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Una noche con vos

Hola, te hablo despacito, quiero que despiertes dulcemente, sí, soy yo, me invitaste a que viniera y aquí estoy, en tus sueños, querés que te cuente qué veo, claro, veo a una mujer soñadora, tierna, que por las noches libera su imaginación, que anhela que le hablen muy cerca de los oídos, que quiere volver a sentir que las piernas le tiemblen y ese cosquilleo, que eleva las sensaciones, aumenta la temperatura, sí, corriendo por la espalda y terminando en un suspiro contenido, que extraña un abrazo fuerte, que la tomen de su cintura y le roben un beso, como una adolescente, encendida y audaz, la calidez de un cuerpo que al rozar su piel la erice y active el placer que ya creía olvidado. Que todas las mañanas al mirarse al espejo y ver que su cuerpo ha cambiado, que algunos pliegues se han marcado y quizás no estén tan firmes sus senos, la imagen le diga que sigue siendo hermosa y capaz de despertar deseos, provocar pasiones y que tiene mucho amor para dar. Que es una mujer madura, que sabe lo que quiere y es capaz de hacer, que necesita sentir, pero los años y algunas desilusiones la volvieron selectiva, no puede haber cualquiera en su vida, debe ser un hombre que por supuesto le produzca una atracción física, que su voz sea firme, su perfume la embriague, aunque parezca menor, que resalte el brillo de sus zapatos y tenga un porte elegante, que sea gentil, hable con corrección, atento y cortés, con buenos modales y que su sola presencia despierte la ansiedad de abrirse cual flor para que liben su miel. Lo merece, sí, por supuesto, porque el tiempo le dio esa elegancia, esa madurez, que la vuelve interesante, misteriosa y atractiva, para que quien descubra los placeres de su experiencia sepa valorarlos y saber que es un fruto dulce que deleitaría el paladar más selecto. Perdón, me dejé llevar, pero al verte fue lo que sentí y me gustaría agregar que te ves muy sensual con esa bata roja que te pusiste, resalta tu figura, es una invitación a querer conocer más, a intentar que surja ese fuego dentro de vos, que escondiste y no dejás salir, tus mejillas se sonrojaron, me fascina ese pudor temprano, sabés, estimula y activa la ansiedad de seguir, juguemos por un instante, solamente hoy, dejame ser el que anhelás, mirame a los ojos y creé que soy quien llega a tu vida, para llenar tus expectativas, disfrutá la velada, pintá la noche del color que más te guste, sé la autora del guion de este encuentro y escribí el desenlace como quieras terminarlo. Sos la dueña del momento, solo seré tu actor, cumpliendo tu deseos y fantasías, bajo tu dirección lo haría bien y con tu guía, seguro quedarás complacida, solo será un secreto que se llevará el olvido, cuando despiertes ya me habré ido y conmigo ese rubor hermoso que me diste y que quedará como pago por mi visita, tal vez, al llegar la mañana, nada más serán restos de recuerdos, imágenes difusas de un sueño extraño, pero quizás al verte al espejo, tu sonrisa plena te dirá que fue una noche distinta...

Prosas y poemas a mi estilo

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