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2.1 Las relaciones constitutivas

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Un cuadrado semiótico descansa sobre los rasgos contrarios de una categoría, a partir de los cuales se proyectan los contradictorios:


Pero esta representación no ofrece gran interés mientras las relaciones entre todos los términos no estén precisadas, particularmente las relaciones entre a2 y no a1 de un lado, y a1 y no a2 del otro. Se trata, pues, de precisar la relación que se establece entre los productos respectivos de dos tipos de diferencias. En efecto, a partir de a1, por ejemplo, se obtiene el contrario a2 y el contradictoriono a1. Se constata en tonces que esos dos nuevos términos, si la categoría es homogénea, de ben ser complementarios el uno del otro. El rasgo contrario a2, en efecto, implica la ausencia del rasgo a1, es decir, su contradictorio no a1, que es del mismo género que él. Asimismo, el rasgo a1 implica el rasgo no a2.

En todas las obras de semiótica de los años setenta y ochenta se encontrarán excelentes pre sen taciones del cuadrado semiótico, el cual hace mucho tiempo que cumple la función de “emblema” de la semiótica greimasiana. Para más precisiones, nos remitimos a di chas presentaciones. De hecho, en su uso, ese modelo ha presentado siempre las mismas dificultades: una dificultad técnica y una dificultad metodológica. Desde un pun to de vista técnico, la relación más difícil de establecer y de justificar es siempre la re lación de complementariedad; es posible hilvanar mecánicamente cuadrados formales par tien do de dos contrarios A & B y proyectando sus contradictorios no A & no B; pero es mu cho más delicado identificar claramente esos contradictorios en el curso del análisis y asegurarse de que son realmente los complementarios de los contrarios.

Desde el punto de vista metodológico, la construcción de un cuadrado a partir del aná lisis de un corpus es siempre problemático, pues la definición del cuadrado no comporta ninguna indicación sobre la manera en que los datos textuales deben ser levantados y tratados para entrar en el estilo de categorización que es inducido por el cuadrado semiótico. Resulta que, frecuentemente, el cuadrado aparece como una proyección que presiona a los elementos del corpus a adoptar la forma que impone. De hecho, en un caso como en otro, la dificultad reside siempre en la relación problemática entre el mo delo constitucional y la forma de los datos textuales extraídos de un corpus con creto.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que, en un texto, dos elementos naturales se oponen como contrarios: el agua y el fuego, y que los otros dos no tienen otro rol que el de manifestar la ausencia de los dos pri meros, la tierra y el aire respectivamente: en ese caso, la tierra sería el contradictorio del agua; el aire sería el contradictorio del fuego:


La simple proyección de los dos tipos de diferencias no nos dicen na da de las relaciones entre, respectivamente, el agua y el aire, el fuego y la tierra y, en fin, la tierra y el aire. Ahora bien, para que la categoría sea isotópica y homogénea, sería necesario que el valor de cada término pudiera ser precisado en relación con todos los otros y no en relación con uno solo. Esta es una cuestión de “estilo” de categorización: si uno se contenta con definir cada término por una relación con sólo otro té r mino, globalmente, la categoría será una “familia”. Por el contrario, el ti po de categoría aquí investigada es una categoría que forma una totali dad en la que todos los términos entran en relación con todos los otros, es decir, según Saussure, un sistema de valores.

Se dirá entonces que a las diferencias de base se añaden otros dos ti pos de relaciones: agua y aire son complementarios (pertenecen al mis mo género) puesto que ambos son opuestos a fuego; asimismo, fuego y tierra, ambos opuestos a agua y del mismo género, son complementarios. Tierra y aire son subcontrarios, producidos ambos por la negación de los contrarios.

La tradición plantea que los términos sean dispuestos de manera más ex plícita: el cuadrado semiótico es, en efecto, ante todo, un esque ma vi sual, y la visualización de las relaciones debe ser intui tivamente aceptable; la diagonal será reservada a la contra dicción, la horizontal a la con trariedad y la vertical a la com ple men ta riedad.


Desde un punto de vista práctico, si uno se esfuerza por construir un cuadrado semiótico, la dificultad reside casi siempre en el establecimien to de las relaciones de complementariedad; su interés reside, justamente, en procurar un buen test de consistencia: si los complementarios no funcionan en el texto analizado, es que la categoría está mal construida o mal delimitada.

Semiótica del discurso

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