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El origen del fuego

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Una leyenda de los indios nutka de Vancouver cuenta que, al principio del mundo, solo poseían el fuego los lobos, por lo que los demás animales decidieron que harían todo lo posible por conseguirlo. Tras varios intentos fallidos, Picoverde, jefe de todos los pájaros, le dijo al ciervo: «Vete a bailar a la casa del lobo. Nosotros te acompañaremos con nuestros cantos. Ata cortezas de cedro a tu cola y cuando te acerques al fuego la corteza se encenderá». El ciervo lo hizo así, pero cuando la corteza prendió, los lobos lo atraparon y le quitaron el fuego antes de que pudiera escapar. Picoverde envió entonces al pájaro Kwotiath y le dijo: «Toda la tribu te acompañará con sus cantos y tú cogerás el fuego». Todos los animales y todos los pájaros fueron a la casa de los lobos conducidos por Picoverde y Kwotiath. Antes de entrar en la casa cantaron una canción y otra cuando hubieron entrado. Entonces empezaron a bailar en círculo mientras los lobos, acostados cerca del fuego, les miraban. Algunos pájaros danzaron y volaron hasta las vigas, pero los lobos no les hicieron caso, atentos como estaban a la danza que se desarrollaba junto al fuego. Al fin, los pájaros que estaban sobre las vigas saltaron sobre el arco de hacer fuego que estaba allí colgado, lo cogieron y siguieron danzando mientras se lo daban disimuladamente a Picoverde y a Kwotiath. Todos continuaron la danza hasta que Picoverde y Kwotiath se escabulleron y volvieron a casa sanos y salvos. Kwotiath hizo funcionar el instrumento de hacer fuego y con el frotamiento saltaron chispas. Cuando los danzantes de la casa de los lobos supieron que Kwotiath había regresado, lanzaron un grito tremendo y huyeron. Se dice que de este modo los lobos perdieron el fuego para siempre.

Regreso a los bosques

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