Читать книгу Del querer al hacer - Jeremy Kraayenbrink - Страница 15
ОглавлениеAcción
No se puede armar el plan de negocios ideal, el escenario cambia constantemente, hay que salir a mostrarse e ir adaptándose a medida que las reglas de juego van cambiando. Hoy las cosas no son como antes en las que las empresas se dedicaban a producir y los departamentos de ventas y de marketing realizaban las campañas en torno a los productos y servicios que el área de producción les indicaba. Nos encontramos ahora en un mundo más dinámico y en constante movimiento, en el que las áreas de producción, ventas y marketing se entrelazan y van cambiando los productos que ofrecen a medida que van recibiendo feedback de los usuarios. El producto perfecto no se crea en un laboratorio bajo tierra tras años de investigación y desarrollo, es el resultado de la adaptación sobre la base de los gustos y necesidades de sus usuarios en sintonía con el momento ideal. Algo que hoy es perfecto, mañana pasó de moda o ya es irrelevante para su público.
Nosotros salimos al mercado con el nombre de MLL, que en primera instancia tenía sentido, ya que ofrecíamos a importadores el servicio de intermediación de negocios, facilitando las compras e interviniendo en las negociaciones y el proceso documental. MLL ya no era representativo de una empresa que exportaba accesorios para tomar yerba mate; no obstante, lo importante fue seguir en movimiento y continuar trabajando con el fin de mejorar el trato con los proveedores e ir armando la estructura de la empresa que nos llevara a capturar el mayor número de clientes posible. Sabíamos que debíamos modificar nuestra imagen si queríamos especializarnos en el rubro de la yerba mate y ser reconocidos como líderes en el mercado. Mientras tanto seguimos trabajando, cerrando pedidos y abriendo mercados alrededor del mundo.
Nuestro crecimiento fue 100% orgánico y a pulmón, ya que estábamos en una situación en la que no podíamos beneficiarnos del boca a boca. Nuestros clientes jamás nos recomendarían a uno de sus competidores, y no había manera de que los consumidores finales nos conocieran. Para ellos, los mates eran mates, a lo sumo sabrían que provenían de un proveedor de Sudamérica. Nuestra intención era hacernos conocidos para que fueran los consumidores finales, los verdaderos usuarios de los mates, quienes nos “recomendaran” a nuestros potenciales clientes. Para lograr esto, debíamos brindarle valor a la comunidad matera. Una vez que nos hiciéramos un nombre y fuéramos tenidos en cuenta como referentes en la materia, recién ahí nuestros compradores llegarían a nosotros sin que nosotros los tuviéramos que contactar primero.