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3.3 Los modos de existencia

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Todas las teorías del lenguaje deben dotarse de niveles epistemológicos, que son definidos como modos de existencia de las magnitudes se mióticas.

Por ejemplo, Saussure distingue la lengua, que es virtual, y el habla, que es realizada. Guillaume distingue la lengua (virtual), la efectuación (ac tual) y el discurso (realizado). Hjelmslev distingue siempre lo realizable (el sistema) y lo realizado (el proceso). Por último, Greimas distingue las virtualidades del sistema, la actualidad del despliegue semionarrativo y la realización por el discurso. Estas diversas aproximaciones po drían ser superpuestas muy fácilmente, pero lo que debe interesarnos aquí es solamente el principio: toda teoría del lenguaje tiene necesidad de una teoría de los modos de existencia para poder precisar el es tatuto de los objetos que manipula.

Además, las enunciaciones concretas explotan también estos modos de existencia, ponen en juego de cierta forma esos diferentes “niveles de realidad”. La cuestión epistemológica del estatuto de las magnitudes lingüísticas y semióticas se convierte, entonces, en los discursos concre tos, en una cuestión metodológica, la de las modulaciones de la pre sencia de esas magnitudes en el discurso. Así, la litote (No te odio en ab so luto) juega con dos modos de presencia: un contenido en el que la pre sencia es real —el enunciado negativo—, y un contenido en el que la presencia es potencial —el enunciado positivo subyacente, Te amo—.

Globalmente, Peirce, con su estructura ternaria, no procede de manera diferente a Saussure, Guillaume o Hjelmslev: aunque la teoría que él deduce sea diferente, presenta también las diferentes etapas de una elaboración modal de la significación, distinguiendo: (1) el modo virtual (primero) es aquel que comprende todos los posibles de un lenguaje y particularmente todos los posibles sensibles y perceptivos; (2) el modo actual o real (segundo) es aquél que comprende los hechos realizados y que permite particularmente anclar la acción y la transformación de los estados de cosas en la percepción y en lo sensible; (3) el modo potencial (tercero) es aquel que comprende todas las le yes, reglas, usos que programan la existencia y sus transformaciones.

Los tres niveles de la semiótica peirciana nos animan también, de hecho, a definir los modos de existencia del discurso y a definirlos gracias a los contenidos de las modalidades: Habremos reconocido de paso (1) las modalidades aléticas (lo posible) en el pri mer nivel, (2) las modalidades factuales (querer, saber, poder hacer) en el segundo nivel, y (3) las modalidades deónticas (el deber, la ley, la regla, etc.), en el tercer nivel.

Elaborar la significación de un discurso consiste, pues, en atravesar esas diferentes fases modales, desde la apertura máxima de los posibles que procuran la impresión y la intuición, hasta la esquematización apremiadora que procura el análisis.

La cuestión pendiente es la siguiente: ¿cómo hacer operatorias esas no ciones tan generales que son los modos de existencia? Lo más frecuente (en Saussure y en Chomsky, por ejemplo), es que ellas suministren el trasfondo epistemológico de la teoría; además, cada teoría sólo re tiene como pertinente uno de los modos de existencia (los dos autores aludidos se confinan voluntariamente en lo virtual, lengua o competencia). Peirce, con Guillaume y Greimas, es uno de los pocos teóricos que han dado a esas modalidades un rol en el método mismo, en el aná lisis de los objetos de significación; pero hemos visto que la solución que ha retenido desemboca en una multiplicación exponencial de ti pos y de subtipos de signos, que llega pronto a ser extravagante.

Para evitar tal deriva, proponemos afectar la distinción de los mo dos de existencia a una y sólo una categoría: la de la presencia. De es ta forma, los modos de existencia de la significación (cuestión gene ral de epistemología) se convierten en modos de existencia en el discur so, en modalidades de la presencia en discurso (cuestión de método y de análisis). Así, en la antonomasia Este es un Maquiavelo, el personaje de Maquiavelo está actualizado pero no realizado, porque la referencia enfocada por la predicación concierne a otro actor; mientras que ese otro actor enfocado por la predicación, por ejemplo tal hombre político, está realizado; además, el conjunto de actores que pueden responder a esa definición quedan virtuales, mientras que el esquema de comportamiento que implica y que caracteriza a la categoría, será considera do co mo potencial. Los modos de existencia serían, pues, cuatro: vir tua lizado, actualizado, realizado, potencializado. Volveremos sobre es to.

Semiótica del discurso

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