todas las letras, una luchadora de la vida, una compañera, una amiga, pero, por sobre todo, una buena persona y una gran mujer.

Este escrito no merece un remate, no es un relato, no es un cuento, solo el nombre es ficción, es una de las tantas historias de la vida real, un reflejo de las mujeres que luchan solas, que son jefas de hogar, y la necesidad que sentía de expresar mi cariño, reconocimiento y admiración por todas la Elenas del mundo.

Prosas y poemas a mi estilo

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