Читать книгу Ritual de duelo - Isabel de Naverán - Страница 18
ОглавлениеUn día vino sola en metro a Bilbao y le dimos la noticia del embarazo mientras comíamos en casa. Este sería su octavo nieto. Recuerdo cómo dejó la cuchara y bajó muy despacio la mirada hacia el plato. Estaba serena.
En los meses siguientes sufrió caídas inesperadas. Al principio lo suyo se englobó bajo la etiqueta de Parkinsonismo atípico. Pero después de varias pruebas técnicas, escáneres y tacs, tras descartar un párkinson, una demencia senil y un Alzheimer, las consultas con la doctora R. pasaron al hospital de Cruces. En una de estas consultas mi madre dijo me cuesta encontrar algunas palabras. La doctora levantó la mirada del papel donde tomaba notas. Puedes repetir lo que has dicho. Que tengo problemas con el lenguaje. Entonces fue cuando se derivó su caso al doctor G., cuya consulta se situaba unas puertas más allá en el mismo pasillo.
Primero caminar en línea recta, lo que llaman marcha tándem. Seguido, levantar los brazos hacia delante, abriendo y cerrando los dedos de las manos lo más velozmente posible. Y, por último, sentada sobre la camilla, mover los globos oculares (sin mover la cabeza) hacia los lados y hacer lo mismo hacia arriba y hacia abajo. Entonces observé cómo no era capaz de mover los ojos hacia abajo sin agachar la cabeza. La mirada se quedaba dirigida hacia delante o, como mucho, cuarenta y cinco grados hacia abajo. Le diagnosticaron Parálisis Supranuclear Progresiva (PSP). Para entonces mi hijo tenía seis meses.
Era junio de 2014 y todavía hablaba y caminaba con aparente normalidad. Se movía con autonomía, venía sola en metro a Bilbao con intención de visitar a su nuevo nieto. Y luego hacía cosas como presentarse sin previo aviso en casa. Todo con cierta urgencia, cualquier pequeña tarea del día a día, por nimia que fuera. Como si no hubiera un mañana.
En una de las siguientes consultas, solicitó un análisis genético. La PSP es una enfermedad rara con una frecuencia de uno entre cien mil. Al parecer se produce por una mutación genética, que provoca una acumulación excesiva de proteína TAU en la zona frontal del cerebro. La enfermedad afecta a la coordinación del movimiento y no es que su cuerpo se paralice, no es que se vuelva rígido, no es que se agarrote; lo que ocurre en esta enfermedad es que las señales, las órdenes emitidas por el cerebro, no llegan a su destino. La PSP afecta también a la coordinación del habla y afecta al lenguaje, diciendo por ejemplo lo contrario a lo que se quiere. Le haces una pregunta y te dice no, cuando quiere decir sí. Y se da cuenta, y hay que volver a preguntar y asegurarse. Las respuestas y movimientos automáticos, involuntarios, salen sin previo aviso. Cruzar la calle. Agarrarte de la mano con fuerza. Ella era consciente y se frustraba. La enfermedad provoca esa falta de coordinación, pero no afecta a la memoria, ni al juicio, ni a la capacidad de razonar. Solo ese desajuste entre movimientos voluntarios (impidiéndolos) e involuntarios (haciéndolos sin querer, por inercia).