Читать книгу Vacuidad y no-dualidad - Javier García Campayo - Страница 27
Las contradicciones del yo
ОглавлениеA mis emociones les gusta una chica y a mis deseos, también, pero mis pensamientos me dicen que está emparejada y que no es ético. Surge el conflicto en el yo.
Mi cuerpo ha nacido en España, pero yo llevo viviendo años en Francia y me siento francés. ¿Puede el cuerpo sentirse francés cuando ha nacido en España? Se siente francés la mente, pero ¿no es el cuerpo el yo cuando me duele?
Por tanto, el concepto convencional cuando se dice «yo soy» se refiere a todo este paquete de conceptos; es lo que se denomina «persona» o «yo». Pero si analizamos este concepto de yo, vemos que tiene incongruencias insalvables:
¿Cuántos yoes somos?
Cuando donamos un órgano para un trasplante, ¿damos parte de nuestro yo, o solo es una parte del cuerpo?
¿Nuestras creencias religiosas forman parte del mismo yo que, aquí y ahora, oye el canto de un pájaro?
¿Nuestro yo cambia continuamente, como mi cuerpo, que envejece cada día, o permanece estable, como mi personalidad, que se forjó en la juventud y apenas cambia, según afirma la psicología? ¿O es que ambos no son el mismo yo?
Por supuesto, estas incongruencias han sido descubiertas por los pensadores occidentales. Filósofos de la agudeza de Ludwig Witgenstein afirman que: «el yo es solo una sombra generada por el lenguaje». El concepto del yo es una convención social que nos permite no discutir sobre aspectos como:
La posesión de las cosas: si no hay un yo claro, ¿quién es el dueño de los objetos que uso? No sería fácil manejarnos socialmente a ese nivel, a menos que viviésemos en una sociedad sin propiedad privada, como ocurre con los pueblos cazadores-recolectores.
Las normas sociales: mis acciones son mías y eso tiene una repercusión legal. Si dijese que solo soy el observador de mis acciones y, por tanto, yo no soy el responsable, ¿quién se haría cargo de las consecuencias?
No es un problema usar la convención social del «yo» cuando hablamos entre nosotros para situar dónde está ocurriendo una experiencia (dentro o fuera de mí). El problema es creer que ese concepto existe. Tampoco se niega la responsabilidad del individuo por los actos que comete, ya que, a nivel convencional, quien comete un delito irá a la cárcel. Lo que se afirma, desde la visión profunda que permite la meditación, es que el yo que cree realizar los actos es una pura entelequia basada en percepciones distorsionadas sobre la naturaleza de la mente.
Práctica: desafiando la coherencia del yo en un momento dado
Adopta una posición cómoda y trae a la memoria una situación reciente en la que hubiese discrepancias entre tus emociones o la sensación en tu cuerpo y el pensamiento. Por ejemplo, tú te sentías culpable por algo que habías hecho, aunque pensases que era irracional sentirte así, o querías hacer una cosa y te sentías mal por hacerla, o situaciones similares. ¿Puedes ver la lucha entre los pensamientos, las emociones y el cuerpo por tener el control, es decir, por dirigir tu voluntad, que al final se transforma en lo que haces?
Observa la lucha y entiende cómo se resuelve al final en tu caso. Intenta identificar dónde está el yo en ese momento.