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2.2.3 El isomorfismo de los dos planos

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Hjelmslev hace observar que los dos planos de un lenguaje deben ser heterogéneos aunque isomorfos: de un lado, sus contenidos deben ser heterogéneos, de otro lado, sus formas deben ser superponibles.

Cuando la rojez no significa más que la rojez no aprendemos nada nue vo; si, en cambio, la rojez significa la madurez, nuestro saber sobre el mundo da un paso adelante. Pero la heterogeneidad de contenidos no debe impedir la reunión de las dos macrosemióticas: la secuencia de grados cromáticos debe, pues, ser isomorfa con la secuencia de los grados de madurez.

El isomorfismo no está dado de antemano sino que es construido por la reunión de los dos planos del lenguaje. La prueba consiste en que mientras un conjunto de elementos pueda ser puesto en relación con muchos otros conjuntos, cambiará de forma con cada nueva asociación. El color puede ser puesto en relación con la madurez, con la emoción, con la circulación de automóviles (el semáforo), etc. Resulta, por tan to, que esos diferentes conjuntos son superponibles entre sí: a cada nue va aproximación un nuevo “isomorfismo” es definido. De tal forma que los grados cromáticos no son los mismos según que el color exprese la madurez o la emoción; inversamente, los grados de la emoción no son los mismos si son expresados por el color o por la gestualidad.

La función semiótica es el nombre de esa reunión de los dos planos del lenguaje, que establece su “isomorfismo”. Antes de su reunión, la re lación de los dos planos puede ser calificada de arbitraria; pero no tie ne gran sentido, puesto que esa relación sólo es una de las relaciones en tre todas aquéllas posibles, que lo son en número infinito: lo “arbitrario” no es si no el efecto de nuestra incapacidad para ubicarnos en el se no de una infinidad de combinaciones posibles, y, después de todo, só lo es la confesión de nuestra impotencia para comprender eso que se nos escapa. Después de su reunión, la relación entre los dos planos se ca lifica de necesaria, en el sentido de que no pueden significar el uno sin el otro; pero también, si se recuerda que la frontera entre los dos mun dos se desplaza sin cesar con el cuerpo propio, se debe convenir en que se trata de una necesidad muy provisional, y que, más bien, sólo va le para un discurso particular y para la posición que lo define.

Semiótica del discurso

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