Читать книгу Del querer al hacer - Jeremy Kraayenbrink - Страница 18
ОглавлениеLo difícil no es llegar, sino mantenerse
Ahora bien, somos una empresa con una identidad bien marcada, que sabe a dónde quiere llegar, tiene un producto para vender, cuenta con un público objetivo definido y está en proceso de agregarle valor a su marca. Este es el momento en el que hay que estar más enfocado que nunca, ya que se perdió la motivación inicial de querer sobrevivir a toda costa, donde todo era nuevo, y el hecho de buscar salir a la luz te da fuerzas de donde no existen. Ahora hay compromisos con clientes, con proveedores, para con la marca.
Hasta acá, lo hicimos todo desde el quincho de la casa de la familia. Teníamos movimiento de mercadería y la empresa ya estaba encaminada. Los primeros fondos se destinaban exclusivamente a la reinversión en mercadería, para poder alcanzar mejores condiciones de precios y pagos con los proveedores y poder salir a ofrecerles mejores propuestas a nuestros clientes. Achicamos los tiempos de entrega y mejoramos los precios a nuestros clientes, como también logramos un mejor control de la calidad de los productos, ya que no necesariamente debíamos exportarlos ni bien los recibíamos. Todo esto se tradujo en clientes más contentos. Teníamos bien presente nuestra oportunidad: los clientes del exterior necesitaban confianza en sus proveedores latinoamericanos. Nosotros hicimos énfasis en ese punto.
Al tiempo llegaron los primeros problemas, al comienzo alguna demora en un buque o pérdida de algún documento en alguna aerolínea, y fueron estos primeros obstáculos los que nos dieron pie para demostrar que éramos lo que decíamos ser: facilitadores de compras desde la Argentina.
Nuestra experiencia en comercio internacional y logística nos permitió solucionar los problemas que se presentaban, fortaleciendo el vínculo con nuestros clientes. Luego llegaron los primeros problemas con los productos, alguna tanda con algún desperfecto o mercadería dañada durante la travesía. Mediante una comunicación abierta, les dimos el espacio a nuestros clientes para que nos indicaran ellos cuántos eran los productos que habían recibido en condiciones que no les permitieran comercializarlos, y confiamos en su palabra, logrando así un gesto similar del otro lado: honestidad y sentido común a la hora de hacer los reclamos pertinentes. Mediante una serie de preguntas nos cercioramos del origen del problema para corregirlo y evitar que se repitiera en el futuro con este u otros clientes.
Parece un detalle, pero nos han remarcado muchas veces que el hecho de confiar en su palabra nos daba más credibilidad a nosotros como empresa y es un factor al que ponen en la balanza a la hora de elegir con quién trabajar.
A veces se gana y a veces se aprende. Nosotros les enseñamos a nuestros clientes que estamos para ayudarlos. Y aprendimos algo nuevo, en nuestra búsqueda de la mejora continua.
Los años no vienen solos, y trabajamos muy conscientemente para que así sea. Seguimos trabajando de la mano de nuestros clientes y proveedores, sobre la base de lo que el mercado necesitaba, y de esta manera nos fuimos consolidando como empresa y como marca.