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2.3.2 La forma y la substancia

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Los desarrollos que preceden concurren a aclarar las relaciones entre la substancia y la forma. Hjelmslev ha precisado la teoría de Saussure in sistiendo sobre el hecho de que los dos planos reunidos en una función semiótica son en primer lugar substancias: substancias afectivas o con ceptuales, biológicas o físicas; esas substancias corresponden grosso mo do a las “imágenes acústicas” y a las “imágenes conceptuales” de Sau s sure. Pero su reunión gracias a la función semiótica las convierte en formas: forma de la expresión y forma del contenido.

Está claro ahora que el proceso de formación de valores que hemos evo cado líneas arriba corresponde más exactamente al paso de la substancia a la forma: la substancia es sensible —percibida, sentida, presentida—, la forma es inteligible —comprendida, significante—. La substancia es el lugar de las tensiones intencionales, de los afectos y de las variaciones de extensión y de cantidad; la forma es el lugar de los sistemas de valores y de las posiciones interdefinidas.

Desde el punto de vista de la lingüística propiamente dicha, en la me dida en que se interesa exclusivamente por los sistemas de valor que cons tituyen las lenguas, y también desde el punto de vista de una semiología que sólo se interesa por los signos aislables y bien formados, ni la substancia ni el paso de la substancia a la forma deben llamar la aten ción. Pero, para una semiótica del discurso, en la que se juega sin ce sar la “escena primitiva” de la significación, es decir, la emergencia del sentido a partir de lo sensible, esas cuestiones se convierten en primor dia les.

Además, oponer la substancia y la forma no debe conducir a imaginar, aunque los términos mismos lo sugieran, que todo lo que se refiere a la substancia es “informe”; la substancia tiene también una forma —una forma científica o una forma fenomenológica—, pero una forma que no resulta de la reunión de los dos planos del lenguaje, una forma que la semiótica en cuanto tal no puede siquiera reconocer, y que otras dis ciplinas toman a cargo; otras disciplinas, quede bien entendido, a las que hay que saber interrogar.

En fin, la frontera entre la substancia y la forma, según Hjelmslev, tanto como la frontera entre el objeto dinámico y el objeto inmediato, según Peirce, también se desplaza. No puede ser de otra manera, pues to que la frontera entre el plano de la expresión y el del contenido se desplaza constantemente, tal como lo hemos sostenido. Cada vez que la fron tera entre expresión y contenido se desplaza, aparecen nuevas correlaciones entre formas, que suspenden las formas precedentes. La mayor o menor estabilidad de la frontera entre forma y substancia de pende de la memoria del análisis, así como de su progresión; fran quean do el paso: esa frontera depende del punto de vista adoptado por el analista, y, en consecuencia, de la posición que se atribuye a sí mis mo.

Semiótica del discurso

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